VERACRUZ.- La minera canadiense Candelaria Mining ha puesto contra las cuerdas al pueblo de Actopan con su intención de explotar la mina a cielo abierto de “La Paila”, la que si bien cuenta con el aval de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), supone un alto riesgo para la salud de los habitantes.
La extracción de oro, que representa un robusto negocio para las mineras extranjeras en México, asume peligros que incluso pondrían en juego la vida de veracruzanos, o al menos la de sus recursos naturales, abundantes en la zona, algo que en Actopan reconocen, por lo cual insisten en manifestarse y luchar por la no reapertura de un yacimiento descubierto en 1994, el cual fue explotado a medias entre 2004 y 2012, cuando paró por presión de los mismos pobladores.
De acuerdo con expertos en el tema, las minas de oro a cielo abierto requieren de la apertura de un cráter gigantesco que podría requerir de hasta 400 hectáreas de extensión, lo que implica la destrucción total de plantas, animales y suelo del ecosistema.
Los químicos, lo peor
Mientras el primer mundo debate en nuevas formas de extraer el oro, las cuales no deben poner en riesgo la salud o el medio ambiente, en los países subdesarrollados, empresas como Candelaria insisten en mantener procesos invasivos.
Para obtener el metal, las mineras utilizan diversos componentes químicos que son veneno puro; el cianuro, por ejemplo, se aplica para lixiviar, lo que afecta mortalmente a suelo, agua y aire de forma inmediata, irreversible y duradera, pues la vida de este elemento le permite llegar hasta lo profundo de los mantos acuíferos.
Lo mismo ocurre con el mercurio.
Por las características de la zona donde se ubica el yacimiento, un problema más para los ciudadanos sería el polvo residual, el cual contiene cadmio y arsénico, dos agentes cancerígenos; por si fuese poco, también el aire puede contaminarse con nitrógeno y dióxido de azufre.
Sin ataduras
Para los pobladores de Actopan el problema más sensible está en que las mineras canadienses no se caracterizan por sus prácticas éticas fuera de su País, más cuando de por medio hay una mina que podría suponer hasta 20 toneladas de oro puro en dos décadas.
Los norteamericanos aprovechan que la legislación mexicana en la materia tiene, de acuerdo con análisis internacionales, hasta 30 años de retraso, lo que, aunado a un modelo de corrupción nacional, la autoridad deja en el abandono a sus ciudadanos.