Ayer hizo dos años que grupos de manifestantes vandalizaron las calles de la Ciudad de México, destrozaron comercios, equipamiento urbano y agredieron a policías y ciudadanos en protesta por la llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República.
A pesar de ser un Presidente elegido en las urnas, los manifestantes no aceptaban que el abanderado priista rindiera protesta e intentaron llegar a San Lázaro para impedirlo, pero fueron repelidos por las fuerzas del orden.
Molestos por la acción policiaca, varios enmascarados se concentraron en el centro de la ciudad y ocasionaron destrozos en avenida Juárez, ante la complacencia de la policía del DF, que sólo observaba.
Las devastadoras imágenes de la Ciudad de México atacada obligaron a que Marcelo Ebrard, entonces jefe de Gobierno de la capital, tomara el control policiaco y desde las instalaciones del C-4 ordenara a los uniformados hacer detenciones.
A Marcelo no le importó tanto quienes la habían hecho, sino quienes la iban a pagar. A la ciudadanía sólo le importaba que detuvieran a los vándalos y ordenó a la policía agarrar parejo: hubo varios encarcelados.
Pero en unos cuantos días los diputados locales del PRD modificaron exprofeso el Código Penal del DF —endurecido en los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y del propio Ebrard— para que todos los detenidos pudieran salir.
No conformes con la modificación a la medida para favorecer a los vándalos, los diputados Roberto El Gordo López y José Luis Muñoz Soria —por cierto ambos aspirantes a delegados por el PRD en Cuauhtémoc— pagaron de su bolsa las fianzas de los detenidos.
Con una ley a modo, lo único que logró el PRD fue que los grupos anarcos se suelten el pelo y hagan desmanes a su antojo, sin que la policía los detenga o, en todo caso, salgan con una ridícula fianza, pues para los perredistas esos actos no son graves.
El pasado 20 de noviembre un operativo desplegado por las policías federal y local dio como resultado la detención de varias personas que atacaron Palacio Nacional, por lo que fueron enviados a diversos penales federales acusados de delitos graves.
De inmediato el PRD cínicamente exigió que no se reprimiera lo que llamaron “protestas estudiantiles” que piden la aparición de los normalistas de Ayotzinapa, además de exigir la renuncia del procurador Jesús Murillo Karam por “ineficiente”.
Con qué cara los perredistas se atreven a criticar la represión de una marcha “estudiantil”, si fueron precisamente autoridades perredistas de Iguala las que no sólo reprimieron, sino que desaparecieron a 43 normalistas, asesinando antes a seis.
Con qué cara piden la renuncia de Murillo Karam si la PGR detuvo al alcalde José Luis Abarca —del PRD— acusado de la masacre, y encarceló a varios implicados en las desapariciones, todos ligados a ese partido. Ayer se cumplieron los primeros dos años de Peña Nieto como Presidente y ojalá que con la cuerda que los perredistas le han dado a los anarcos, no vaya a ser otro día negro para la ciudad, sin que nadie pueda evitarlo.
Porque los violentos están envalentonados con la impunidad que les concedió el PRD y con el temor del Gobierno a actuar para que no lo vayan a acusar
de “represor”.
¿Y ahora, quién podrá defendernos, si ya ni el Chapulín Colorado está?
CENTAVITOS… Para ridículos no gana el sol azteca con eso de crear una comisión de la verdad para saber quién postuló a José Luis Abarca para alcalde de Iguala y a cambio de qué.
Como si a la ciudadanía le importara qué tribu lo apoyó: para efectos prácticos fue el PRD.
Además, los mismos perredistas dicen que si quieres que algo no se solucione crea una comisión que lo investigue.
Porque si de limpiar el partido se tratara, el PRD tendría que crear comisiones para saber quién postuló a Juanito, a Julio César Godoy, narcodiputado prófugo; a René Bejarano cuando fue atrapado en video tomando dinero y luego reivindicado
en el partido.
A Marcelo Ebrard metido hasta las manitas en la Línea 12; nunca acabarían con sus comisiones. Pero ¿y qué si descubrieran si El Peje, Zambrano o Marcelo lo postuló? No pasaría nada, bola
de payasos.