Washington.- La gente compara lo que pasó en Culiacán con Irak, con la película de Black Hawk Down”, dice Marco Millán, un bombero voluntario y paramédico con 15 años en la capital de un Estado que ha sido testigo de un despliegue de fuerza del narcotráfico nunca antes visto.
“Los bomberos no salieron el viernes. Se tomó esa decisión”, explica Millán.
Las llamas de los nueve vehículos -de los 42 despojados con violencia en una jornada de locura-, que fueron incendiados para bloquear las calles, se extinguieron el viernes, cuando se consumió el combustible con el que fueron rociados.
“Algunos coches seguían humeando hasta que se apagaron solos”, aseguró.