Por un lado entendemos, y nos sumamos a la postura que el gobierno federal mostró a través de José Antonio Meade, el titular de Relaciones Exteriores, con respecto a lo arcaico que resulta ver en la reforma migratoria aprobada en el Senado de Estados Unidos, aquellos incisos que hablan de las 700 vallas que se construirán en la frontera, junto con los 20 mil agentes que se sumarán a las filas de la Patrulla Fronteriza, para vigilar la línea que separa a su país del nuestro. Y es que por tantos años, todas las políticas que al respecto han ejecutado en Estados Unidos, no han servido para detener la llegada de inmigrantes.
Pero también le vemos esos puntos que estarían haciendo, en caso de que salga aprobada tal cual de la Cámara de Representantes (el último filtro), el sueño americano hecho realidad para los más de 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos: se estaría otorgando un permiso, que les daría la calidad de “inmigrante provisional” por un lapso de diez años; una vez transcurrido ese tiempo, podrán gestionar su residencia legal y, tres años después, su ciudadanía. Mientras se sea un “inmigrante provisional”, se podrá tramitar la licencia de conducir y se tendrá el derecho a una autorización para salir y entrar a Estados Unidos. Para el caso de los llamados “dreamers”, aquellos trabajadores del campo, la residencia podrán tramitarla a los cinco años de su llegada a tierras estadunidenses.
Ésta es una reforma migratoria histórica, parecería el inicio del sueño americano hecho realidad… pero aún falta que logre pasar el otro filtro, la Cámara de Representantes y esa batalla no pinta tan sencilla.
Y es que está compuesta en su mayoría por los republicanos, quienes históricamente han sido los principales opositores a una reforma que ofrezca posibilidades de residencia a los inmigrantes, menos aún de ciudadanía.
Se sabe que el ala republicana que compone a la mayoría de los representantes, presentarán su reforma alterna, y eso ya habla de que se dará un debate, que espera tener forma por ahí del 10 de julio.
Muchos esperan que la reforma no salga de su último filtro con parches, ven también a un Partido Republicano un poco atado, pues los resultados de la elección del pasado noviembre, cuando Obama logró su reelección, más lo que podría significarles en próximos comicios podría echar atrás lo aprobado por el Senado, que será un punto que deberán evaluar antes de intentar cambiar su reforma por una propia.
Pero nada de eso quita que dentro de los republicanos existan aquellos puristas, que no dudarán en votar en contra y en seguir poniendo todos losobstáculos posibles a una reforma que Estados Unidos le debe a los millones de inmigrantes que han pisado ese país a lo largo de su historia, y que Barack Obama dio en garantía para lograr su reelección.