NO ESCARMIENTAN
Vaya cosas que suceden en la entidad: la tormenta azota y no se hincan. Quien fuera el peor alcalde en la historia del puerto de Veracruz, Ramón Gutiérrez de Velasco, defiende al peor secretario de Seguridad Pública que haya tenido la entidad, el defeño Arturo Bermúdez, tratando de rescatarlo del escándalo por los policías secuestradores del joven Gibran Martiz, dándole la espalda a los ciudadanos que, se supone, son a los que debe representar en el Congreso local. De escasa moral pública, el ex edil califica de improcedente la exigencia sin saber una pizca de derecho ni de quehacer parlamentario.
Aún más, sin saber de leyes ni de protocolos sostiene que Bermúdez ha llevado de forma excelente la Secretaría pese a que todo a su alrededor lo desmiente. De ese tamaño son las complicidades de Gutiérrez de Velasco con Bermúdez. Dos. En lugar de ordenar una limpia en la Secretaria de Seguridad Pública y la Procuraduría General de Justicia, llamando a cuentas a sus ineficientes titulares y ofreciendo a la población la garantía de que se corregirá el desprestigio de la Policía Acreditada que secuestró y presuntamente asesinó al cantante amateur -según denuncias de sus familiares- el gobernante en turno aplica la “estrategia del avestruz: enterrar la cabeza en el suelo para no ver, ni oír lo que sucede”.
Y peor, en vez de ofrecer una investigación seria y la aplicación correspondiente de la justicia, permite otra vez que su errática vocera meta la mano y recurra al desprestigio de la víctima a través de correos difamadores y especulaciones injuriosas -mismas que ayer fueron desmentidas por la firma disquera del cantante Martiz- tratando de involucrarlo en actividades ilícitas y así justificar su muerte, para que a la postre su administración evada la responsabilidad sobre los terribles hechos.
Fracasada como estratega en comunicación -pues todo le sale mal- María Gina Domínguez y sus batidores de lodo difamaron a los periodistas asesinados, intentando ligarlos con el crimen, lo hicieron con los jóvenes cuyos cadáveres fueron arrojados bajo un puente en el bulevar Adolfo Ruiz Cortines en septiembre del 2011. También difamaron a la jovencita xalapeña Gabriela Benítez Ibarra y a su madre, la doctora Bárbara Ibarra que la buscaba cuando desapareció -el cadáver de la estudiante apareció tres meses después, aún cuando Domíguez Colío boletinó que había huido voluntariamente de su casa porque sufría violencia intrafamiliar-.
La vocera difamó a los tuiteros encarcelados María de Jesús Bravo Pagona y Gilberto Martínez, tratando de ligarlos también con la delincuencia y cuando un grupo de delincuentes atentó contra esta casa editorial, El Buen Tono, esparció versiones falsas para tratar de justificar el ataque que se perpetró en octubre del 2011, y tratando de desprestigiar tanto al proyecto periodístico como a sus impulsores. Lo anterior sólo por citar algunos de los casos más escandalosos. ¿Hasta cuándo entenderá el gobernante en turno que no le ha funcionado la estrategia de culpar a las víctimas y todo el desprestigio se le revierte?. No escarmienta, pues.
TAMPOCO EN POLÍTICA
Y de pilón, la peor alcaldesa que ha tenido la capital del estado, Elizabeth Morales -las otras dos Amparo Álvarez del Castillo y Armida Ramírez Corral fueron sustitutas- dirigirá al Partido Revolucionario Institucional (PRI) señalado hasta el cansancio de mantener prácticas corruptas y amparar a personajes de mala reputación. El tricolor es un partido que requiere con urgencia limpiarse por dentro pero coloca a Morales García como su dirigente y Alfredo Ferrari como su secretario, un par de personajes terriblemente cuestionados y tremendamente ineficientes.
¿Qué le ofrece Elizabeth Morales a los priistas? Nada, sólo le contagia la mala fama. Según los teóricos, un buen líder debe tener talento, don de la palabra, inteligencia y tiempo de servicio. Ninguno de los cuatro requisitos cubre la ex alcaldesa de Xalapa ni el ex titular del Fideicomiso del 2 por ciento a la Nómina. Aún así, los ungieron como encargados de conducir al tricolor en los próximos años, faltándole el respeto a viejos militantes que sí tienen experiencia política y liderazgo y sobre todo burlándose de la opinión pública al querer hacerlos pasar como personas dignas de confianza.
MENTIRA EXPUESTA
Todos los priistas, panistas, perredistas, panalistas, ecologistas y agregados que pontificaron la reforma constitucional en materia energética como algo que sacaría al país de la pobreza. Todos ellos que dijeron que habría miles de empleos, los mexicanos tendrían bienestar social y se salvaría a la nación de la bancarrota. Todos los que aseguraron, a grito de pulmón, que bajarían los precios de las gasolinas, el gas doméstico, el diesel y las tarifas de energía eléctrica. Todos esos -entre los cuales se encuentran los políticos veracruzanos y en especial los tres Yunes malos José Yunes Zorrilla, Héctor Yunes Landa y Fernando Yunes Márquez- engañaron al pueblo.
