El regreso de Fausto Vallejo a la gubernatura de Michoacán tras seis meses de licencia por cuestiones médicas no fue muy afortunado.
Fue recibido fríamente por su interino, Jesús Reyna, que parecía no querer dejar el poder. Al grado que diputados locales pidieron que se le negara el derecho constitucional de regresar a la gubernatura que ganó en las urnas y, cuando este intento no fructificó, Reyna anunció que se iba y quedó durante algunas horas vacante la silla del gobernador en Michoacán.
Cuando finalmente pudo hacerse de su puesto, Vallejo fue recibido por una acción coordinada del crimen organizada que dejó sin energía eléctrica a medio millón de habitantes al explotar bombas molotov en varias subestaciones de la Comisión Federal de Electricidad.
“El problema está focalizado en cinco o seis municipios (Aguililla, Apatzingán, Chiniquila, Temalcatepec, Coalcomán y Buenavista) de Tierra Caliente”, dijo el gobernador Vallejo, el mismo día que en el municipio de La Piedad se localizó un automóvil con cinco hombres acribillados en su interior.
Ese municipio, La Piedad, no está localizado en Tierra Caliente.
Pero la explicación no tardó en llegar: La Piedad es frontera con Jalisco y el automóvil traía placas de Sonora, dijo el gobernador. Además, en el DF pasan ese tipo de cosas a cada rato, remató Vallejo en entrevista en Frente al país.
Como si esos hechos fueran una excusa para que el delito no alarme.
Pero no conforme con esa explicación, Vallejo piensa que como seguramente los tripulantes de ese automóvil iban en tránsito por el estado, el delito no es imputable a su gobierno. Dijo textualmente que es injusto que se le quieran endilgar todas las responsabilidades a su gobierno.
Para Vallejo parte de la explicación de la descomposición de la seguridad en Michoacán viene de la falta de coordinación entre estado y federación. En su caso concreto, el problema arranca con su inauguración como gobernador que venció en las urnas a la hermana del entonces presidente de México, Luisa María Calderón.
Sin duda una mala coordinación estado-Federación complica llegar a soluciones.
Lo cierto es que Michoacán lleva ya varios sexenios con malos gobernantes. Desde Lázaro Cárdenas, que salió huyendo del estado apenas concluyó su mandato para refugiarse en la academia en Washington; Leonel Godoy, que tenía a los criminales hasta en su familia y ahora un gobernador que no tiene la salud suficiente para encabezar el ejecutivo local y que además ve injusto que se le pida rendir cuentas por lo que pasa en su estado.
Desafortunado el regreso de Fausto Vallejo.
Y mientras todo esto ocurre, que se amuelen Michoacán y los michoacanos…