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El minutero:¡Que los corran!

Superiberia

¡QUE LOS CORRAN!

 

La muerte de dos jóvenes -uno de ellos el cantante amateur Gibran Martiz- que fueron secuestrados hace dos semanas por supuestos policías estatales no merece otra medida que la separación inmediata del secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez y del procurador Amadeo Flores Espinosa por ineficientes. Su destitución es obligada desde cualquier ángulo que se le mire. El más grave es porque no hicieron absolutamente nada para rescatarlos con vida y porque los sospechosos de cometer el secuestro, el pasado 7 de enero, son servidores públicos: supuestos agentes de la Secretaría de Seguridad Pública.

¿Y la famosa Policía Acreditada de la que tanto cacarea Bermúdez Zurita? Obviamente es altamente dudosa la hipótesis de que los secuestradores eran falsos policías y los vehículos usados para “detener” a los jóvenes eran patrullas clonadas porque eso significa que en la capital del estado se permite la circulación de agentes y patrullas apócrifas, algo totalmente opuesto al discurso del gobernante Javier Duarte de que en Veracruz predomina la legalidad. 

Ya se supo que no, porque ayer mismo ambos funcionarios reconocieron que hay siete policías detenidos por el caso, lo que explica por qué no funcionaron los retenes instalados en la ciudad de Xalapa para que los plagiarios salieran con sus víctimas a bordo de los vehículos. Confirma también que la policía bermudiana está coludida con la delincuencia. Ratifica lo que se ha denunciado muchas veces en la zona centro: que los agentes policiacos plagian y desaparecen a ciudadanos.

 Sin agregar más, eso derrumba la escarcha dorada que construyeron alrededor del discurso emitido por el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong en su última visita a la entidad en la que reconoció los “avances” en materia de seguridad pública y también pisotea, una vez más, la frase duartista de que “hoy Veracruz es otro”. Es evidente que Bermúdez no hizo nada para buscar entre su “Policía Acreditable” los indicios de ambos chicos y tampoco hizo nada el procurador Flores Espinosa por investigar el crimen. 

Al contrario, volvieron a aplicar el método impuesto desde la fidelidad: desprestigiar a las víctimas y hacerlas culpables de su propia desgracia pues desde Palacio de Gobierno se difundió información injuriosa contra los chicos, a través de las redes sociales, para tratar de hacerlos pasar como delincuentes. Si en Veracruz se hicieran las cosas bien como presume Duarte de Ochoa, ambos funcionarios, Flores Espinosa y Bermúdez Zurita ya estarían fuera del organigrama estatal. 

La otra razón para destituirlos es porque su ineficacia de nueva cuenta pone al gobierno duartista en las noticias nacionales e internacionales por el asesinato de los dos jóvenes y también de nuevo proyecta al cordobés ante el mundo como un gobernante fallido. No hay semana que no estalle escándalos ligados a cuestiones de seguridad pública o la impartición de justicia en Veracruz. Son comunes las críticas a nivel nacional e internacional hacia Duarte de Ochoa y éste se niega a sanear a la SSP y la PGJE, echando a la calle a este par de tipos tan nocivos para la ciudadanía como para el mismo gobierno duartista. Cada cosa que ellos hacen, dicen o dejan de hacer y decir se vuelve en contra de la administración estatal y la fama pública del gobernante.

 ¿Por qué tenernos al frente de las dos dependencias en tiempos tan complicados?, ¿que deuda tan poderosa tiene el gobernador con ellos?, ¿por qué prefiere pasar como inepto ante la opinión pública mundial en lugar de correr a estos dos ineficientes y colocar a profesionales que hagan su trabajo? Es un secreto que sólo se puede explicar por una complicidad tremenda para enganchar el prestigio de su administración a este par de sujetos.

 Por cierto, hay cuatro cosas destacables -que también son dardos hacia los intestinos del duartismo- señaladas por Efraín Martiz, el padre del cantante victimado, durante las entrevistas concedidas a la prensa en las últimas veinticuatro horas. Una, que Duarte de Ochoa a través de sus cercanos le prometió a los familiares que el joven regresaría pues ya lo habían localizado y solo era cuestión de horas. La segunda que el procurador Amadeo Flores Espinosa tiene más poder que el mismo gobernador y hace lo que quiere. 

“Duarte parece reo de su propia gente”, afirmó el señor Martiz a la periodista Carmen Aristegui pues “el procurador manda más que el gobernador” y la cuarta que podría desatar otra tormenta mediática de especulaciones es que el gobernador no vive en Veracruz sino en Miami, Estados Unidos, pues es tanta la desconfianza en “su gente” que ni él se siente seguro en la entidad. Y si el propio gobernador prefiere irse al extranjero por lo que sucede en la entidad, ¿qué le espera a los ciudadanos comunes? Vaya caso.

