En los últimos años se ha observado un crecimiento vertiginoso de la adopción de medios digitales en las democracias. La multiplicación de páginas web oficiales, el uso de redes sociales como canales de participación política y las diversas modalidades de voto electrónico muestran un cambio profundo en esta dirección.
La urna y la boleta electrónica ha comenzado a utilizarse con fuerza en los últimos 15 años. Se trata, así, de un fenómeno relativamente reciente y en constante evolución en diversos países. Naciones como India, Brasil, Venezuela, Suiza, Bélgica y Filipinas cuentan con un sistema de votación totalmente automatizado. En la región, Brasil es pionero en el uso del sufragio electrónico con la introducción de las urnas electrónicas desde el año de 2002, cuando este sistema de voto fue utilizado por 115 millones de ciudadanos. Hoy día, el sufragio en Brasil es únicamente a través de la urna electrónica.
En México, desde 2004, el IFE ha realizado importantes esfuerzos relativos a la implementación del voto electrónico, en 2009 fue creada una Comisión Temporal para evaluar la viabilidad de la utilización de instrumentos electrónicos de votación en las elecciones federales, siempre y cuando se modificara la ley, específicamente el Cofipe, y se le otorgaran recursos para tal fin al instituto. En aquel entonces fui uno de los principales y más convencidos promotores del proyecto, y lo sigo acompañando a la fecha; incluso solicité la realización de estudios comparados internacionales, cuyos resultados permitieron constatar la viabilidad y necesidad del uso de nuevas tecnologías. Al no haberse realizado las modificaciones legales necesarias para llevar a cabo una prueba piloto vinculante en las elecciones federales de 2012, se decidió desarrollar una prueba piloto no vinculante del uso de la boleta electrónica en la pasada jornada electoral del 1 de julio de 2012.
Fue así como se instalaron cuatro urnas electrónicas en cada uno de los 300 distritos electorales en los que se divide el país. El sufragio recibido, que no tuvo efectos vinculantes, permitió levantar una encuesta de opinión entre los ciudadanos sobre el uso de estas urnas, en la cual se preguntó a los ciudadanos: la percepción que tienen sobre el IFE; los motivos para emitir su voto por los candidatos de los partidos seleccionados; y la facilidad de operación y confianza al momento de interactuar con la boleta electrónica.
Entre los resultados, cabe destacar que nueve de cada 10 participantes consideraron que el uso de la boleta electrónica es fácil, y 85.9 % argumentó que les inspira confianza este instrumento. Un dato relevante es que de los 94 mil 785 ciudadanos consultados, más de la mitad —seis de cada 11— dijo estar dispuesta a utilizar el voto electrónico en los próximos comicios federales.
Con base en lo anterior, estoy plenamente convencido de que la utilización de urnas electrónicas permite, por una parte, reducir significativamente el costo de las elecciones —tanto en insumos como lo es la papelería—, lo que se traduce en una reducción del impacto medioambiental; por otra parte, la capacitación a los funcionarios de casillas sería más sencilla, y en lo que se refiere a los resultados de la votación, se obtendrían de forma inmediata. De igual forma, considero conveniente que los mexicanos residentes en el extranjero tengan la opción del voto electrónico en red para comicios federales.
No obstante que en la reciente adopción del Pacto por México —formado con los puntos coincidentes de las diversas visiones políticas—, el tema no se encuentra contemplado, considero que se debe discutir el uso de estas nuevas tecnologías para el ejercicio del sufragio, las cuales propician igualdad y certeza en la emisión de los resultados electorales y accesibilidad a cualquier ciudadano.