Los mexicanos están jodidos por tener a un presidente, Enrique Peña Nieto, que no lee y que hizo que el país regresara a las condiciones socioeconómicas de la época porfiriana. Lo veracruzanos están doblemente jodidos porque además de Peña Nieto tienen a un gobernante estatal, Javier Duarte, que es admirador del generalísimo Francisco Franco que asesinó a miles de personas durante sus 37 años de dictadura en España. Y los orizabeños están triplemente jodidos porque además de Peña y Duarte tienen como alcalde a Juan Manuel Diez Francos cuyo héroe y modelo es otro tirano, Porfirio Díaz.
El próximo martes el alcalde orizabeño colocará la estatua de Díaz Mori en la llamada Plaza Bicentenario y lo hará con honores oficiales, como si se tratara de un patriota aunque en realidad será un homenaje de un particular y no de la voluntad del pueblo. El mismo Diez Francos lo ha dicho: para mí es un héroe que trajo a México la paz, el orden y el progreso. Obvio, el convenenciero edil se olvida de añadir que era la “paz” de los sepulcros, el “orden” impuesto con la bota y el garrote militar y el “progreso” de unos cuantos muy ricos a costa de millones de miserables que morieronde hambre.
Diez Francos le hace honor al sobrenombre que la voz popular le puso desde su anterior mandato municipal, “El Emperador” y su desempeño es muy parecido al del personaje principal de la película “La ley de Herodes”, Juan Vargas, ya que pretende reescribir la historia a su gusto. Hay un paralelismo entre Juan Vargas, presidente municipal de San Pedro de los Saguaros y Juan Manuel Diez, alcalde de Orizaba, porque ambos son tocayos, ambos pecan de ignorantes e indolentes de la historia nacional y ambos devinieron en tiranuelos de opereta que imponen su voluntad a punta de pistola y rebuznos.
Por si fuera poco, el creador de la escultura que se develará en Orizaba es otro personaje polémico, el poblano Bernardo Luis López Artasanchez, siempre ligado a la ultraderecha y a los grupos de poder en la entidad. Fue quien elaboró el monumento al expresidente Vicente Fox en Boca del Río que los priístas en el 2007 derribaron y bailaron sobre ella, y ha sido el escultor de otras tantas efigies en Veracruz. De colofón está que es un pésimo artista, criticado a nivel nacional por hacer monigotes en lugar de arte, bueno hacer negocio en vez de arte porque sus obras las vende bien y la mayoría son pagadas con el erario público.
Aún así, el alcalde Diez Francos asegura que la estatua del dictador Díaz fue financiada de su bolsillo y que no le costará nada al erario municipal. Bien por él que pague retratos a sus héroes, pero que los ponga en el jardín de su casa, no en una plaza pública. Que le rece en privado no ante todos, ¿no creen?. En resumen, el homenaje a Porfirio Díaz, asesino de cientos de miles de mexicanos, especialmente los indígenas, creador de campos de concentración y exterminio en las regiones henequeneras de Yucatán, en el Valle Nacional de Oaxaca y la región yaqui del Norte del país y quien durante tres décadas hizo de San Juan de Ulúa la prisión del horror en la que encerraba a críticos y opositores políticos, es un capricho de Diez Francos y no una voluntad popular.
¡MATÉNLOS EN CALIENTE!
Pero Veracruz es tierra de veleidosos ya que han habido muchos Juan Vargas que abusan de su poder aún por pequeño que éste sea y que intentan imponer héroes propios a las mayorías o destruir los ya existentes para alimentar viejos rencores ideológicos. Por ejemplo, cuando arribó al ayuntamiento orizabeño el priísta Martín Cabrera Zavaleta reveló que el cuadro del presidente Benito Juárez que tradicionalmente posaba en los muros de la sala del cabildo fue retirado durante los gobiernos panistas. La pintura fue arrumbada en una bodega del Palacio municipal, de donde se le rescató en el año 2000.
Lo grave no fue esconder el cuadro sino que sobre el rostro del llamado Benemérito de las Américas los panistas arrojaron ácido para desfigurarlo. Entonces a los exediles azules que gobernaron a la Ciudad de las Aguas Alegres de 1994 al 2000, Tomás Trueba Gracián y Ángel Escudero Stadelman, bien se les puede comparar con los salafistas del Estado Islámico que destruyen obras artísticas y el patrimonio cultural para saciar creencias fanáticas. Sólo así se entiende el ataque a la pintura de Benito Juárez.
La historia más conocida relacionada con Porfirio Díaz fue la intención en el año 2002 del alcalde panista de Veracruz, Francisco Ávila Camberos para develar una estatua de Porfirio Díaz en el contexto de Centenario de la construcción del recinto portuario. No lo dejaron ni los jarochos ni el mismo gobernante estatal de la época, Miguel Alemán Velasco, que sacó la casta de nieto de un revolucionario – es lo único decente que ha hecho porque en todo su desempeño público y empresarial ha sido de derecha conservadora- y amenazó con mandar a la fuerza pública para retirar la efigie si ésta era colocada en uno de los muelles turísticos.
