Las investigaciones aún no definen una conclusión, de hecho apenas están empezando a realizarlas. Sin embargo, la pura idea aterroriza. Y no es que aquí se hayan “inventado”, pero lo cierto es que por la cercanía —que no sólo de territorio, sino también de coyuntura—, resultó en verdad tristísimo el hallazgo de una fosa en Texas con decenas de cuerpos, cerca de la localidad de Falfurrias.
Y cómo no nos parecerá triste y de terror: en los últimos tres años, y según los números que se anotan en los archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional se han encontrado cerca de 246 fosas clandestinas que suman 534 cadáveres. Y eso hasta febrero de este año, en los meses que siguieron hasta hoy, se han localizado más fosas, más cuerpos y, claro, todos ellos encontrados como resultado de los operativos que se realizan contra el crimen organizado.
Desde luego que el episodio más tétrico de todos, por su dimensión, fue el ocurrido en Tamaulipas, en la localidad de San Fernando. Y es que Tamaulipas, estado que justamente hace frontera con Texas, es el territorio nacional en el que más fosas se han encontrado, de las que corresponden al número que escribíamos un párrafo arriba, al menos 99 se hallaron en ciudades como Ciudad Victoria, Nuevo Laredo o Matamoros.
Las narcofosas para exportar. Qué fuerte. Pero más fuerte aún que la mayoría de los cuerpos que se han descubierto correspondan a inmigrantes, aquellos que, según algunos con suerte que lograron escapar, eran retenidos por miembros de grupos criminales y obligados a incorporarse a sus filas como sicarios. La historia que supimos en aquel entonces, cuando la fosa en San Fernando, también nos dijo que quienes se negaban eran asesinados. Veían ahí truncado su sueño de cruzar la frontera para cumplir aquel otro, el americano.
Las autoridades de Texas declararon con respecto a la fosa en Falfurrias, que todo remitía a que también ahí los cuerpos encontrados correspondían a inmigrantes. Por supuesto que el móvil aquí no va como lo que ha ocurrido en nuestro país —en el sentido estricto del crimen organizado–, pero desde luego que habla de una de las tantas circunstancias por las que tienen que pasar los migrantes: algunos son engañados por quienes prometen “brincarlos” al otro lado y terminan en medio del desierto acompañados sólo con su suerte. Aunque claro que la duda —y la investigación— va en dirección a responder quién construyó la fosa.
Las muertes de cientos de migrantes son también consecuencia de una política migratoria estadunidense débil, que sigue esperando por alcanzar una realidad que ayude, como vemos, no sólo a asegurar la calidad de vida y seguridad dentro de los migrantes establecidos ya en Estados Unidos, sino también a eliminar los riesgos que éstos encuentran cuando apenas están en el camino al sueño que sigue sin recibirlos. Muy preocupados por su seguridad nacional, pero deberían también hacerlo por quienes llegan a su territorio a volverse parte de esa mano de obra que sigue sin los derechos básicos suficientes.