Por: Andrés Timoteo / columnista
En Córdoba están a punto de asentarle un golpe a la militancia del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y concretamente al magisterio que apostó por esa fuerza política, pues los dirigentes de ese partido harán a un lado al diputado local Zenyazen Roberto Escobar García de la candidatura por la Diputación Federal para imponer a un panista cercano al expresidente municipal Tomás Ríos Bernal y a los grupos que regentean: Juan Bueno Torio y Víctor Serralde -o como se llame en realidad ese señor-.
Se trata de Hugo Fernández Bernal, exalcalde de la ciudad, exdiputado local y quien fungió como director de Obras Públicas en la comuna que terminó. A sabiendas que será el Partido Movimiento Ciudadano (PMC), del exgobernador Dante Delgado Rannauro, el que propondrá al abanderado de la coalición formada con el PAN y PRD, y no tiene oportunidad de ser nominado, Fernández Bernal está por hacer pública su renuncia a la militancia panista.
El todavía panista también sabe que como integrante de los grupos que lideran Ríos Bernal, Bueno Torio y Serralde –o como se llame- tampoco sería apoyado por los Yunes azules para obtener la nominación, por lo que decidió negociar con los dirigentes de Morena y entrar como propuesta del Partido Encuentro Social (PES) –el partido de los “mochos”- para ser abanderado de la alianza “Juntos haremos historia” formada también con el Partido del Trabajo.
De esta forma, anteponiendo el pragmatismo inescrupuloso y la simulación –pues Morena no quiere abanderar directamente a un panista y lo colará por el PES- el partido de Andrés Manuel López Obrador desairará a Escobar García y a la corriente del magisterio progresista que lo apoya, además de que le impondrá al resto de la militancia cordobesa a un personaje ya conocido por sus resultados en el ejercicio público, un genuino integrante de lo que siempre ha llamado “la mafia del poder”.
No habrá ni elección interna y ni siquiera tómbola para otorgarle la candidatura a Fernández Bernal, será decisión directa de la cúpula estatal de Morena. Vaya, lo que son las cosas, en Morena un “señoritingo de la política” –así ha llamado el propio López Obrador a los panistas – como Hugo Fernández será impuesto sobre el maestro y activista social Zenyazen Escobar García, una de las pocas voces de izquierda que se alzaron contra el régimen estatal que encabezaron Duarte de Ochoa y el innombrable, y claro contra el gobierno de Enrique Peña Nieto, a nivel nacional.
Al activista de izquierda se le margina para beneficiar al politiquillo marrullero -con cuentas pendientes por la corrupción en el área de Obras Públicas-, ¿qué más pueden esperar los militantes de Morena en Córdoba? ¿que en breve personajes como Francisco Portilla, Juan Lavín o el propio Tomás Ríos también sean candidatos del Peje-partido? Ver para creer, en lo que terminó Morena, que se promociona como “la esperanza de México”.
EL CUARTO INTERINO
El sábado anterior se renovó la dirigencia estatal. Es decir, corrieron a Renato Alarcón e impusieron al exalcalde de Xalapa, Américo Zúñiga, al frente del Partido. Y como siempre, todo fue estirando la Ley. Los estatutos del mismo tricolor establecen que no pueden renovar los cuadros directivos una vez comenzando un proceso electoral y el de Veracruz inició el noviembre pasado.
Pero el PRI en la entidad lleva ya cuatro dirigentes electos con vericuetos legaloides: Elizabeth Morales –exalcaldesa de Xalapa-; Amadeo Flores Espinosa, con quien perdió el tricolor en los comicios del 2016, Renato Alarcón Guevara, con quien fracasó en el 2017 y ahora Américo Zúñiga, nacido y formado políticamente en la fidelidad. Los cuatro son interinos y ninguno ha sido garante de triunfos.
Como presidente municipal de la capital del estado, Zúñiga no fue factor de triunfo para su partido en ninguna de las elecciones celebradas en los últimos cuatro años. Las diputaciones federales y locales están en manos de Morena, y él mismo tuvo que entregar el Ayuntamiento también a un edil morenista, Hipólito Rodríguez Herrero.
¿Cómo hará para sacar adelante al compungido partido si no es operador ni político ni electoral? Fue Diputado Local y ganó la alcaldía de Xalapa, pero con la operación del innombrable y en su momento, el dinero a raudales de Palacio de Gobierno, no lo hizo por simpatía ni estrategia propia. Y peor aún, que más allá de Xalapa, este señor no conoce el Estado ni a los grupos priistas del interior, ¿cómo va a cohesionar al priismo en torno al candidato a la gubernatura José Yunes Zorrilla?
