Zongolica.- En una localidad de apenas 300 habitantes no sólo la pobreza y marginación dan el toque especial al modo de vida de su gente. La pequeña aldea esconde también 50 casos de discapacidad y esquizofrenia; uno de los más graves es el de la joven Filomena, una chica que a sus 23 años confunde a su bebé de tres meses de nacido con un muñeco; literalmente juega a ser madre, tras ser víctima de una presunta violación.
Comalapa es caracterizada por sus bellos paisajes, por su gente trabajadora que a diario abre las cortinas de sus pequeños negocios, cuyos ingresos más importantes se dan por la venta de cerveza.
Las casas solas, víctimas de la migración que aqueja esta zona, esconden casos de abandono por parte del presidente municipal Ricardo Macuixtle García.
Tras descender el despeñadero se llega a la casa de la familia García San Miguel, un pequeño cuarto castigado por el paso de los años que se refleja en los agujeros del techado.
El tendedero repleto de pañales denota la felicidad de haber recibido a un bebé, un nuevo integrante de la familia que carga con el peso de haber sido víctima de un presunto abuso sexual.
El 15 de abril, el bebé de Filomena vio la luz en el Hospital IMSS Oportunidades de la ciudad, desde aquél “mágico momento” la joven madre no despega la vista de su hijo, se esconde en la pequeña cama de tablas que tiene para descansar.
Decir que está aislada es irónico, pues en su vivienda de unos doce metros cuadrados conviven las seis personas que conforman su abultada familia.
Con una sonrisa y un rotundo sí y no, Filomena da detalle de cuánto quiere a su hijo, le acaricia la cabeza, las mejillas, lo arrulla al ritmo de una canción de cuna que entona a través de gemidos.
Al intentar acercarse, al menor le cubre la cara, lo esconde y no quiere que alguien más lo cargue. Te lo presta por un ratito, dice su padre quien clama ayuda para su hija.
En ocasiones, dicen sus familiares, toma un muñeco en brazos y deja que su hijo llore, ella afirma que su hijo no llora, que siempre tiene los ojos abiertos y que es uno de los juguetes que siempre quiso en un Día de Reyes.
En apariencia, aunque es incómodo hablar de eso, relatan que un familiar abusó de la joven y después del hecho casi no habla con nadie.
“En ratos ella dice el nombre de la persona que la violó, pero nosotros dudamos porque es nuestro familiar. La chamaca se volvió loca”, afirma uno de sus vecinos.
A pesar de la edad, Filomena acepta su realidad. Pega a su hijo a uno de sus pechos y lo amamanta, parece feliz pues la mirada la clava en los ojos del bebé.
A escasos metros de esta vivienda, Teodora, una mujer de 51 años de edad también vive alejada de la realidad. A los 15 años empezó con problemas de esquizofrenia, suena irreal, pero a 36 años de padecerla nunca ha sido tratada por un médico.
El doctor de cabecera que estaba en la clínica de Comalapa se fue una vez que el Centro de Salud se inundó hace dos años, tras las fuertes lluvias que castigaron gran parte de la entidad.
La señora, que se la pasa hablando sola, duerme en una cama elaborada a base de cuatro tablas apenas tapadas con un ya desgastado cobertor. Las almohadas son sustituidas por un montón de ropa sucia.
Son casos reales, crudos de una realidad que las autoridades no quieren ver.
Severo Chimalhua Tepole, subagente municipal, indicó que esperan una respuesta de parte de las autoridades, pues asentó que muchos de los discapacitados llevan más de diez años en el abandono.
“Hasta el momento ni el DIF estatal o municipal han tomado conocimiento de estos padecimientos, siempre ha sido así. Hemos acudido a la presidencia para buscar ayuda, pero no nos la han dado”, dijo el representante comunal.
El caso de Filomena, mencionó, es sólo uno de tantos que no han sido atendidos por las autoridades o mejor dicho, otro más que dejan en el abandono.
De acuerdo a Celfa Méndez Hernández, presidenta de la agrupación social Mujeres Sumando Mujeres, más de diez feminicidios en esta región no han sido esclarecidos en la última década.
Lo grave, reveló la activista, es que los asesinos, que en la mayoría de los casos son sus esposos, se vuelven a casar a pesar de la conducta criminal que traen consigo, debido a fenómenos como machismo y vicios como el alcoholismo o las drogas.
La discapacidad va de la mano con la violencia y falta de oportunidades que enfrenta la mujer serrana, nadie les ha querido atender, refuta Méndez Hernández.
Mientras el presidente municipal consume habitualmente bebidas de origen escocés, su gente vive con apenas un salario estimado en 50 pesos diarios, dinero que como en el caso de las protagonistas de esta historia, deben compartir hasta entre cinco integrantes de la familia.
Noé Carrillo
El Buen Tono