Río Blanco.- Cuando la luz del semáforo se pone en rojo, comienza a sonar la música africana. Antoni baila frente a tres filas de autos que esperan la luz verde para seguir su camino. Cuenta con 20 segundos para pasar entre los carriles y recoger el pago de los conductores por el espectáculo.
El Joven de 20 años, se ve atrapado entre autos que intentan avanzar con la luz verde. Se nota que todavía es nuevo en “el semáforo”, como llaman a esta actividad en la que comenzó hace apenas 15 días, cuando se terminó su liquidación, y tuvo que trbajar para pagar sus gastos y los de sus otros tres hermanos.
Con estudios truncados en mercadotecnia, en Veracruz trabajó por casi cinco años en un taller mecánico, en donde tenía un sueldo de 3 mil pesos mensuales por ser el encargado de administración de personal.
Ya se cumplieron cuatro meses de que dejó la carrera. Tras 30 entrevistas de trabajo y más de 50 currículos enviados, decidió tomar la oferta de unos amigos de bailar música africana y “vivir del semáforo” para tener lo que él llama: “un ingreso digno”.
Antoni gana 150 pesos diarios en el semáforo. “A veces hago otras chambas, pero el semáforo en bueno y deja para comer”. Desde las 10 de la mañana se traslada al centro de Río Blanco donde la competencia no es tan reñida y baila cinco horas para luego llevar sustento a su casa. Como encargado de un taller, percibía 3 mil pesos mensuales por una jornada de ocho horas. Trabajando seis días a la semana en el semáforo, cinco horas, puede ganar un promedio de 3 mil 900 pesos en el mismo periodo de tiempo. Esa es la realidad que se vive en los cruces de nuestra zona, donde las oportunidades de empleo escasean para jóvenes que desean seguir con sus estudios pero que la situación económica de sus hogares no les permite realizar sus sueños, para poder seguir adelante.