Andrés Timoteo
Columnista
México es noticia en Europa. No por alguna masacre de los cárteles del narcotráfico que desde hace años lo hace ocupar titulares en la prensa mundial sino porque se convirtió en el quinto país del orbe con más muertos por la pandemia del Covid-19. El periódico Le Monde, el más influyente de Francia, mantuvo ayer, durante toda la tarde, como nota principal en su edición en línea el titular: “Récord de contagios diarios en México”. Otros diarios digitales franceses y europeos también dieron cuenta de la noticia.
México alcanzó, el sábado, 30 mil 366 decesos superando numéricamente a España y Francia y se colocó en la quinta posición de los países con mayor mortalidad sólo debajo de Estados Unidos, Brasil, Gran Bretaña e Italia. En las próximas horas se prevé que rebase la cifra de este último país, Italia, que es donde más muertes provocó el Coronavirus en Europa.
También es muy probable que escale dos lugares más, es decir que rebase a Italia y Reino Unido donde -hasta la tarde del domingo- sumaban 34 mil 861 y 44 mil 250 decesos, respectivamente, para instalarse en el tercer sitio del epicentro de la pandemia que es el continente americano. Ayer, intentando bajar el impacto mediático, el presidente Andrés Manuel López Obrador acusó a la prensa -una vez más- de ruin al comparar las muertes en México con las de otros países, principalmente los europeos.
Sin embargo, por más berrinches e intentos para introducir sus “otros datos” en el obituario pandémico, López Obrador no puede desaparecer los decesos que son “sus muertos” porque gran parte de ellos se produjeron por la negligencia y desidia que muestra. La historia va colocando las fichas en su lugar y no por nada los tres países en la cima del mortífero ranking están gobernados por negacionistas irredentos.
Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil y López Obrador en México negaron desde el inicio la peligrosidad de la gripe, minimizaron riesgos y se rehusaron a adoptar las medidas sanitarias que ya se ensayaban en otras partes del mundo. Y no solo eso, sino que además azuzaron a la población para salir a la calle y exponerse al contagio. Las consecuencias de sus acciones y omisiones se cuentan en miles de vidas.
Vaya si recurrimos a la ficción, a estos tres gobernantes bien se les puede alegorizar como los mensajeros de la muerte como en el cuento de los Hermanos Grimm porque cada uno de ellos se convirtió en un dolor, en una fiebre, en nublazón y calamidad para sus gobernados. Ellos, estando en la posición de poder y con su posición personal -no de Estado- ante a la grave coyuntura sanitaria se convirtieron en excelentes colaboradores de la muerte, sus recaderos.
Una pandemia no se puede detener con decretos políticos, chistes, oraciones religiosas o cálculos electorales como ese trio de gobernantes lo quiso hacer. No se sabe hasta dónde se elevará la estadística de enfermos y fallecidos, pero los pronósticos son preocupantes y acarrearán mucho luto. Lo peor es que estos tres negacionistas no modifican su actitud y continúan mintiendo y poniendo en riesgo de muerte a la población.
ROJO INTENSO
En México la pandemia ya quedó en segundo lugar dentro del discurso y las prioridades presidenciales a pesar del montón de muertos que se acumula a diario. El desprecio a la vida de los mexicanos desde palacio nacional es de susto. Primero, se lanzó el bulo de que se había “alcanzado el pico” de la enfermedad -llevan tres meses diciendo lo mismo-, luego que se había “aplanado de curva”, después que se “domó la pandemia” y más tarde se dio por iniciada la “nueva normalidad”.
La última ocurrencia fue poner en ‘semáforo naranja’ a la mitad del país. Esa fue la señal para dar por concluido el peligro epidémico y que la gente saliera como si nada de sus casas y saturara espacios públicos aún con el nivel de letalidad vigente. Y eso mismo potencializó los contagios que ahora van a un ritmo de hasta seis mil diarios. ¿Cuál pandemia domada?, ¿cuál ‘nueva normalidad’?, ¿cuál luz naranja en el semáforo epidemiológico que indicaba que el riesgo había pasado?
Todo es parte de una enorme engañifa de Estado y tan es así que a partir de este lunes Veracruz y otros cinco estados vuelven a colocarse en ‘semáforo rojo’, de máximo peligro, porque en ellos se elevaron los contagios y las muertes con el ‘semáforo naranja’. Los otros estados a los que dieron revesa son Chiapas, Coahuila, Guanajuato y Tamaulipas. Obviamente el manejo político en esa medida es palpable porque se excluyó a la Ciudad de México, la ‘joya de la corona’ del lopezobradorismo.
A la gobernante capitalina, la morenista Claudia Sheinbaum, la protegen desde Palacio Nacional para evitar el costo político, pues es la presidenciable consentida de López Obrador. Los saldos de la pandemia pegarán y duro en el 2024, de ahí que el semáforo electoral también está en rojo intenso para el morenismo y para eso si toman previsiones. La otra razón es impedir que la capital dé una imagen caótica. Todo obviando el riesgo sanitario con sus muertos incluidos, pero la realidad los alcanzará tarde o temprano.