Finalmente, Ávila Camberos no se atrevió a desafiar al gobernador en turno ni a los enojados porteños así que desde ese año está oculta la estatua en una bodega del recinto portuario. Nunca vio la luz el capricho del panista. Es interesante el asunto de los amores y admiraciones históricas de quienes ostentan cargos de poder y se confirma eso que los mismos priístas han dicho siempre del señor Juan Manuel Diez Francos: que es un panista disfrazado de tricolor.
Pero aún con todo eso, lo grave no es que Diez Francos ponga una efigie del dictador Díaz ni que le coloque flores o le haga guardia de honor. No, lo condenable es que lo dejaron. Según las crónicas periodísticas, el líder regional de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), Cesar Silva quien también tiene a su cargo la representación de la reminiscencia de los históricos sindicatos textiles de la región fabril, no se opuso a tal despropósito sino que al contrario, lo aplaudió. Vergüenza le debe dar a ese líder charro.
El corredor fabril de Orizaba, Río Blanco, Ciudad Mendoza y Nogales es una de las cunas del movimiento obrero nacional y la antesala de la Revolución Mexicana. En 1907, Porfirio Díaz ordenó a su ejército que masacrara a miles de obreros huelguistas. Durante dos días completos se cumplió la orden de matar a los “rebeldes” y la fecha no se sabe el número exacto de muertos porque los soldados porfiristas llenaron los vagones del tren con cadáveres que desaparecieron sin más, al estilo de las mafias y de las dictaduras más sanguinarias que han existido a lo largo de la historia. Los historiadores conservadores hablan de 2 mil obreros asesinados pero las investigaciones más recientes apunta a que superaron las 10 mil personas.
Así, la región orizabeña fue golpeada con saña por el puño de Porfirio Díaz, que enlutó a miles de hogares y mandó a la cárcel perpetua o a los campos de exterminio a otros cientos de líderes. Intentó exterminar el movimiento obrero con sangre y fuego. “¡Mátenlos en caliente!” era el grito clásico del tirano, al que la semana próxima lo van a homenajear como héroe de la patria a capricho de un Alcalde salido de la “Ley de Herodes”, aunque eso no es lo grave, ya se dijo, sino que se lo permitieron.
Hace quince años, en el Puerto de Veracruz, cuando se intentó colocar el monumento al dictador hubo muchos ciudadanos que organizaron para ir a caballo a lazar, derribar, arrastrar y arrojar al mar la estatua de Porfirio Díaz. A eso se sumó la oposición del gobernador Alemán. Claro, hoy ahora no se puede esperar el apoyo del gobernante en turno para impedir el disparate, pues Duarte de Ochoa es como Diez Francos, devoto de un déspota. No, aquí la pregunta obligada es ¿qué van a hacer los hijos, nietos, bisnietos y demás descendientes de los obreros asesinados en aquel enero del 1907?
¿No es hora de que los pobladores de Orizaba, Río Blanco, Nogales y Ciudad Mendoza se organicen para poner un alto a las locuras de Juan Vargas orizabeño?. La estatua puede ser colocada, por supuesto, aunque el reto es que permanezca, ¿o no?. La reacción del pueblo no es por llevar la contraria al alcalde de ultraderecha que añora el porfirismo sino de mantener la memoria histórica, de no olvidar a las miles de víctimas de esa mortífera dictadura y de no permitir que por decreto se lave la honra del asesino. ¿A alguien le gustaría que al homicida de sus padres le hicieran una estatua en su propia casa?. Así de simple es la reflexión.
LA BURRA NO ERA ARISCA
Hablando de la misma región, vaya anécdota sobre la detención del exalcalde de Ixtaczoquitlán, Nelsón Votte Ramos por parte de policías estatales a los cuales los trató de repeler a balazos, según las crónicas periodísticas. El exedil priísta viajaba a bordo de un automóvil cuando los agentes lo trataron de intervenir, pero el edil junto con un guardaespaldas que lo acompañaba, sacaron las fuscas y dispararon contra los efectivos policiacos. Pareciera chusco el asunto, pero tiene mucho de fondo pues la reacción de Votte Ramos es más que justificada ya que actualmente cualquier policía estatal es una amenaza pública.
Si los agentes “acreditados” de Arturo Bermúdez, el secretario de Seguridad Pública, se te acercan con la intención de llevarte detenido, más vale que corras o que te defiendas porque puedes terminar desaparecido o exterminado, ejemplos sobran a lo largo y ancho de la entidad. Esa es la lógica que priva en el imaginario colectivo. Y esa misma lógica hizo que el exmnícipe zoquiteco optara por defenderse de los guarros bermudianos. Además hay un antecedente trágico que refuerza la validez de la decisión de Votte Ramos para espantar a balazos a cualquiera que se le acerque, pues hace un año fue secuestrado y asesinado su hermano Amarildo Votte .
Los plagiarios lo privaron de la vida pese al pago del rescate exigido por 4 millones de pesos. Así, independientemente de las causales para su detención, el señor Votte puede argumentar en su defensa, al menos en el señalamiento de atacar a balazos a los policías, aquello de que “la burra no era arisca sino que los palos la hicieron”.