Por: Andrés Timoteo / columnista
FAUNAZO
Con la entrega en comodato de la hacienda El Faunito, ubicada en Fortín de las Flores, al Instituto Nacional de Ecología (Inecol) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) se obstaculiza temporalmente –ojo, que no se detiene- la intención del próximo Gobierno estatal para devolverle esa finca al exgobernador Javier Duarte de Ochoa, una vez que salga de prisión por allá del 2021.
“Legalmente”, así entrecomillado, el rancho pertenece al Gobierno de Veracruz, según consta en el expediente 8625 del Tomo 185 del Registro Público de la Propiedad, pero no se descarta que con las nuevas administraciones federal y estatal se modifiquen los términos y se extinga la propiedad estatal para ponerlo a disposición del cordobés, en el caso de que lo reclame.
El fantasma de un ‘faunazo’ no está exorcizado, ya que tanto el Partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) como el gobernador electo, Cuitláhuac García, le deben mucho a Duarte de Ochoa. Por lo pronto, el Mandatario estatal puso un candado para evitar que eso suceda al destinarlo como un espacio para la conservación del medio ambiente y la investigación científica.
Ayer se dio la entrega formal a las dos instituciones que lo tendrán bajo resguardo y según el proyecto, el sitio albergará un centro de estudios sobre cafeticultura y talleres de capacitación para la conservación ecológica, la gestión ambiental y educación para el desarrollo sustentable. Allí, los pobladores de la zona Centro, y de todo Veracruz, podrán acudir para apreciar una colección de orquídeas y bromelias endémicas de la región, pues se planea habilitar un jardín botánico.
“Hoy termina una historia oscura de corrupción, que llegó a convertir este inmueble en el ícono de esa etapa, para empezar a transformar a ‘El Faunito’ en un espacio limpio, consagrado a la ciencia, la cultura y las artes y así, dar una imagen distinta de Veracruz”. Exacto, con flores, arte y buenas intenciones se busca limpiar el estercolero que ese lugar representaba en manos de Javier Duarte de Ochoa.
El predio tiene un valor de 200 millones de pesos; se le invirtió para construir una cascada artificial, tiene 15 habitaciones, baños con jacuzzi, sala de cine, una cava con mil botellas de vinos importados, cancha de tenis, fútbol y paddle, albercas y hasta una capilla propia, dedicada al Sagrado Corazón de Jesús.
Ya no se diga el mobiliario y las obras de arte que allí se localizaron, mismas que ahora se exhiben en la sede del Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC) en el Puerto de Veracruz, en una exposición llamada “Arte Recuperado”, aunque esa exhibición nunca se volverá a montar en un espacio público durante el sexenio que iniciará en diciembre, además de que hay el riesgo que las obras de arte se devuelvan a Duarte, como ya se advirtió.
Los hechos así lo anticipan. Ayer, mientras “El Faunito”, que fue el ícono de la corrupción duartista, era entregado en comodato a instituciones científicas y de conservación ecológica, el gobernador electo, García Jiménez, daba pasos hacia atrás al elevar a otra duartista a su gabinete, Silvia Alejandre Prado, quien habría sido designada como próxima titular del IVEC, institución que se convertirá en la Secretaría de Cultura.
Si Alejandre Prado censuró obras artísticas que criticaban a Duarte de Ochoa durante su gestión como responsable de la Galería de Arte Contemporáneo de Xalapa, ¿a poco creen que dejará que se siga exhibiendo el arte robado por el exgobernador? Es más, la casa de Tlacotalpan también será devuelta al cordobés, dicen los enterados. Así, el ‘faunazo’ también será cultural ya que el duartismo está de regreso a Palacio de Gobierno, ¿qué no?
LA PACIENCIA DE CÁRDENAS
En su libro “La lucha por la paz y el pan”, publicado en 1950, el historiador estadounidense, Frank Tannebaum describía al presidente Lázaro Cárdenas como una persona que tenía “una paciencia inagotable”. Relató que pasaba horas y horas escuchando a campesinos, obreros y pescadores, sin interrumpirlos. “Necesitan tanto (que) paciencia es lo menos que puedo ofrecerles”, decía el general michoacano.
No fue el único biógrafo que comprobó esa cualidad, pues ya en 1938 los historiadores Silvia Castleton y Nathanaiel Weyl la citaron en su obra “La reconquista de México, los años de Lázaro Cárdenas”. Era sorprendente “su capacidad de escucha y su contacto directo con el pueblo”, atestiguaron. El periodista mexicano, Francisco Martínez de la Vega, quien reporteó el sexenio cardenista, también lo comprobó.
“Si no se le ha visto charlar con los campesinos, escuchar con paciencia sobrehumana sus lentas, repetidas y torpes exposiciones, no se ha conocido a este hombre excepcional. Tiene la grandeza de preocuparse por lo pequeño, por lo individual, con la misma generosidad que por lo grande y colectivo”, escribió Martínez de la Vega. Por eso lo llamaban “Tata Cárdenas”, por su paciencia para escuchar a los pequeños.
