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En busca del sueño americano

Superiberia

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La región.- Las familias de migrantes no celebran el Día del Padre, debido a que jefes de familia e hijos abandonan sus hogares en busca del “sueño americano” por obtener un mejor empleo e ingresos para el sostén, situación que genera la desintegración principalmente en los núcleos de Honduras, Salvador y Guatemala. Tan sólo por Amatlán pasan centroamericanos pasan 180 al día.

La esperanza de obtener una mejor calidad de vida, hace que todos los días personas de Honduras y Salvador viajen a Estados Unidos donde se emplean en el campo, buscando formas de vida con dignidad que garanticen los alimentos y estudios de sus hijos, expresaron miembros del Consejo Romerista Intersectorial El Salvador (Cries), Osvaldo López y Raúl Mariola.

“La migración se ha convertido en un producto; los buenos se quedan, los malos los regresan, nos quedamos pobres los que no decidimos hacer el viaje por la poca oportunidad de empleo”, reconoció Raúl Mariola.

Esto debido a la falta de compromiso de sus Gobiernos, por no garantizar una sociedad con una economía estable, lo que exporta personas a oscuras que van a un salto al vacío exponiéndose a la muerte o trata, reconocieron.

Aún cuando no hay un dato exacto, el Salvador exporta diariamente 150 personas, dejando atrás familias con las que a veces se comunican, pero otros más no lo hacen por diversas circunstancias, como pueden ser desde no encontrar un empleo, haber sido víctimas de la delincuencia u otros.

Mano que ayuda

El comedor La Esperanza del Migrante se ha convertido en un lugar reconocido, porque los migrantes al pasar en el tren reciben una bolsa de comida, la que los ayuda, pues hay veces en las que tienen hasta cinco días sin probar alimento.

Este lugar que nació hace 21 años da la oportunidad a quienes transitan por aquí, de incluso descansar unos días para que puedan seguir su camino, donde a los que llegan enfermos los canalizan con médicos para su tratamiento y  atención.

La representante de Las Patronas, encargadas del comedor, Norma Romero Vázquez, aseguró que a veces hay familias enteras las que observan migrar, exponiéndose niños y mujeres, dejando atrás padres y otros  familiares.

El dolor

“El migrante se convierte en un dolor, porque deja padres, madres, hijos. Es un drama del que los Gobiernos tienen que tomar responsabilidad y repartir las riquezas equitativamente para evitar la migración que provoca desintegración familiar”, expresó José Osvaldo López.

Este dolor, creó  la Red de Comité de Migrantes y Familiares de Honduras, organismo que cada año exporta algunas madres a México a través de la Caravana de Madres Migrantes, para recorrer varios municipios y así busquen a sus esposos, hijos, hijas, de los que algunos han sido localizados y muchos más no.

Otro grupo es el de Servicio Migrante de Nicaragua, cuya representante Maritza Venegas en diciembre pasado, reconoció que tienen el reporte de 132 personas desaparecidas, de las que al menos 23 se perdieron en México, en tanto que el resto en otros países como Costa Rica y          Panamá.

Cuando esta caravana se presenta en La Patrona, congregación de Amatlán de los Reyes, las madres de familia se colocan las fotografías de sus seres queridos para que si alguien los recuerda o identifica puedan dar con el paradero de éstos, los que en algunos casos ha sido posible contactar, aunque otros más no.

México también sufre

La falta de empleos ha llevado también a mexicanos a migrar, principalmente de Yanga, Amatlán de los Reyes, Atoyac, entre otros municipios, donde pese a que no hay una cifra precisa, hay personas que aseguran haber viajado a Estados Unidos para ganar dinero que les permitiera construir sus viviendas en México, pagar la escuela de sus hijos y los alimentos.

Un ejemplo de ello, es el agente municipal de la congregación La Laguna, José Asención Gómez Méndez, quien reconoció que años atrás y en la actualidad, los varones piensan viajar a Estados Unidos en busca de un empleo.

Manifestó que estuvo unos 10 años en Estados Unidos, pero decidió que era tiempo de volver al lado de su familia.   

A algunas familias no les gusta hablar de la migración por miedo o pena, pero es un hecho que se presenta en el país.  

La Laguna es una congregación de Yanga, que colinda con Amatlán de los Reyes, en la que según su autoridad habitan unas 80 familias, de las que entre 50 a 30 están formadas por mujeres solas con sus hijos, ésto porque sus esposos viajaron al Norte para obtener mejores ingresos, quienes no celebrarán el Día del Padre porque no está presente.

Una llamada será la oportunidad para escuchar al otro lado del auricular a ese ser querido para los niños, el que dejó un vacio en su hogar para que en la mesa no les falte alimento, tengan vestimenta, techo y lo necesario que el país no les ofrece por la falta de empleos y el poco poder adquisitivo que proporcionan los empleos.

Así como Honduras, Salvador y Guatemala, también hay hogares en el país y en la región que no tendrán nada que celebrar por la desintegración familiar generada por la falta de desarrollo social y económico.

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