Efraín Hernández
El Buen Tono
acultzingo.- La flor de Cempasúchil simboliza el Día de Muertos en México, gracias a su color y aroma, es uno de los elementos más representativos de las ofrendas para los muertos.
La flor de Cempasúchil es originaria de México, su nombre proviene del náhuatl “Cempohualxochitl” que significa “veinte flores” o “varias flores”.
En Acutzingo, el último municipio el cual divide a Veracruz con Puebla, se encuentra una familia que desde hace varias generaciones se dedica al cultivo de la flor de Cempasúchil, famosa por su intenso color amarillo y por su tradicional uso en las ofrendas de Día de Muertos.
Y es que a pesar de que las flores son uno de los adornos más populares en las tumbas y ofrendas de Día de Muertos, la “flor de veinte pétalos” (por sus raíces en lengua náhuatl cempoal-xochitl, veinte-flor), únicamente florece después de la época de lluvias.
El señor Juan Manuel Torres sigue el ejemplo de su señor padre, se dedica al cultivo de esta flor emblemática que se usa para los altares del Día de Muertos, con ese color amarillo intenso, el tallo puede llegar a medir hasta un metro de altura, mientras que sus botones pueden alcanzar los cinco centímetros de diámetro.
“Desde que mi padre vivía, más o menos 30 años sembrado flor, pero este año ha sido el peor en la siembra y cosecha, ya que se quedó mucha flor en los terrenos y en los negocios”, mencionó durante la entrevista.
Cabe hacer mención que esta flor, fue empleada y elegida por nuestros antepasados mexicas durante la época prehispánica, para tupir con cientos de ejemplares los altares, ofrendas y entierros dedicados a sus muertos.
Símbolo de vida y muerte
La flor tiene una gran relevancia cultural al simbolizar la celebración del Día de Muertos en México, especialmente donde se asientan las comunidades originarias, como es el caso de las zonas de la Huasteca, la Sierra Otomí-Tepehua, y el Valle del Mezquital, en el estado de Hidalgo. Antiguamente, la flor era considerada por los mexicas como un símbolo de vida y muerte.
Es una tradición crear tupidos senderos con los pétalos de las flores, desde el camino principal hasta el altar de la casa con la finalidad de guiar a las ánimas hacia los altares.