Minatitlán.- Manteniendo el brío que lo ha caracterizado desde hace más de 20 años que está en campaña, el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó por novena ocasión a Veracruz, en donde se autodefine como un chocojarocho, según el mismo dice por su origen tabasqueño y veracruzano.
Y al igual que desde el primer día, como si fueran tirios y troyanos, campesinos, obreros, artesanos y gente del pueblo, se mezclaron con uno que otro emperifollado, destilando perfume caro y contrastando la ropa de diseñador, con telas roídas y suelas gastadas, conviviendo en medio de lo que el propio AMLO presumió al Presidente de Honduras como la Cuarta Transformación que vive el País.
Con una guayabera de blanco y fino lino, con bordado autóctono, el tabasqueño se dio el clásico baño de pueblo de cada fin de semana que sale de gira por todo el País, un ritual que va desde ponerse una gorra, tomarse la foto, abrazar a una anciana, o escuchar peticiones, en una pasarela que culmina en el estrado donde preside los eventos. Su campaña nunca termina.
La sonrisa del Presidente en esta pasarela tampoco se acaba, y pareciera que se alimenta de la energía de cada uno de los que lo abrazan.
En el patio del cuartel de la 29 zona militar con sede en Minatitlán, el Presidente sembró un árbol junto con el Mandatario de Honduras, la apuesta del campo, dice, tiene que ser rescatar a México de la crisis en que se encuentra, porque siempre ha sido generoso, pero por años fue abandonado.