El estado sureño de Rio Grande do Sul, en Brasil, enfrenta una crisis humanitaria tras ser azotado por un fuerte temporal que ha dejado miles de damnificados. Cinco personas han perdido la vida y 18 están desaparecidas debido a las intensas lluvias, que han afectado a 77 municipios y obligado a casi trescientas personas a abandonar sus hogares.
El gobernador Eduardo Leite ha realizado un dramático pedido al presidente para el envío inmediato de asistencia, mientras que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha prometido ayuda federal y ha atribuido el desastre al cambio climático que afecta al planeta.
Las autoridades se centran en labores de rescate de personas aisladas por las inundaciones, con pronósticos que indican un empeoramiento de las condiciones meteorológicas. Se espera que las lluvias continúen elevadas, con riesgo de inundaciones en varias áreas y situaciones severas en los valles de Caí y Taquari, donde las aguas ya se desbordaron en noviembre pasado.
Las fuerzas armadas han desplegado aviones capaces de realizar vuelos nocturnos para realizar rescates en zonas de difícil acceso, mientras que aeronaves de la policía también estarán listas para unirse a la tarea, esperando condiciones meteorológicas favorables.
Este desastre natural se suma a una serie de eventos extremos que ha sufrido Brasil en los últimos meses, incluyendo fuertes lluvias en el sureste que dejaron al menos 25 muertos, una ola de calor en marzo y temperaturas extremas en Rio Grande do Sul en febrero.
Expertos atribuyen estos fenómenos al cambio climático y una agudización del fenómeno de El Niño, destacando la urgente necesidad de tomar medidas para mitigar sus efectos devastadores.