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El minutero: Sin madre ni abuela

Superiberia

 

SIN MADRE NI ABUELA

 

Es un caso siquiátrico el del señor Armando Adriano Fabre, actual director del Instituto de Pensiones del Estado (IPE). De escaso perfil profesional y menor brillo en el ámbito político y de la administración pública, este individuo se ha colgado de la sombra de su suegro, el eterno burócrata Miguel Ángel Díaz Pedroza –que ha ocupado un sinnúmero de cargos públicos en las últimas tres décadas- quien le consiguió una notaría pública para que mantuviera a la descendencia y en el actual sexenio estatal maniobró para que llegará al citado instituto.

Es un “ratón de biblioteca” pero sin luz propia, acumula títulos pero no aplica teorías, se da un aire de intelectual pero vive como burgués ignorante y raya en los excesos de los nuevos ricos con dinero que le llega fácil, así lo describen aquellos que lo conocen de tiempo atrás. Todos los problemas que se presentan los resuelve el suegro, siempre ha sido así, añaden. Entonces, su llegada al IPE no fue porque sea un experto en administración y ni siquiera un tecnócrata sino por un favor político que pidió su suegro.

También es un hombre maleable –entiéndase: títere- que si le ordenan que se arroje del puente Xallitic de Xalapa, lo hace sin titubear. La obediencia al suegro y a los poderosos que le sirven es su medio de subsistencia. Y todo eso explica su actuación en el IPE que arrastra una de las peores crisis financieras pero contrario a esa realidad, Adriano Fabre repite como merolico que goza de finanzas sanas. Y también es por eso que miente sin tapujos a los derechohabientes.

No solo oculta el balance real de las finanzas sino que agrede directamente a miles de trabajadores jubilados que mes con mes esperan ansiosamente el pago de sus pensiones para sobrevivir. Ayer en todo el estado personas de la tercera edad tuvieron que salir a las calles para reclamar lo que les pertenece: el dinero mensual al que tienen derecho por haber cotizado durante tres décadas en el IPE y que el funcionario estatal retrasa al extremo.

¿Por qué obligar a miles de senectos, algunos con serios problemas motrices que deben desplazarse apoyados con sillas de ruedas, muletas y bastones, a marchar y bloquear calles para obtener su pago? Lo peor es la actitud de mentiroso contumaz del director del IPE que declara que hay dinero depositado en las instituciones bancarias para el pago de las pensiones y no es verdad. No solo los ancianos lo desmintieron sino también los documentos bancarios que exhibieron.

¿Este individuo, Armando Adriano Fabre, tendrá madre o padre o abuelos que dependan de una miserable pensión del IPE? Seguramente no porque entonces otra seria su actitud. Su suegro, Díaz Pedroza, que ya está en la tercera edad, tampoco necesita de la pensión del IPE –que la ha de tener porque estos tipos no dejan pasar un solo centavo- pues es un hombre millonario, enriquecido con los cargos que ha ocupado en el organigrama estatal desde hace muchos años. Por todo lo anterior, Adriano Fabre no es capaz de tener empatía y ni siquiera misericordia por los jubilados que apenas sobreviven con el monto de sus raquíticas pensiones.

En este entuerto dos cosas son reales: Una, que no hay dinero en el gobierno estatal y la alharaca duartista de que su gobierno tienen finanzas sanas es demagogia burda, y dos, que el dinero de los trabajadores que cotizan en el IPE lo usan para otros asuntos ajenos a su destino legal, es decir, lo jinetean aviesamente. Lo desvían o lo ponen a “sudar” en cuentas bancarias para sacarle utilidades aún a costa de la desesperación y sufrimiento de miles de pensionados.

Así, lo sucedido ayer en todo el estado con las protestas de los abuelos y abuelas que no pudieron cobrar su pensión mensual ni aguinaldo en las vísperas de los festejos navideños, es una vergüenza. Es la ignominia, el sello de la administración de Javier Duarte de Ochoa que prefiere gastarse en erario público en viajes ociosos a Europa y dejar sin comer a miles de ancianos. Es la marca del impudor de los funcionarios prósperos como Armando Adriano Fabre que son tan descarados que mienten ante la prensa sin ni siquiera ruborizarse aun cuando los hechos evidencian su falacia.

Lo que ayer gritaban los jubilados indignados contra Duarte de Ochoa y su director del IPE, a lo largo y ancho del estado, es certerísimo: “¡¡Se ve que ellos no tiene madre ni abuela!! Si las tuvieran, decían, pensarían dos veces antes de jinetearles, robarles y retardarles el dinero que por ley les corresponde y sobre todo, cuidarían de cometer tal atropello en los días previos a la Navidad y al fin de año.

 

MASOQUISMO NACIONAL

 

Ayer se consumó el atraco a la nación. El copetón Enrique Peña Nieto y sus cómplices, del PRI, del PAN, del PVEM, del PANAL y el ala gobiernista del PRD, se salieron con la suya y van a vender el patrimonio energético de los mexicanos. Al firmar el decreto de promulgación de los cambios constitucionales para privatizar a Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Peña Nieto concreta la traición a la patria.

Solo unos cuantos mexicanos han tomado la ruta de las protestas en todos estos días en que se votó la reforma energética en el Senado, la Cámara de Diputados y los congresos locales. La mayoría está pasiva, le ponen la bota en el cuello y no hace nada. Será despojada de su patrimonio y sigue en silencio. No cabe duda que es cierto aquello de que el pueblo tiene el gobierno que se merece y al parecer los mexicanos son masoquistas: gozan cuando los sangran y los condenan al sufrimiento. No se puede explicar de otra forma la actitud ante el atraco que consumaron estos facinerosos.

Así, ayer fue una fecha ominosa que sepultó la del 18 de marzo que recordaba aquel heroico y patriótico 1938 cuando el presidente Lázaro Cárdenas hizo el decreto de que la industria petrolera fue rescatada de las manos extranjeras para consagrarla a la nación. En los últimos setenta años México se desarrolló gracias a la renta de los hidrocarburos pero ahora el copetón y sus aliados van a matar a la gallina de los huevos de oro. ¿Qué le espera a los mexicanos? Simple: lo que se merecen por seguir callados y con la cabeza agachada cuando los ladrones los están robando. En el silencio llevarán la penitencia.

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