 

EL CHAYO-CONCURSO

 

La paquiderma Comisión Estatal para la Protección de Periodistas, anunció que premiará al “mejor reportaje” que le hagan llegar los compañeros en una cruzada por rescatar este género periodístico que está rezagado en la prensa local, según lo presumieron. Es el mundo al revés por muchas cosas. La primera porque la comisión prefiere organizar concursos y repartir “chayotes” a guisa de premios -el viaje a España disfrazado de curso en la Universidad Complutense es el chanchullo más viejo para maquillar la complicidad entre el gobierno estatal y las plumas domesticadas-, en lugar de velar por la libertad de prensa y hablar a favor de los reporteros agredidos. 

También porque las tres personas que hablaron de la convocatoria carecen de autoridad profesional sobre la redacción de textos periodísticos. Una es una investigadora gris de la Universidad Veracruzana a la que no se le conoce un sólo trabajo digno, ni que haya revolucionado el pensamiento o el quehacer profesional ni siquiera para justificar su oneroso sueldo. La otra es una ex directora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación (Facico) en cuyo periodo intentó desaparecer todas las materias que tuvieran que ver con periodismo, puso a la escuela al servicio de los gobernantes en turno y regaló maestrías chafas y títulos al vapor para que los políticos los usarán como embutes a los reporteros.

 Y el tercero, un conductor de noticias televisivas en cuyas emisiones son inexistentes los reportajes ¿Cómo pueden estos señores convocar a un concurso de reportaje cuya médula espinal es la investigación, el beneficio colectivo con los casos expuestos y lo más importante, la libertad de expresión para informar a la sociedad?. Haciendo la comparación obligatoria, el asunto es como poner a un pirómano a dar clases de prevención de incendios.

Claro, en su defensa, los tres burócratas podrían alegar que ellos no calificarán los textos concursantes -y les asistiría la razón porque de reportajes no saben nada- sino que los jurados serán periodistas del altiplano. 

Empero ahí está otra trampa porque es del dominio público que habrá una sola jueza -la que manda en la elefantina comisión- que es la vocera estatal. ¿A poco alguien cree que premiarán un reportaje que documente la meteórica fortuna de Duarte de Ochoa, las pillerías de sus subalternos, que dé cuenta de la inseguridad en el estado, de los ecocidios tolerados por las autoridades, la complicidad de las mismas en los casos de abusos contra migrantes o la opacidad en el gasto publicitario que maneja la Coordinación de Comunicación Social? 

 Ni en sueños sucederá porque la que está detrás de toda esta simulación es la errática vocera duartista. Así, ese chayo-concurso sólo está destinado a justificar la desocupación de esos comisionados que cobran elevados salarios sin hacer nada y para la simulación mediática.

 

EL CACIQUE ABUSIVO

 

El sábado pasado se registró un zafarrancho entre transportistas orizabeños -en el cual la policía estatal golpeó a reporteros y camarógrafos- y el meollo del conflicto fue el ingreso de la línea de autobuses propiedad del cacique serrano Mario Zepahua Valencia para prestar servicio en la zona urbana pese a que sus concesiones son para el pasaje foráneo y ya tiene acaparadas las rutas en toda la sierra de Zongolica. 

Zepahua recibió el permiso para ingresar a las rutas citadinas por parte de Roberto López Santoyo, fidelista de cepa pura y no es casual pues Zepahua está ligado al innombrable desde tiempos antiguos, y esa liga se extendió al actual sexenio. Por eso hace de las suyas, desde obtener el aval para que los Autobuses de la Sierra (Adelas) se introduzcan a la zona urbana hasta aumentar desorbitadamente el precio del pasaje en la sierra de Zongolica, sin aviso a los usuarios de 14 municipios pese a que los vehículos con prácticamente chatarras que dan un servicio pésimo.

 En lo político Mario Zepahua también se ha beneficiado de su militancia en el PRI pues ha sido alcalde de Tequila, diputado local y federal por el tricolor, su hija Lilia Zepahua acaba de dejar la diputación local. En el año 2003 cuando era candidato a la diputación federal se autosecuestró y el dinero del supuesto rescate -parte del mismo recaudado por simpatizantes entre el electorado- jamás se supo dónde fue a parar. No hubo castigo por simular el plagio pese a que el procurador alemanista, Pericles Namorado, lo señaló plenamente de fingir el plagio, al contrario, llegó al Congreso de la Unión y mantuvo el control político de parte de la zona serrana en Zongolica.

 Como empresario está considerado como uno de los más déspotas y prepotentes que no repara en usar a los choferes de las Adelas como golpeadores contra quienes se oponen a su emporio o reclaman el mal servicio. Es todo un cacique que ahora extiende sus tentáculos a la ciudad de Orizaba con la complacencia de las autoridades. Zepahua es, en fin, una muestra que los viejos cacicazgos, los de horca y cuchillo, siguen vigentes en Veracruz.

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