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Experiencia

Superiberia

Del latín experientia, derivado de experiri, comprobar, se compone de tres partes diferenciadas: el prefijo ex, que es sinónimo de “separación”; la raíz verbal peri, que puede traducirse como “intentar”, y el sufijo entia, que equivale a “cualidad de agente”, como una forma de conocimiento o habilidad derivados de la observación, de la participación y de la vivencia de un evento o proveniente de las cosas que suceden en la vida, es un conocimiento que se elabora 

colectivamente; según el diccionario de la Real Academia Española; “Práctica, costumbre, hábito, pericia, veteranía, mundología, maestría, destreza”.

 

En diferentes épocas pensadores y filósofos han acuñado definiciones de la acepción experiencia llamándola también como “conocimiento empírico” o “un conocimiento a posteriori”, citando unos: “Entre hombre y hombre no hay gran diferencia. La superioridad consiste en aprovechar las lecciones de la experiencia”, Tucídides (460 AC-396 AC) Historiador ateniense; “La experiencia es una buena escuela, pero la matrícula es muy cara”, Heinrich Heine (1797-1856) Poeta alemán; “Una espina de experiencia vale más que un bosque de advertencias”, James Russell Lowell (1819-1891) Poeta y escritor estadounidense. 

 

“Una experiencia nunca es un fracaso, pues siempre viene a demostrar algo”, Thomas Alva Edison (1847-1931) Físico e inventor estadounidense; “La experiencia no tiene valor ético alguno, es simplemente el nombre que damos a nuestros errores”, Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés; “La experiencia no consiste en lo que se ha vivido, sino en lo que se ha reflexionado”, José María de Pereda (1833-1906) Escritor español; “La experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede”, Aldous Huxley (1894-1963) Novelista, ensayista y poeta inglés; “La experiencia es un maestro feroz, pero está claro que te hace aprender”, Clive Staples Lewis (1898-1963) Escritor británico; “La experiencia es algo que no consigues hasta justo después de necesitarla”, Sir Laurence Olivier (1907-1989) Actor, director y productor británico.

 

Recapacitamos al caso, lo que mucho se ha dicho y de diferentes maneras; los hijos en la niñez admiramos a los padres, los juzgamos en nuestra juventud, los reconocemos en la madures y les damos la razón en la vejez, muchas veces demasiado tarde, por los errores cometidos por nuestra inexperiencia y no valorar a los hombres y mujeres que procuraron darnos las herramientas necesarias y guiarnos con el juicio de haber sentido, conocido o presenciado algo, que por su práctica prolongada obtuvieron el conocimiento o habilidad para hacerlo, que no se obtiene, si no por medio del conocimiento de la vida adquirido por las circunstancias, acontecimientos o situaciones vividas, de esto el apotegma “quien no conoce la historia, está condenado a repetirla”, o el dicho popular “nadie experimenta en cabeza ajena”. En las profesiones, artes, ciencias y oficios, es la habilidad o conocimiento, que sobreviene gracias a la práctica sistemática en o de alguna cuestión, por las experiencias adquiridas a lo largo de la vida, situaciones que se producen y que permiten decidir cuestiones fundamentales en la vida, porque siempre aquel evento que nos sucede y que nos deja una marca y un aprendizaje estará latente y presente para aparecer cuando sea necesario usarlo como antecedente para decidir seguir adelante o no con una cuestión, pues la vida siempre deja un aprendizaje y quien diga lo contrario miente, con esa visión que consideramos muchos concordaran concluimos.

 

No resulta necesario ser docto en política, ciencias, filósofo, adivino o crítico de café, si los últimos 10 años de Gobierno en Veracruz, no nos dejan una marca por su trascendencia, al haberse desarrollados sin un planteamiento claro en lo económico, lo social y ni siquiera en lo político, y no nos dan una experiencia de vida en estos rubros, como dijera el filósofo griego Platón “El precio de desentenderse de la política, es el ser gobernado por los peores hombres”, destinados a la desilusión, desengaño, fracaso, frustración, decepción, no se puede ocultar lo cotidiano, hemos marchado de mal, en peor, de lo obscuro y perverso de la detentación de “todo el poder” por medio de la corrupción, el contubernio, el arreglo obsceno, la confabulación constante. 

 

La amenaza y el chantaje; a la improvisación, negación, la ocurrencia, la insensatez, la opacidad, el planteamientos de legislaciones a modo, por imberbes ungidos a cargos de responsabilidad, que carecen de los protocolos más elementales de moral y respeto, en el desempeño del servicio público y que rompen los principios legales y constitucionales más elementales, con la desgracia de carecer o haber perdido a la juventud rebelde, contestataria, que permite la evolución y el constante cambio social.

 

Saludos…

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