Amatlán.- Varias personas participaron en el recorrido por el panteón municipal, contaron historias que vivieron o leyendas, recordando la zona de La Pochota donde muchos murieron derivado de castigo o un acto delictivo.
Un orizabeño que llegó a vivir a la localidad contó que un vecino le narró una leyenda de este lugar, en la que un varón al transitar por La Pochota a las 23:00 horas escuchaba los pasos de otra persona, pero al voltear no veía a nadie, cuando de repente de entre las sombras un hombre se le acercó, no vio con certeza de dónde salió por lo oscuro del lugar y porque es de cañales.
El episodio lo sorprendió y le dio miedo, pero como siempre trataba de ser precavido portaba consigo un cuchillo, este sujeto besó a la persona, por lo que en su defensa sacó el cuchillo y trató de apuñalar a aquel ser, pero al llegar a una zona poblada el cuchillo estaba limpio, sin sangre.
Los vecinos recuerdan que La Pochota es una zona donde fueron colgados ladrones en tiempos añejos como castigo, y para que otros evitaran robar; sin embargo, en otros tiempos aquí fueron hallados cuerpos por razones desconocidas.
Otro relato fue el de Jacinto, quien no creía en que en estas fiestas de Fieles Difuntos vinieran los muertos por sus ofrendas, estaba molesto porque su madre no le heredó unas monedas. Por ello, no quiso apoyar en los gastos para colocar el altar, mientras que sus familiares hicieron lo que pudieron para cumplir, mientras él se quedó en el cerro Altepecinatl.
Indicó se durmió en un árbol, no regresó y su familia recordó que esto podría ser porque no quería aportar dinero para la ofrenda. En la madrugada escuchó unos quejidos y lamentos y observó una fila de personas a las que no se les veían los pies, quienes llevaban canastas y flores, vio a sus familiares con una luz y tras ellos a otros a los que no les pusieron nada.
Luego de que Jacinto no regresó a su casa su amigo Macario y sus tías salieron en su búsqueda, encontrándolo tirado, luego de que en la rama del árbol donde estuvo se rompió y cayó al suelo.