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FUERON LOS DROGADICTOS

Superiberia

Por: Andrés Timoteo / columnista

El viernes pasado, López Obrador estuvo de gira en la región totonaca de la entidad y  solo dedicó cinco minutos de los 40 de su discurso a la masacre del bar “Caballo Blanco” en Coatzacoalcos, cuyo saldo de víctimas mortales ya se elevó a 30.  No hubo condolencia ni pésame para las víctimas y sus familiares. El tema lo trató con justificaciones: que le preocupa la seguridad, que todas las mañanas se ocupa de conocer su reporte y que tiene su atención permanente que no delega en otros.

Que los hechos se dieron porque son una de las “herencias más negativas” del pasado y además -lo escandaloso- que los perpetradores del ataque no habrían sido los capos del narcotráfico montados en esquemas de complicidad con la política y funcionarios públicos, sino “gente desquiciada”.  Ya en la conferencia ‘mañanera’ en la Ciudad de México de ese día había aventurado esa suerte de exculpación a las bandas de la delincuencia organizada.

Afirmó que “los crímenes horrendos como el de Coatzacoalcos tiene que ver no sólo con un comportamiento delictivo, sino con los desquiciados por las drogas. Por lo general es gente drogada, son jóvenes drogados”.  Es decir, los capos del narcotráfico no estarían atrás de la masacre de Coatzacoalcos, sino que fueron los “jóvenes drogados”. Ellos son los culpables, no los capos de los carteles del narcotráfico.

¿Qué tanto le debe el presidente López Obrador a los criminales que los exonera a priori de la peor masacre que ha ocurrido en su gobierno?, ¿es un indicador de que en realidad está dispuesto a negociar con ellos y darles amnistía, como lo reveló hace días la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero?  Su discurso se presta a todo tipo de especulaciones.

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