Tras un mes de hospitalización por una neumonía bilateral que lo mantuvo al borde de la vista pública, el Papa Francisco hizo su tan esperado regreso al Vaticano este domingo, marcando su primera aparición pública desde el 14 de febrero. A los 88 años, el líder de los 1,400 millones de católicos del mundo dejó el hospital Gemelli de Roma para regresar a la Casa Santa Marta, su hogar desde su elección como pontífice en 2013.
Aunque la noticia de su alta ha sido recibida con alegría y gratitud por miles de fieles, su recuperación aún requiere atención. Los médicos han prescrito un periodo de descanso adicional de al menos dos meses para garantizar una recuperación completa, lo que ha generado incertidumbre sobre la frecuencia con la que los católicos podrán ver al Papa en las próximas semanas.
La Casa Santa Marta, un edificio modesto pero funcional que fue construido en 1996, alberga al Papa y a algunos de sus colaboradores más cercanos. A pesar de estar estructurada como un hotel para los cardenales durante los cónclaves papales, las instalaciones no están abiertas al público. Francisco ha vivido allí de manera discreta, sin intervención externa, hasta que su salud lo ha llevado a requerir ajustes en su entorno, como una nueva cama ajustable para facilitar su movilidad, tras el uso de silla de ruedas en los últimos años.
El Vaticano también ha confirmado que el Papa recibirá atención médica constante, incluida una enfermera 24 horas al día y oxígeno suplementario según lo necesite.
En un gesto de apoyo, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, celebró el regreso de Francisco al Vaticano, destacando su “incansable compromiso y su valiosa guía”. Los fieles que se encontraban en el hospital Gemelli también expresaron su alegría al ver al Papa en público, como fue el caso de Domenico Papisca Marra, quien viajó desde Calabria para ser testigo del evento.
Aunque su estado de salud ha mejorado gradualmente, los médicos advierten que la convalecencia no será fácil. El doctor Sergio Alfieri, del hospital Gemelli, señaló que aunque el Papa haya sido dado de alta, se enfrenta a un periodo largo de descanso, sin poder retomar sus actividades diarias habituales, lo que podría resultar complicado para un hombre acostumbrado a un ritmo de trabajo vertiginoso.
Este regreso de Francisco ha sido una señal de esperanza para millones de católicos, quienes siguen con atención su proceso de recuperación, a la espera de que el Papa pueda retomar sus funciones de manera gradual, con la fortaleza que siempre lo ha caracterizado.
