La llegada a México de 93 estudiantes haitianos que serán becarios del gobierno de México en los próximos cuatro años ha sido noticia de amplia divulgación en días recientes. No es para menos. Este programa de 300 becas para Haití (cien por año) es no sólo el más grande ofrecido por México a otro país, sino también el programa de becas más importante recibido por Haití.
En un país proclive a la constante emigración de su población con educación universitaria (hasta 75% según algunos estudios), se entiende que el propio presidente haitiano, Michel Martelly, haya decidido encabezar personalmente la despedida de los estudiantes que hoy recibe México, en los jardines del Palacio Nacional, y recordarles que a su regreso deben contribuir con sus nuevos conocimientos al desarrollo de Haití.
La formación de recursos humanos es uno de los principales componentes de la cooperación internacional que ofrece nuestro país. Nos queda claro que no hay desarrollo ni incremento del bienestar de las sociedades sin educación ni formación de calidad.
Por ello, la cancillería mexicana, a través de su agencia de cooperación internacional (la Amexcid), ofrece cada año bajo programas bilaterales poco más de 900 becas a estudiantes del mundo entero. El objetivo es que cada uno de ellos pueda especializarse en alguno de nuestros centros de educación superior y, no sobra decirlo, que conozcan y aprecien a México, a su gente y su cultura.
La formación de calidad de mexicanos en otros países es una preocupación compartida con otras dependencias e instituciones, como la Secretaría de Educación Pública y el Conacyt. Así, la Amexcid gestiona anualmente cerca de 900 becas que benefician a un número igual de mexicanos. A través del amplio programa Proyecta 100,000, el gobierno de México, con el apoyo de las instituciones de educación superior e inclusive el sector privado, busca incrementar la matrícula de estudiantes mexicanos en Estados Unidos en los próximos años, y reducir de esta forma la brecha del conocimiento.
Nuestras acciones no se limitan a las becas. La industria mexicana requiere cada vez de un número mayor de ingenieros y técnicos especializados, y la cooperación internacional contribuye a elevar el nivel de formación técnica y profesional del país.
De esta forma se está introduciendo de manera acelerada en México el exitoso modelo de educación dual de Alemania, bajo un enfoque nacional, por el cual los alumnos de escuelas técnicas o vocacionales concluyen su formación en las plantas industriales. El gobierno japonés, por su parte, está muy presente en la actualización de la formación en universidades técnicas cruciales para la industria automotriz.
El sector privado internacional también participa en esta tarea. Varios consorcios aeronáuticos se han implicado directamente en la creación y desarrollo de la Universidad Aeronáutica de Querétaro desde 2007, la cual ha influido en la implantación de numerosas empresas de este sector de punta y altamente competitivo en nuestro país.
Hoy, afortunadamente, tenemos la seguridad de contar con cuadros calificados para apoyarlas. Un caso similar tiene lugar en el ámbito de la minería, pues a través de la Fundación UNAM distintas empresas canadienses otorgan más de 100 becas para apuntalar la formación de expertos mexicanos en ese rubro.
En el siglo XXI, el capital humano es un factor decisivo para alcanzar elevados niveles de desarrollo. Y eso es lo que hoy impulsan gobiernos como el de México y el de Haití.