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El Museo de la Comida Asquerosa en Berlín: ¿Te atreverías a probar estas delicias?

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La gastronomía es un mundo vasto y diverso, donde lo que es un manjar en una cultura, en otra puede ser considerado repugnante. Pero, ¿alguna vez has imaginado un lugar que celebre precisamente esa sensación de repulsión? Bienvenido al Museo de la Comida Asquerosa en Berlín, un espacio dedicado a mostrar los platillos más extraños y “asquerosos” del mundo, donde la experiencia va más allá de lo visual.

Este peculiar museo, aunque más pequeño que su predecesor en Malmö, Suecia, ha captado la atención de miles de visitantes desde su apertura en 2021. Tanto es así que, como medida preventiva, al inicio del recorrido se te entrega una bolsa de papel por si necesitas vomitar. Y no es una broma: según el medio El Español, al menos 50 personas han utilizado la bolsa desde la inauguración del museo.

El responsable de la muestra, Steffen Beyer, ha reunido una colección que incluye alimentos considerados sagrados, medicinales o afrodisíacos en diversas culturas, pero que para muchos otros resultan impensables. Desde órganos cocidos o fritos hasta réplicas de partes de animales como el pene y los testículos de toro, muy populares en China, la exposición desafía los límites de lo que consideramos comida.

La filosofía del museo es clara desde la entrada: “El asco es contextual. El asco es cultural. Nos gustan los alimentos con los que hemos crecido, pero las ideas sobre el asco pueden cambiar con el tiempo”. Este mensaje resuena a lo largo de todo el recorrido, invitando a los visitantes a cuestionar sus propias percepciones sobre lo que es comestible y lo que no.

Uno de los espacios más llamativos es un laboratorio donde se exhibe el Cazu Marzu, un queso Pecorino de Cerdeña que alberga gusanos vivos en su interior. Aunque pueda sonar espeluznante, este es solo uno de los muchos ejemplos que desafían la noción convencional de comida.

El museo no solo te invita a mirar, sino también a probar. En un video compartido en su cuenta de Instagram, se puede ver a una visitante degustando un escarabajo seco, y su reacción lo dice todo. La experiencia no es solo visual, sino también olfativa. A medida que avanzas por las salas, tu nariz se enfrenta a olores intensos, desde el tiburón fermentado más pestilente del mundo hasta bebidas exóticas como esperma de caballo o orina de vaca.

Los expertos del museo explican que el asco tiene una función evolutiva: protegernos de enfermedades y comida en mal estado. Sin embargo, esta reacción, aunque universal, es profundamente personal. Como se menciona en la exposición, “Hace 200 años, la langosta era tan indeseable que solo se servía a prisioneros y esclavos. Hoy en día la langosta es un lujo delicioso”.

Visitar el Museo de la Comida Asquerosa es una experiencia única que te hará replantearte lo que consideras “comida”. Pero más allá de lo impactante, es una oportunidad para aprender sobre cómo otras culturas ven y experimentan el mundo culinario. ¿Te atreverías a enfrentarte a tus propios límites gastronómicos?

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