Casi no sabemos acerca de la forma en que sentimos y hacemos sentir, pero lo que sí es seguro es que los demás alrededor nuestro nos clasifican fácilmente en seres sensibles o insensibles. El terreno de las emociones siempre nos será sorprendente y desconcertante, pues la inteligencia emocional es así. La inteligencia emocional es sorprendente… tanto que puede tomar decisiones y poner en acción a todo el organismo humano sin detenerse a pensar en el qué y el por qué está haciendo algo. La inteligencia emocional es desconcertante… pues produce una sensación de certeza muy fuerte por la forma sencilla y simplificada de ver las cosas. Solemos decir que pensamos y que es la razón la que guía nuestras decisiones, pero resulta que en la vida diaria esto no sucede así, ya que estudios especializados demuestran que la mayoría de las decisiones las hacemos basadas en sentimientos, no pensamientos.
¿Pensar o sentir?..
Cuando comparamos las formas de actuación de la inteligencia emocional contra las de la inteligencia racional podemos apreciar serias diferencias como ser mucho más rápido para tomar decisiones, tanto que la necesidad de actuar no entre por la conciencia y que pueda por ello activar una de las capacidades del hombre menos usada: la intuición. Por supuesto que también tiene sus defectos, como el hecho de que a veces tenga que sacrificar la exactitud a favor de la rapidez de actuación o que produzca muchas veces el horrible sentimiento del arrepentimiento cuando se pronuncian palabras destructivas o realizan acciones incorrectas por haber actuado bajo el influjo de emociones negativas como la ira o el miedo; ni modo… la inteligencia emocional es así y su correcto manejo será la parte del juego que se deberá aprender si es que se desean tener mejores relaciones humanas.
La difícil sensibilidad…
Llevo ya 20 años trabajando como consultor en imagen pública y ese rol me ha permitido codearme con gente influyente en los terrenos de la política, la empresa y el entretenimiento, se los cuento porque en este devenir de los tiempos he podido tratar con personas poseedoras de un altísimo nivel de inteligencia racional, pero que a la hora de manejar sus emociones fracasan estrepitosamente. Debo confesarles que ya no me sorprende que un gran empresario acuda a consulta porque aún sabiendo de su importancia a nivel económico, se sienta muy mal porque su liderazgo está basado en el miedo y entonces necesite estrategias de imagen pública que le permitan ser querido. Tampoco llama ya mi atención el hecho de que un político que desea ser gobernador nos encargue un plan maestro de imagen pública para su campaña y que después de haberlo analizado, discutido, aceptado y pagado (¡ojo! todos ellos actos racionales) lo abandone en el camino electoral y finalmente se lleve un revés en los resultados de los comicios por la simple razón de haber parecido poco simpático a la ciudadanía.
La simpatía…
La simpatía nada tiene que ver con ser chistoso, con hacer reír a la gente contándole cuentos sabrosos aderezados de capacidad histriónica, la simpatía es una cualidad que sólo tienen aquellos que “caen bien” que son queridos y requeridos porque poseen un alto coeficiente de inteligencia emocional que les permite gozar de la simpatía de los demás, difícil cualidad que se define como la capacidad de poder entablar relaciones sentimentales positivas de manera espontánea, honesta y sincera con los demás.
*Rector del Colegio de Imagen Pública
Twitter: @victor_gordoa
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