Por Andrés Timoteo / columnista
En temas de política local, tras la anulación de la elección interna para elegir al dirigente estatal del PAN hecha por la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Tepjf) el pasado 17 de julio, los actores azules van a trompicones. El defenestrado y desacreditado José Mancha Alarcón sigue despachando como dirigente estatal, amparado en el vericueto legal de que era ya presidente del Comité Directivo Estatal y que dicha estructura se mantendrá vigente hasta que no haya la renovación debida.
La treta legal refleja lo abusivo del tipo que, en lugar de dar un paso a un lado y permitir que se instale un interinato para dar certeza al proceso comicial en puerta, se obstina en mantenerse en el cargo lastimando más la imagen de Acción Nacional. No hay que confundirse, una cosa son los ataques de sus adversarios que les urge que se vaya de la dirigencia estatal y otra la decencia política que obliga a su retiro.
Mancha Alarcón no es un tipo decente, eso ha quedado claro y se mantiene trepado en la añagaza jurídica dando manotazos sobre la ajada imagen del panismo -y por supuesto del yunismo que lo respalda-. Peor aún, pretende volver a competir por la presidencia del Comité Directivo Estatal. Tal ambición barata saldrá caro a sus sostenedores.
El ex alcalde de Tantoyuca, Joaquín Guzmán Avilés, no es mejor persona y ahora que está en la rebatinga partidista se ha rodeado de lo peor de la militancia, y no sólo eso, sino que literalmente ha vendido su alma al diablo marrón. Son inocultables sus nexos con el Gobierno Estatal que lo financia. Hace días, en una entrevista, Guzmán fue traicionado por el subconsciente al hablar de dos diputados locales, Enrique Cambranis y la huatusqueña Nora Jessica Lagunes Jáuregui, ligados a él.
Alegó que los quieren expulsar por haber votado la desaparición de poderes en Mixtla de Altamirano cuyo Cabildo, dijo, es de Morena. “Y luego dicen que nosotros somos los aliados de Morena”, se le escapó. Cuando quiso corregir, ya era tarde. Guzmán tampoco es un personaje con decencia política, su negro historial como cacique partidista en el Norte del Estado lo antecede. Y su alianza hoy con el morenismo lo hace más nefasto.
Sobre el tema, el consejero del INE, Benito Nacif, en el artículo “Democracia partidaria a revisión”, publicado el lunes pasado en el diario El Universal, señala que la anulación de las elecciones del PAN en Veracruz es un antecedente de lo que puede ocurrir en los comicios para renovar las dirigencias nacionales del PRI, PRD y Morena.
En Veracruz, expone, se acreditó la falta de certeza, transparencia y confiabilidad, además de cuestionados padrones de militantes. Con las condiciones similares la nulidad podría repetirse en dichos procesos. En pocas palabras, el panismo veracruzano es ejemplo de la suciedad que da al traste con la democracia partidaria.