Qué pinche situación la que están viviendo los habitantes del Distrito Federal, imagínese la frustración, el enojo, la rabia y el sentimiento de impotencia mientras esperan horas dentro de su auto inmovilizados, hasta que los pobrecitos manifestantes deciden retirarse y desbloquear una avenida. Si nosotros nos sentimos indignados cuando toman la caseta de cobro de la autopista en Fortín, que sucede de vez en cuando, qué no sentirán ellos que lo tienen que sufrir a diario. Además de soportar todos los abusos, agresiones y destrucción de propiedad privada, los capitalinos todavía tienen que sufrir las decisiones alcahuetas de los diputados y autoridades que consideran que lanzar una bomba molotov durante una manifestación ¡no es delito! Cómo quisiera ver que un familiar cercano de cualquiera de estos blandengues dizque legisladores, resultara seriamente quemado porque a algún inocente manifestante se le ocurrió lanzar uno de estos artefactos. Y que después de pagar los fuertes gastos de atención médica que requiere un lesionado de esta manera, acudieran a los tribunales a poner una multa de seis o siete mil pesos para que el improvisado pitcher salga tranquilamente de la cárcel, donde debería quedar refundido por mucho tiempo.
Además, tienen que soportar un jefe de gobierno que graciosamente se escabulle y se amarra el dedo cuando dice que no correrá el riesgo de enfrentar a los maestros y no tomará decisiones (es decir que no va a usar la fuerza) según él porque los problemas del D.F. le competen a todo el país (Sí, pero la decisión que debe tomar en éste momento le compete a la ciudad a la que juró proteger) y que asumirá el costo político que pudiera afrontar su partido (Nosotros creemos que el verdadero costo político que teme sobremanera es la aplicación de la fuerza, y los resultados de ésta) y esto, sin contar lo que según dicen es un secreto a voces, que gente de izquierda esté sufragando los gastos de las movilizaciones, Si no, ¿quién más puede estar tan interesado en desprestigiar todo lo que propone el Presidente Peña Nieto?
Sabemos que nadie quiere otro 1968 con sangre derramada, ni tampoco nadie quisiera una represión como la que sufrieron los médicos con el presidente Díaz Ordaz. Pero una ciudad (la más grande del mundo) no puede ser afectada económica, física y moralmente por una horda de trogloditas (que son quienes debieran dar el ejemplo de buena educación) que basados en su dizque RAZÓN, la secuestran y la agreden sin que nadie haga algo por ella. (Para colmo, se están aprovechando de la situación grupos que no tienen nada que ver con la situación magisterial como: Yo soy 132, los 400 pueblos y otros escandalosos que lo único que quieren es sacar raja.)
Antes de escuchar a alcahuetes de la Comisión de Derechos Humanos, o a cualquier politiquillo que quiera hacer bandera de ésta situación, o a cualquier pseudohumanista, antes de creer en la posición de “prudencia” del jefe de gobierno del D.F., debe anteponerse lo que deseen los verdaderos afectados: los habitantes del D.F. ¡Que ellos y únicamente ellos! decidan y exijan a sus autoridades (pues al fin y cabo las autoridades son servidores públicos y están para servir a la ciudadanía, no a intereses partidarios y mucho menos personales) si se debe o no aplicar la fuerza pública: que se haga una rápida encuesta y que las autoridades actúen y cumplan con lo que los ciudadanos capitalinos deseen.
¡Bravo maestros, qué gran enseñanza están dando a nuestros niños! Ellos ya aprendieron lo que harán en el futuro: hacer exactamente lo mismo que ustedes para resolver los problemas de México.