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Es el poder… no el pueblo

Superiberia

En los próximos días y hasta unos antes de junio del 2021 viviremos una saturación de mensajes políticos, mentiras, verdades y verdades a medias, porque habrá de realizarse uno de los procesos electorales más complejos para renovar o reelegir diversos cargos públicos.

En estas elecciones hay mucho en juego, que es la mayoría artificial que el movimiento Morena se construyó en la Cámara de Diputados y que la tiene en el Senado. El PRI, y ahora el movimiento político que está en el poder, han sido los únicos que habían tenido el control absoluto del Congreso.

Desde 1997 (Ernesto Zedillo como Presidente) ningún presidente de la República tuvo el control del Congreso. Este largo periodo fue sumamente prolijo en el diseño y aprobación de leyes. Podríamos decir que la institucionalización del país se construyó a lo largo de esos 21 años.

La creación de diversos órganos constitucionales autónomos fue uno de los grandes frutos porque le dio a México un entramado de pesos y contrapesos que fortalecieron el control del poder —antes concentrado en un presidente deseoso del absolutismo. Esto es uno de los elementos esenciales de la democracia.

La pluralidad y el contrapeso hizo necesario que el Ejecutivo se sentara con las demás fuerzas políticas representadas en el Congreso a negociar la construcción de políticas públicas y normas, incluidos cambios a la Constitución, conciliando todos los intereses.

La corrupción existió y sigue existiendo, ya se han desvelado casos, pero no es la democracia la que los produce, sino la connivencia de intereses. Sin embargo, usar el discurso de la corrupción para derrumbar la pluralidad democrática es un sofisma. Es engañar al pueblo.

Así, el lector puede hacer su propia valoración del por qué hoy existe una persistencia en destruir estos controles, para volver a una presidencia sin controles.

Se explica el por qué la Suprema Corte vive bajo asedio, los jueces de la democracia son denostados y por qué la CNDH quiere ser desnaturalizada para convertirla en una Procuraduría de Pobres, cuando los derechos humanos son universales, es decir, de todos y para todos.

Una cosa para tomarse en cuenta es que la naturaleza de los políticos los traiciona. Todo presidente busca el continuismo. Por eso es que, a pesar de la pandemia, se reiniciaron las giras de las autoridades, porque, en el fondo, se busca la presencia ante el electorado, la inauguración de obras y el ofrecimiento de recursos directos, el anuncio de programas sociales.

Todos lo hacen, pero, lector, como decía el clásico, si el gobierno le ofrece dinero, tómelo y vote por quien quiera. No lo compromete a nada. Sin duda, la democracia vale la pena y la corrupción debe ser combatida por instituciones que actúen libremente, no por voluntad de una sola persona.

Como mencionaba a un inicio, estaremos siendo bombardeados de miles de mensajes que van a buscar engañarnos. Sí, al pueblo también se le engaña.

Escucharemos de complots, de mafias, de dictadores, de empresarios corruptos, de todo. Pero, estimado lector, no confíe en las redes sociales, verifiquemos la información en los medios serios y formales.

Cada uno puede informarse en el diario o el portal que se ajuste a sus preferencias políticas, pero tome en cuenta que los contenidos en redes sociales o mensajes pasados de celular a celular no pueden ser verificados, y lo que quieren es engañarlo y utilizarlo.

Ya vivió una experiencia electoral y ha tenido tiempo de pensar si fue o no la mejor opción. Hágalo informado.

Además de la mayoría en la Cámara de Diputados federal, lo que estará en juego en las elecciones de 2021 serán 15 gubernaturas, 1,924 alcaldías, 1,063 diputados locales en 30 estados y 431 juntas municipales.

El padrón de votantes o lista nominal es de 94.8 millones de electores y se instalarán 161 mil casillas. Será, sin duda, una gran prueba para cada uno de nosotros, poder votar por quien creamos que representa la mejor opción y rechazar a aquellos que no hicieron un digno trabajo.

Me explico. Por primera vez, los legisladores se reelegirán, por lo que muy seguramente se le aparecerán en las campañas, le mandarán bolsas del mercado o promocionales o le mandarán informes de las iniciativas en las que participaron, etcétera.

Sin embargo, debemos preguntarnos si realmente votamos para que un diputado vaya a levantar sólo la mano porque lo manda su partido o el Presidente de la República, sin que ello sea en beneficio de nuestras comunidades.

Hoy tenemos un poder ciudadano para refrendar a los que trabajaron por su comunidad o echar a los que sólo levantaron la mano sin importarles sus representados.

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