Por: Andrés Timoteo / columnista
Se quedaron pobres los (pre) candidatos a la Diputación Federal por el Distrito de Córdoba, Juan Lavín y Marisol Arróniz, uno por la alianza PRI-PVEM y la segunda por la coalición PAN-PRD-MC, pues en sus recorridos por los municipios regalan bolsitas de café molido y tamales rancheros. El exalcalde de Córdoba acudió a una reunión de 200 personas en Tomatlán y les llevó ¡tres paquetes de café de 50 gramos! Y no de un grano colombiano o brasileño para que valiera la pena, sino de la marca propia. O sea, el más barato.
Los asistentes a la encerrona no sabían si reirse o de plano rifar las tres bolsillas. Ese café con sabor a calcetín que se lo tome él, dijeron burlones. ¿Y los más de cien millones de pesos que se birló del Ayuntamiento no le alcanzan para otra cosa?, preguntaron otros más mordaces. Por su lado, la Arróniz con todo y petulancia tuvo que convivir con el pueblo, regalando tamales para el hambre -de a 200 pesos la lata-. Lo mismo en Chocamán, por más que intentó no pudo disimular su cara de “fuchi” para convivir con la ‘nacada’, afirman los lugareños. ¡Vaya par de exquisitos y tacaños!
Ambos competirán, según se anticipa, contra el candidato del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), quien frente a ellos ya tiene ganada la partida sin necesidad de repartir chácharas ni comida. El Diputado Local con licencia garantiza una derrota para ambos, claro, si no lo marginan para imponer al señoritingo azul, Hugo Fernández, quien es capaz de declinar a última hora por la Arróniz, a cuya familia le debe muchos favores.
Será interesante el duelo electoral en Córdoba, especialmente porque la alcaldesa Leticia López tendrá que decidir si apoya a la candidata de la coalición PAN-PRD-MC, tragándose el resquemor con la empresa familiar que se la tunde un día sí y el otro también, o paraliza el aparato municipal para no acercarle votos a la candidata, que pretende llegar con la ‘mesa puesta’ y los votos asegurados a base de los programas municipales. Ahí se verá el talante de López Landero y si resiste la presión que seguramente tendrá del Gobierno Estatal para ayudar a la candidata sin carisma.
SECRETO A VOCES
Ayer se dio algo inédito en el País, por vez primera serán sometidos a juicio al menos treinta elementos y mandos policiacos en Veracruz, involucrados en la desaparición forzada de personas durante los últimos dos sexenios. Ayer el gobernante en turno confirmó que se realizaron 17 órdenes de aprehensión contra exfuncionarios de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSPE) involucrados en ese delito de Lesa Humanidad, más dos que ya estaban detenidos por otros ilícitos, que son el extitular de la misma dependencia, Arturo Bermúdez Zurita y el exdirector de Readaptación Social, José Óscar Sánchez Tirado.
Dentro de los 17 capturados destacan Roberto González Meza, exdirector general de la Fuerza Civil y José López Cervantes, conocido como “Comandante Black” que fue titular de la denominada Fuerza Especial “Fieles” -nombre tomado de la Fidelidad, la marca del innombrable exgobernante-. Ambos son señalados de operar directamente el plagio de civiles y su posterior desaparición, utilizando elementos y equipo de la Policía Estatal.
Cabe destacar -apelando a la terca memoria- que en el caso del excomandante González Meza, su detención también hace justicia a los trabajadores jubilados del Instituto de Pensiones del Estado (IPE) que el 23 de diciembre del 2015 fueron reprimidos y desalojados de Plaza Regina -antes Plaza Lerdo- en Xalapa. González Meza fue quien personalmente encabezó el operativo para apalear a los ancianos como si fueran individuos peligrosos. Hoy está en la cárcel, como en su momento lo estuvo el exgobernador interino Flavino Ríos, quien ordenó la represión contra los pensionados.
El cumplimiento de la orden de captura por su responsabilidad en la desaparición forzada de civiles contra el exsecretario de Seguridad Pública, Bermúdez Zurita, también hace justicia a los familiares de personas desaparecidas que durante meses pidieron que al exfuncionario se le juzgara por los delitos de Lesa Humanidad y no sólo por daño financiero, por lo que se le detuvo hace exactamente un año y cinco días, el 3 de febrero del 2017.
Así, la élite policiaca de Javier Duarte -pero que venía operando desde el sexenio del innombrable- no sólo está siendo desarticulada sino sus integrantes llevados ante los tribunales. No son todos, pues todavía faltan al menos 12 exfuncionarios por aprehender, entre ellos el último secretario de Seguridad Pública de Duarte, José Nabor Nava Olguín, de quien inicialmente se dijo que también había sido detenido, pero después se confirmó que está prófugo. El Gobierno Estatal ofrece una recompensa de 1 millón de pesos por información que facilite su captura.
Todos estos malos policías y malos funcionarios, dijo el gobernador en funciones, Miguel Ángel Yunes, integraron un “régimen podrido” que se coludió con el crimen organizado. Era un secreto a voces que policías y funcionarios de alto rango estaban involucrados en la desaparición forzada de personas y también con las bandas del narcotráfico. Y atendiendo esta premisa, es obvio que falta capturar al peor de todos: al innombrable, quien abrió las puertas del infierno. Todas las iniquidades que cometieron los detenidos aquí citados son ‘peccata minuta’ -cosa pequeña- comparadas a lo que hizo ese indecible exgobernante.