La figura de Cárdenas es uno de los íconos que el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador usó en sus largos dieciocho años de campaña electoral, junto con las de Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Francisco I. Madero -poco habla de Emiliano Zapata y Francisco Villa para no meterse en problemas, porque sus ideas de cambio radical siguen encendiendo ánimos-, pero el tema viene al caso porque si bien utiliza al michoacano como bandera de promoción, no lo imita en su tacto con el pueblo.
Se acaba de anunciar, por decisión unilateral no consensuada con las organizaciones que se alistaba para participar- la cancelación de los llamados Foros de Escucha por la Pacificación y Reconciliación en los estados de Sinaloa, Tabasco, Morelos, Tamaulipas y Veracruz, algo que es sorprendente dado que al menos cuatro de esas entidades tienen crisis humanitarias por la “ola” de violencia y lideran las estadísticas de personas desaparecidas y de fosas clandestinas.
¿Por qué negarse a oír a las víctimas? La explicación es inmediatista y casi insultante: que las propuestas de leyes sobre esos temas tienen que estar listas el 24 de octubre y hay “una necesidad urgente de sistematizarlas”, afirmó Alfonso Durazo, próximo secretario de Seguridad Pública y uno de los encargados de esos foros. Pero ¿cómo van a “sistematizar” las propuestas si éstas se iban a dar en los foros suspendidos?
Y viene otra respuesta insulsa de Durazo: que los que iban a participar en dichos foros, víctimas o colectivos pueden mandar sus sugerencias a una dirección web si quieren que sean incluidas. Así de fácil, como haciendo el favor de considerarlas como si se tratara de un concurso de ensayos. ¿Y el indígena violentado que no sabe leer y escribir cómo va a enviar su opinión ‘on line’? ¿Y la ama de casa que a duras penas se da tiempo para buscar a su hijo o hija desaparecida? ¿y el obrero o el albañil que nunca ha encendido una computadora ni conoce los smartphones?
IGUAL QUE FOX
Con una decisión burocrática e inmediatista todas esas voces ya quedaron fuera de las opiniones que, se supone, serían el soporte para las propuestas de pacificación del País. Y no es algo que pase por casualidad, impericia o descuido de los organizadores, esos que promueven la “Cuarta Transformación” del País, sino que todo apunta a una historia ya contada. Una vieja estrategia de simulación.
Hay que recurrir a la terca memoria para entender las cosas: el sonorense Alfonso Durazo fue secretario particular de Vicente Fox cuando era candidato a la Presidencia de la República y uno de sus estrategas de imagen institucional -luego fue vocero de Los Pinos-. En el año 2000 cuando Fox buscaba el voto, Durazo trabajó de la mano con Martha Sahagún, la entonces vocera del guanajuatense, y fue el autor de esa promesa infame de que el conflicto en Chiapas se resolvería “en quince minutos”.
A Vicente Fox le funcionó de maravilla la retórica de dar solución en un cuarto de hora a la tensión en la selva chiapaneca -donde en 1994 salió a la palestra el Ejército Zapatista-y obtuvo el respaldo de sectores de izquierda y prozapatistas -no por la mascarada del EZLN sino por las viejas exigencias de justicia en el ideario de Emiliano Zapata-. Lo escucharon entusiasmados y lo votaron, aunque todo fue un engaño.
Hoy, los foros de escucha parecieran ser la reedición de los “quince minutos” del foxismo, Durazo vuelve a hacer de las suyas bajo la complacencia de otro caudillo -¿los “15 minutos” del Peje?-, que convoca a escuchar al pueblo y sus allegados cancelan las escuchas con argumentos fatuos. Así, López Obrador llegará a Palacio Nacional con un legajo de propuestas que no vendrían de la opinión de las víctimas sino de las decisiones del foxista Durazo y otros advenedizos.
Ya en varios foros se intentó manipular las propuestas, sesgándolas en los resúmenes para apuntalar la decisión de dar amnistía a los criminales, lo que ha sido rechazado abiertamente por los participantes. Ahora, bajo la excusa del tiempo, se cancelan los foros de escucha. ¿Qué acaso el problema de la violencia en el País no merece el tiempo suficiente para oír a las víctimas?, ¿No aprendieron del ejemplo de Lázaro Cárdenas para escuchar con paciencia al pueblo, aun cuando sus opiniones sean torpes, dilatadas o toscas?
Ante la ola de críticas por la cancelación de los foros de escucha, la futura secretaria de Gobernación, Olga Sánchez, intentó amainar el enojo popular diciendo que los foros “se reanudarán después”, y la pregunta es obvia, ¿cómo para qué si las propuestas para la política de pacificación del País y de leyes que la apuntalen ya estarán integradas? ¿no es una burla eso, decir que hablen lo que quieran después de las decisiones ya estén tomadas por la cúpula?