Y a todos ellos los acaba de desmentir el Fondo Monetario Internacional (FMI) pues en su pronóstico sobre el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para este año, señala que el crecimiento en México sólo será de 3 puntos porcentuales, proyección menor en casi un punto -en 0.90 por ciento- al cálculo anunciado por el Banco de México y peor aún, el reporte del organismo internacional expone que los resultados de las reformas impulsadas por el copetón Enrique Peña Nieto, el tricolor y sus cómplices del PAN, PRD, PANAL y PVEM, no se verán hasta en cinco años.
Es decir, hasta el 2019 se tendrán los primeros “efectos positivos” de entregar el petróleo, el gas y la electricidad a los empresarios tanto nacionales y extranjeros. Será también hasta el 2019 cuando “podrían” -y así lo establece como una posibilidad, no una certeza- descender los precios en los combustibles y el fluido eléctrico. En pocas palabras, todo fue una mentira de los legisladores y gobernantes, nadie verá nada bueno en estos años salvo aquellos que se queden con la riqueza energética.
Pero más allá de esa felonía, la develación de la mentira sobre las supuestas bonanzas de los cambios constitucionales para privatizar Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), también abre la puerta a que una vez que se renueve la Cámara de Diputados en el 2015, la efervescencia ciudadana obligue a los nuevos legisladores a echar atrás esas reformas dañinas. Es la vía legal para dar marcha atrás a ese atraco y hacia esos comicios deben dirigir su mirada todos los mexicanos que se digan traicionados por los actuales diputados y senadores.
GUÍAS MUDOS Y CIEGOS
Por otro lado, en el contexto de violencia que priva en el país lo que sobran son víctimas y victimarios pero lo que escasean son autoridades y profetas. No hay aplicación de la ley porque las autoridades están rebasadas o coludidas, y son pocos los profetas porque la mayoría de los sacerdotes y pastores cristianos son unos comodinos que prefieren ver al cielo que posar los ojos sobre la tierra y ejercer la profecía. Cuando se habla de ser profeta no significa sólo augurar cosas que pasarán en el futuro sino denunciar lo que está sucediendo en el presente. Actualmente son poquísimos los ensotanados que se ha colocado al lado del pueblo y denuncian -como es su deber- la mala actuación de gobernantes, políticos y criminales.
Hoy en día los que están cumpliendo con esa misión son los obispos y sacerdotes de Michoacán que han denunciado tanto en declaraciones de prensa como en cartas pastorales lo que sucede en su entidad. El obispo de Apatzingán, Miguel Patiño Velázquez y el vicario de esa misma diócesis, Gregorio López Gerónimo -hoy rumbo al exilio- son ejemplos del quehacer pastoral pues se han colocado en medio de los lobos que quieren devorar al rebaño sin importar los riesgos que eso acarrea. Se han negado a seguir la comparsa del gobierno federal y de los gobernantes estatales y municipales y han puntualizado la ineficacia, complicidad y corrupción de ellos pues prefieren atacar al pueblo que se defiende en lugar de perseguir a los criminales.
Desde hace años se ha dicho que en todo México urgían obispos y sacerdotes al lado del pueblo, que caminen con los pobres. Había unos cuantos, los de la Tarahumara, en Cuernavaca, en Oaxaca, en la Huasteca Veracruzana -con monseñor Luis Gabriel Cuara Méndez, después obispo de Veracruz-, en San Cristóbal de las Casas, por citar algunos. Todos fueron perseguidos por el mismo Vaticano y acusados por el gobierno. Quedan muy pocos y el trabajo pastoral y profético de esas diócesis fue diezmado porque no conviene a los poderosos ni a los facinerosos. Lo que sucede en Michoacán también acontece en casi todo el país pero los obispos y sacerdotes enmudecieron pese a que sus mismos compañeros religiosos son víctimas de la delincuencia.
En Veracruz de las ocho diócesis, solo el que se ha atrevido a hablar del tema de forma directa es el cordobés, Eduardo Patiño Leal -el apellido es igual al del michoacano pero no son parientes, sólo es coincidencia- mientras que la arquidiócesis de Xalapa con Hipolito Reyes Larios acaba de emitir un comunicado, el domingo pasado, condenando la violencia ¡¡¡¡pero la que pasa en Michoacán!!!!… Ni una sola palabra sobre Veracruz ni su gobierno, ni las víctimas. Los obispos y sacerdotes no alzaron la voz cuando asesinaron a cientos de jóvenes y arrojaron sus cadáveres en la vía pública ni cuando victimaron a periodistas -y después el gobierno los desprestigió para acusarlos de su propia desgracia- ni lo han hecho ahora que decenas de jovencitas y jóvenes han desaparecido sin que se les localice.
No han hablado nada sobre lo que padecen los feligreses -extorsiones, asaltos, secuestros-. No han cuestionado la ineficacia de las autoridades locales. Nada de nada ni una carta pastoral, ni una declaración directa de Reyes Larios, no tocan el tema ni por equivocación. Así, en el lastimado Veracruz lo que abunda son los guías ciegos -y mudos- que encaminan al rebaño al precipicio, como dice el evangelista Mateo. ¡Cuánta falta hacen los pastores al lado de las ovejas! se reitera.