Otro punto a resaltar es que se confirma que las instalaciones de la Academia Estatal de Policía, ubicada en El Lencero, municipio de Emiliano Zapata, fueron el centro de operaciones de esta cúpula podrida de la SSP, pues allí fueron llevadas muchas de las personas plagiadas. Ahí se les torturaba y se les asesinaba. La leyenda negra apunta a que ese lugar está plagado de fosas clandestinas. Esa Academia de Policía es un monumento al horror que se vivió durante la fidelidad -el duartismo fue una extensión tumorosa del régimen iniciado por el innombrable, ya se ha dicho-.
EL CABALLERO ANDANTE
En vísperas de que concluyan las precampañas de quienes aspiran a gobernar a Veracruz, se ha notado la soledad de un político mal aquilatado por sus mismos correligionarios. Se trata de José Yunes Zorrilla, quien es, quizá, el mejor candidato que ha tenido el PRI en los últimos doce años, independientemente del mal momento que le tocó para contender por la Gubernatura. A todos les consta que el Senador con licencia nunca ha sido un perezoso, a diferencia de su homólogo, Héctor Yunes Landa, quien ha sido catalogado entre los cuarenta legisladores más haraganes del País.
Como senador, Yunes Zorrilla tuvo una asistencia en promedio del 96 por ciento a las sesiones plenarias y de comisiones. Además ni uno solo de sus homólogos -de ningún partido- cuestionó su desempeño al frente de la Comisión de Hacienda, una de las más observadas por su importancia. Lleva un par de décadas haciendo faena en su carrera política: alcalde de Perote, Diputado Local, Diputado Federal y Senador. Ya probó la derrota en el 2006, que no fue fortuita sino emponzoñada por el innombrable, quien buscó frenar su carrera política. Eso caló su resistencia al infortunio.
Un error fue ser demasiado confiado. En el 2010, cuando retrajo sus aspiraciones en favor de Javier Duarte, de funestas consecuencias, y en el 2016 cuando hizo lo mismo con Héctor Yunes, quien llevó al PRI a la derrota histórica. Después, ambos se portaron desleales con él cuando buscó su propia oportunidad. Lo bloquearon y lo atacaron. Conoció con ellos el rostro de la traición y la mezquindad política. Hoy el patético Yunes Landa le escamotea hasta el acompañamiento en sus recorridos y en las sombras le coloca guijarros.
Ahora, en la búsqueda del voto, Yunes Zorrilla camina la Entidad en solitario, además tiene que convencer que no todos los priistas son corruptos. Trata de lavar la fama del tricolor y pide un voto de confianza, pero lo hace en evidente soledad, pues muchos otros no se atreverían a hablar de honorabilidad porque no son honorables y también porque hay convenencieros que ya aceptaron la derrota antes del día de elecciones. Están de ‘brazos caídos’ o colaborando para sus
competidores.
La leyenda urbana cuenta que muchos en el tricolor ya fueron a Morena o pactaron con los azules. Otros más están agazapados porque no alcanzaron nominaciones ni lograron colocar a sus recomendados en las mismas. ¿Alguien ha visto a Elizabeth Morales, a Guadalupe Ingram, a Oswaldo Cházaro, a Juan Carlos Molina, a Juan Manuel Diez, a Sonia Sánchez o a Edmundo Martínez Zaleta a su lado? No es que ellos den una imagen de buena fama, pero eran los que presumían tener convocatoria entre la militancia. Hoy están ausentes en la campaña, escondidos y llorando su berrinche. El proyecto de ellos nunca fue Yunes Zorrilla ni el PRI, sino sus intereses personales.
Por otro lado, la nueva dirigencia estatal del tricolor, a cargo del exalcalde de Xalapa, Américo Zúñiga, resultó un fiasco. El tipo no hace nada. La mayoría de las dirigencias municipales son un desastre. En al menos 60 municipios que dejaron de ser gobernados por el PRI, los comités están desmantelados y sus integrantes fueron captados -más bien cooptados- por las nuevas administraciones locales, principalmente las panistas.
¿Y Américo Zúñiga? La respuesta de los líderes del tricolor es la misma: ni lo conocemos.
En otros municipios hay militantes que llevan semanas llamando a Zúñiga Martínez para pedirle apoyo y recomponer la estructura partidista, pero éste no los atiende. Sus allegados les dicen que “no hay dinero”, el argumento para quitárselos de encima. Carente de talento para la operación electoral y política, Zúñiga reduce todo a cuestiones monetarias. Piensa que si lo buscan es para pedirle dinero, por lo que ni toma el teléfono ni atiende los recados.
Pero el caso más desastroso está en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río-Medellín de Bravo, donde hay 265 mil votos en juego, según los datos de los últimos comicios y suficientes para definir la elección estatal, pero ni así Zúñiga Martínez se ha parado por esos lares y a cinco meses de la elección los mismos priistas ya dan por perdida la plaza. Así se confirma que para la causa del peroteño nadie teje, ni zurce ni amarra. ¿Yunes Zorrilla es el caballero andante de la política, como lo llaman algunos? Tal vez, pero lo que sí se comprobó en la precampaña es que fue un andante solitario.
En las siguientes columnas se dará cuenta de la evaluación de los otros tres contendientes por la Gubernatura durante los 50 días de precampaña: Judith Sheridan González, del Panal; Miguel Ángel Yunes Márquez, de la coalición PAN-PRD-PMC y Cuitláhuac García Jiménez, de Morena-PT-PES.