Córdoba.- A pocos días de cumplir 99 años, el próximo 24 de septiembre, falleció José Ángel Merced Solís Tornel, creador de la marca y centro de trabajo donde se manufactura el Calzado Solís.
Libre pensador, ateo, carismático, trabajador, transformador, logró desde mediados del siglo pasado a la fecha hacerse de amigos en lo familiar y lo comercial, como pocos, gracias a sus celebradas cualidades humanistas: franco, dicharachero, crítico, objetivo y sensible a las necesidades de sus allegados de labores y sangre.
Tejiendo fino entre compromisos financieros y sociales, risueño por naturaleza, los éxitos no lo hicieron “perder el piso”, ni los fracasos el sueño. La constancia hasta el logro de objetivos, fue una cualidad que le caracterizó desde pequeño: en donde nació (región poblana de Tepeaca y Molcaxac) lo conocían como El maestrito, pues desde los nueve años era un experto tahonero, o panadero; además, en tiempos de montaña y de los años 30´s, no dudaba en cargar de pan a sus recuas para irse a ofrecer el producto a pueblos circunvecinos, sin temerle a la noche, el frío, ni a los aguaceros.
Por razones propias de la vida de cada quien, tuvo que salir de su región por allá de 1935, avecindándose en la ciudad de Orizaba; donde llegó como salió de la mixteca poblana: humilde, vistiendo ropas de manta, y, sonriente. Allí supo de la industria del cuero, e interesado, al poco tiempo junto con su hermano Ángel Solís Tornel (+) fueron dueños en la ciudad de Córdoba, de una tenería situada en la calle 5 entre avenida 7 y 9. Zona de la ciudad de la cual ya nunca saldría.
La tenería cerró sus puertas en los años cincuentas, y, en 1952, junto con Aurorita (+), su esposa de toda la vida, empezó a hacer artesanalmente huaraches con correas de cuero, grapas y suelas de llanta de camión. Éstos fueron “los primeros pasos” de SOMER, para honor de nosotros, sus hijos, nietos, bisnieto, anexas y conexas. Reflexionando rápidamente sobre cuitas de nuestro amado padre, pienso en tantas historias que recuerdo de él sobre sus enterezas, decisiones y acciones prácticas relevantes, que, sin dudas, me permitiría llenar hojas de apasionados recuerdos.
Destaco un signo que le aprendí y me digna en continuar su línea reflexiva: la racionalidad de su pensamiento tan intensamente emocional, que le permitió “aprender a aprender velozmente” sin necesidad de asistir nunca –si siquiera- a la primaria. Auto-didáctico al natural, fue él mismo su más incisivo crítico: por ello fue capaz de integrar el legado material, emocional e intelectual que nos ha permitido como empresa familiar sostenernos en el mercado a pesar de la crisis y de la liberación del mercado a productos extranjeros. Sin dudas: entre la personalidad de mi padre, quien fallece lúcido de pensamiento y habla, y el producto que nos enseño a realizar no hay distingos: siempre fue capaz de no diferenciar entre lo que pensaba y hacía.
Enhorabuena. Hasta para fallecer, nuestro padre nos lega la lección de haberlo hecho a las 15.10 de éste sábado que siempre hemos de guardar en nuestros recuerdos: una vez que había cerrado la factoría e iniciábamos el semanal descanso, para alistarnos, el próximo lunes a seguir haciendo lo que bien aprendimos de él.
Muchas gracias a todos por sus muestras de amor, cariño y afecto externadas en estas horas de pérdida material y fortalecimiento espiritual, que ha de redundar, en la convicción de continuar con su legado.