En la última columna se comentó que un grupo de 20 alcaldes panistas acudieron el jueves pasado a presentar una denuncia penal ante la PGR contra la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan), que retiene indebidamente recursos presupuestales por un monto de 267 millones de pesos. Entre los denunciantes estaban cinco ediles de la zona Centro, los titulares de los Ayuntamientos de: Huatusco, Río Blanco, Mixtla de Altamirano, Sochiapa y Tomatlán.
Se expuso que el responsable del último municipio, Daniel Reyes, casi se esconde para no salir en la fotografía, ya que tiene devaneos con el priismo. Pues bien, el Presidente municipal de Tomatlán no es el único “miedoso”, sino que hay otro más intenso: el edil cordobés Tomás Ríos Bernal, quien preside uno de los municipios más importantes de la región y que extrañamente no se unió a esta denuncia penal contra el Gobierno priísta.
El Alcalde cordobés no quiso enfrentarse a la Sefiplan, a pesar de que ésta se niega a entregar casi 22 millones de pesos al Ayuntamiento, según lo declaró él mismo el 12 de octubre, cuando se difundió la noticia sobre la dimisión de Duarte de Ochoa. Se entiende que Ríos Bernal se quejaba del dinero retenido, entonces ¿Por qué no se sumó a la denuncia judicial? Algo no encaja.
El panista se rehúsa a proceder penalmente contra los que están afectando a todos los cordobeses, al retener dinero que debe servir principalmente para obras públicas en zonas desfavorecidas, pues la mayoría de los recursos corresponden al Fondo de Infraestructura Social Municipal (FISM). Tolerar el jineteo de ese presupuesto es volverse cómplice de la corrupción.
¿Qué motivo poderoso hace que Ríos Bernal no quiera proceder contra la Administración Estatal priísta? Los desconfiados insisten en los acuerdos soterrados de Ríos Bernal con la fidelidad, la cual ha maltratado a Córdoba, pero bien tratado a su administración, tolerando todos los abusos y excesos. Este pacto incluye, por supuesto, el tema electoral: cederles las plazas de poder.
Los bien enterados aseguran que aún con el declive del PRI a nivel Estatal, está vigente el acuerdo para tratar de entregarle el Ayuntamiento al tricolor, según lo negociaron sus titiriteros, el expanista Juan Bueno y Víctor Serralde –o como se llame en realidad este señor-. No obstante, al plan de la triada Ríos-Bueno-Serralde, para sentar a un priísta en la silla municipal, se le atravesarán dos entes o personajes.
Uno es el partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que podría dar la sorpresa en los comicios de 2017 y, el otro, es el gobernador electo, Miguel Ángel Yunes, quien les estropearía ese plan, arrebatándoles el control del panismo y del proceso electoral del año venidero, para evitar que impongan a un candidato comparsa y trabaje en contra de Acción Nacional. Sólo es cuestión de tiempo.