Y en la lectura política hay que destacar que desde el gobierno federal se hace malabares para proteger a Sheinbaum, pero se dejó colgados al chiapaneco, Rutilio Escandón y al veracruzano, Cuitláhuac García, calificado por el tabasqueño como “una bendición” -risas-. Entiéndase lo contrario. Ah, y ¿lo han notado?, García Jiménez es el gran ausente en la crisis sanitaria de Veracruz. Mientras otros mandatarios estatales se ocupan diariamente del asunto ofreciendo entrevistas, conferencias de prensa o supervisando personalmente los centros médicos, aunque sea por el mero afán propagandístico-, en Veracruz no hay nada de eso.
Al gobernante local rara vez se le oye tocando el tema y cuando lo hace es para decir despropósitos como ese que los médicos se mueren porque “ese es su trabajo” y no tienen por qué quejarse o que ellos son los culpables de que hayan contratado galenos cubanos, pues se niegan a trabajar. La verborrea disoluta le brota a este señor. En fin, García Jiménez de plano se desentendió de la pandemia y está dedicado a un eterno ‘sabadaba. Nadie extraña a Javier Duarte quien se la vivía en pachangas a puerta cerrada en Casa Veracruz mientras la entidad ardía porque ya tiene sustituto.
LETICIA, LA TEJEDORA
Según el reporte oficial del sábado, Córdoba ocupa el tercer lugar en la cifra de infectados por el Covid-19 después del puerto de Veracruz y Coatzacoalcos Así, Córdoba sigue ocupando los primeros lugares de lo peor. El fin de semana también resonó el fallecimiento de Miguel Ángel Díaz Bonilla, jefe de Vectores de la Jurisdicción Sanitaria número 6 también a consecuencia de la gripe pandémica.
El funcionario se suma a la serie de decesos entre el personal sanitario que se contagió del virus, principalmente por la precariedad en la que laboran al no tener equipo suficiente y de calidad para protegerse. ¿Qué dirán los deudos de Díaz Bonilla y de los otros sanitarios fallecidos que el gobernador Cuitláhuac García afirme que no deben quejarse por su muerte, pues ese es su trabajo?
En esa misma chunga, la alcaldesa Leticia López Landero botó la cuarentena y se olvidó que pertenece al sector poblacional en alto riesgo de contraer el Coronavirus para ocuparse de la grilla futurista y amarrar la candidatura de uno de sus dos hijos en las elecciones del 2021, pero no por Acción Nacional sino por las siglas de sus nuevos aliados del Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Lo hizo la semana pasada cuando abandonó su acuartelamiento en El Campestre para reunirse con la diputada federal, Tatiana Clouthier.
La morenista viajó expresamente a Córdoba para sostener ese encuentro y, según se dice, es la que está amarrando el salto de la edil hacia el partido marrón. Esto confirma que a la alcaldesa de Córdoba le preocupa más que la familia siga enchufada a la nómina pública que su propia salud. La lana es la lana, dijo un tejedor de chaquetas y sin ser un albur total en la jerga política eso es lo que hacen los López Landero, ‘chaquetear’ con un partido y con otro.
EL EPIFÁNICO
Dice que Dios le dio una segunda oportunidad en esta vida, que se arrepintió de todos sus pecados, que desde ahora será una persona de bien. El ex alcalde de Ciudad Mendoza y actual procurador del Medio Ambiente en el cuitlahuismo, Sergio Rodríguez Cortés, tras haber superado el cuadro gripal de Covid-19 que lo tuvo al borde de la muerte asegura que habló con la divinidad y ésta le respondió cambiando el pronóstico médico que le daba un 10 por ciento de probabilidad para que sobreviviera.
¿Será un milagro de verdad?, ¿el pecador dejará de pecar?, ¿el ladrón dejará de robar?, ¿el borracho dejará de embriagarse? Veremos -dijo un ciego- si la epifanía que tuvo Rodríguez Cortés fue real o incumple el exvoto prometido a cambio de su recuperación. Quien conozca al señor Rodríguez sabe que es un granuja en toda la extensión de la palabra, que su carrera política la hizo a base de transas, traiciones, saqueo al erario y saltos de partido en partido. O sea, tiene muchos pecados que expiar, tanto personales como políticos y sociales.
Claro, la duda salta sobre esa supuesta epifanía llegada desde el cielo cuando afirma que además de Dios también lo salvó un hermano del gobernante en turno -que es neumólogo radicado en el puerto de Veracruz -como para dar a entender que la familia García Jiménez también obra milagros. Rodríguez es tan marrullero que hasta a la enfermedad -la cual primero negó cuando la prensa informó que había dado positivo al Covid-19- le saca provecho político para quedar bien con el mandatario estatal.