AGENCIA
Nacional.- Fue el 31 de marzo de 1986, cuando el vuelo 940 de Mexicana de Aviación, un Boeing 727-200, se estrelló en la Sierra de Michoacán, cobrando la vida de las 167 personas a bordo. Este siniestro, conocido como “el peor accidente aéreo en México”, sigue resonando en la memoria colectiva del país, a pesar de que han pasado décadas desde el fatídico día.
El vuelo 940 había despegado con normalidad desde el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) a las 08:50 horas, con destino a Los Ángeles, California. La aeronave, bautizada como “Veracruz”, tenía previstas dos escalas: una en Puerto Vallarta, Jalisco, y otra en Mazatlán, Sinaloa. Al mando del avión estaban el capitán Carlos Guadarrama Sistos, el primer oficial Philip Piaget Rhorer y el ingeniero de vuelo Ángel Carlos Peñasco, junto con otros cinco miembros de la tripulación.
Treinta minutos después del despegue, el capitán Guadarrama reportó un estallido a la Torre de Control y solicitó una disminución de altitud, con la intención de regresar de inmediato al AICM. La autorización fue concedida, pero los problemas continuaron agravándose. El avión comenzó a perder altura rápidamente y, en cuestión de minutos, la comunicación con la Torre de Control se cortó abruptamente. Fue el último contacto antes de que la aeronave se partiera en dos y se estrellara en la Sierra Madre Occidental, cerca del poblado de Maravatío, Michoacán.
El desastre dejó perplejos a los investigadores, quienes determinaron que el estallido inicial fue causado por la explosión de la llanta delantera del tren de aterrizaje principal. Se descubrió que el neumático había sido inflado incorrectamente con aire comprimido en lugar de nitrógeno, el gas adecuado para este tipo de aviones.
Este error desencadenó una serie de eventos fatales: el neumático explotó, causando un incendio que destruyó los conductos y cables eléctricos del tanque de combustible. El fuego se propagó rápidamente, alimentado por la gasolina, y resultó imposible de controlar.
El sobrecalentamiento del freno, que comenzó desde el despegue, también contribuyó a la magnitud de las llamas. A medida que el avión perdía altura, el fuego se intensificaba, dejando a la tripulación sin posibilidad de maniobrar la aeronave de manera segura. Los restos del Boeing 727 cayeron sobre una montaña, donde el impacto finalizó la tragedia.
El accidente del vuelo 940 sigue siendo un recordatorio sombrío de los riesgos y errores humanos que pueden tener consecuencias devastadoras. La pérdida de 167 vidas conmocionó a todo el país, dejando una marca indeleble en la historia de la aviación mexicana.
Recientemente, un canal de YouTube recreó en video los últimos minutos del vuelo, basándose en la información oficial sobre la tragedia. Esta recreación ha revivido el interés y la reflexión sobre lo ocurrido aquel 31 de marzo de 1986, ofreciendo una visión angustiante de los momentos finales que vivieron pasajeros y tripulación.
El accidente del vuelo 940 no solo representa una de las mayores tragedias aéreas de México, sino que también subraya la importancia de la seguridad y los protocolos rigurosos en la aviación. Hoy, el recuerdo de las víctimas sigue vivo, y la lección aprendida de este suceso continúa influyendo en la industria aérea para evitar que una catástrofe similar vuelva a ocurrir.