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El reto ante el avance científico y tecnológico, Es volver a la persona

Superiberia

humanidad ha buscado la forma de trascender, basándose en el conocimiento y desarrollo tecnológico, como medio de transformación para su bienestar.  En todo momento, el hombre ha observado la naturaleza y aprendido de ella, incluso hoy, la ha superado en varios aspectos con el avance tecnológico. Por su dimensión espiritual, el hombre busca esa trascendencia que mira más allá de esta realidad material, dejando profunda huella a través de la historia, herencia para futuras generaciones, y sobre todo conformando la riqueza cultural de la humanidad. Poco a poco, el hombre ha modificado no sólo su estilo de vida, sino sus alrededores, manifestando así su capacidad creadora, innovadora y trascendente.

PALABRAS CLAVE: Persona, tecnología, sociedad,  trascendencia, cultura

1.- INTRODUCCIÓN

La característica propia del hombre es su trascendencia, que integra todas las facetas de su ser, es decir: física, emocional, psicológica, social, espiritual, dentro de un ambiente concreto en el tiempo y el espacio; permitiéndole además de dejar huella, construir la base para seguir el desarrollo, no sólo  de forma personal o de la comunidad, sino de la humanidad misma.   Prueba de esto son los innumerables vestigios históricos importantes que se han encontrado, desde el hombre prehistórico (pinturas rupestres, figurillas de arcilla, herramientas, utensilios, monumentos mortuorios, entre otros).  Es así como el homo faber, con su inteligencia, memoria y voluntad,  modificó no sólo su hábitat, sino su entorno y estilo de vida que han dejado precedente a las generaciones posteriores.

Estos vestigios (en arte y herramientas), entre otros, que actualmente los vemos como muy simples, significaron para ellos un gran avance y podemos decir que son la base de lo que hoy tenemos, no sólo en arte y herramientas, sino en todo lo que hace el ser humano, su hábitat, la moda, los espacios recreativos, constituyendo  el legado cultural de la humanidad, pues lejos de ser sencillos, denotan una gran elaboración, capacidad intelectual, decisión, desde la selección de materiales hasta la elaboración más cuidadosa y artesanal que nos permite incluso disfrutar de ellos, a pesar de tantos años.

Un ejemplo es el Stonehenge, construido en la llanura de Salisbury,  en Londres, en el 3,500 a.C. tardándose la construcción 1,400 años.  Aquí podemos constatar el empeño del hombre de plasmar su espiritualidad, su sentido de trascendencia en la construcción, volcando todas sus capacidades, ingenio, creatividad, que parecieran rudimentarias, para la consecución de su objetivo, pero en nuestro contexto, surgen infinidad de preguntas de cómo pudo ser, pues el material utilizado no era cercano en su localización, lo que implica un trabajo extra, y además han permanecido en el tiempo.  Concretamente, este monumento se cree que estaba dedicado al Sol. Situaciones similares surgen frente a las pirámides de Egipto, e incluso las de nuestro País, donde se ve claramente la conjunción entre ciencia y técnica en la construcción de estas obras antiquísimas. 

Esto se perpetua generación tras generación, las mismas inquietudes, en base a los mismos valores, cambiando tan sólo el contexto, las necesidades, pero siempre tomando el avance anterior para sustentarse.

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