FESTIVAL DEL HORROR
Recrudeció la violencia en la entidad durante los primeros quince días del año y en particular hay una exposición del horror como estrategia de las células delictivas para aterrorizar a la población. Los cadáveres mutilados, prioritariamente cabezas cercenadas, de personas que previamente fueron ‘levantadas’ –secuestradas-, torturadas y asesinadas son exhibidas sobre cofres de automóviles y con amenazas escritas a un lado. Tal festival del horror se ha atestiguado en diversas ciudades durante las últimas horas.
El fin de semana, nueve cuerpos fueron abandonados en las calles de la colonia El Tejar de Xalapa, casi frente a la terminal de autobuses. No es la primera vez que El Tejar es escenario de escenas terroríficas, ya que desde el sexenio del innombrable se convirtió en una especie de ‘tiradero de cadáveres’, siempre con mensajes específicos para las autoridades que tiene a la ciudad como el centro del poder político.
Pues bien, ahora los mismos mensajes dejados por los criminales en carteles sobre los cuerpos mutilados son reveladores al pedir que el gobierno estatal –específicamente se refieren a funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública- respete acuerdos que se tenían con el hampa. Es cierto, esos acuerdos estaban vigentes desde hace doce años, los hizo el innombrable y los mantuvo Javier Duarte, y hoy pretenden hacerlos extensivos en la presente administración.
De ahí la violencia exponencial, pues los grupos criminales no están en disputa de “plazas” –territorios bajo control- entre ellos, sino que también presionan a las autoridades para reestablecer dichos pactos sembrando el terror por todos lados. Pero además hay otro ingrediente más perverso, los mismos grupos criminales estarían reaccionando a peticiones de corte electoral. El 2018 inició con una cresta de violencia porque es año de comicios y los grupos de poder necesitan una estrategia de doble trinchete: difundir terror para ahuyentar la participación ciudadana y desprestigiar al oponente.
El crimen organizado será un actor más del contexto electoral, un poder fáctico que se mueve a petición de intereses propios, pero también comunes, en acuerdo con los grupos políticos con los que esté coludido, sostienen los estudiosos. La semana pasada se dio una pista sobre el posible origen de esa oleada violenta que sacude algunas entidades del país con especial ahínco. En un debate en un noticiero de Televisa, entre los dirigentes nacionales del PRI, PAN y Morena, el priista Enrique Ochoa sacó un cartel que tenía una “medición” de la violencia desatada en las entidades gobernadas por partidos diferentes al tricolor, y concretamente de las panistas.
“Miren acá se comprueba que donde no gobierna el PRI la violencia está imparable”, presumió. Y es verdad, curiosamente en los estados donde el PRI fue sacado de los gobiernos locales se disparó la onda delictiva y especialmente la violencia con escenas sangrientas. ¿Por qué? Los analistas señalan que las organizaciones criminales están respondiendo a un llamado de antiguos aliados –léase: los priistas- para convulsionar territorios enteros y allegarles un instrumento de proselitismo para descalificar a las administraciones estatales opositoras.
Las estadísticas ahí están, en las entidades donde llegaron gobiernos opositores desde el 2016 –entre ellas Veracruz, Chihuahua y Tamaulipas –la violencia está imparable. Esto ha servido para que el dirigente priista anticipara lo que será uno de los banderines de la campaña electoral del tricolor: tratar de hacer creer a los votantes que con el PRI gobernando se apaciguará el país, descenderá la violencia –azuzada ahora- y los grupos criminales dejarán de exhibir horrores.
A la par, inoculando terror en el imaginario colectivo se apuesta a que los ciudadanos se alejarán de las casillas electorales y la baja participación de votantes siempre es terreno fértil para un fraude más fácil. Por eso los ciudadanos, sobre todo los veracruzanos, no deben irse con el engaño. Es cierto, a nivel local faltan resultados eficientes en el combate a la criminalidad y la prevención del delito, pero la violencia y la inseguridad pública no iniciaron en este bienio, sino es la herencia de los doce años de pactos con el crimen organizado.
Y atendiendo lo que dicen los expertos, si hay una causa precisa sobre el crecimiento de la violencia en los últimos meses y especialmente las escenas terroríficas con cuerpos mutilados usados: sería parte de la propaganda electoral. Es decir, el crimen organizado intenta facilitar escenarios y discursos para que el antiguo aliado vuelva a los poderes locales o conserve el poder federal. Ese es el juego perverso y la injerencia de los carteles del narcotráfico en la coyuntura comicial.