Aunque groseramente los define como un “ciclón” –con el contexto de que estos fenómenos son dañinos- y presume que no le quiso dar sus “guamazos” –una mentira pues la madrugada del 14 de septiembre lo hizo-, el gobernante en turno sigue desafiando a los maestros que están en movilización para defender sus derechos y la educación pública. No dialoga, no negocia, sólo amenaza y alardea que tiene el poderío para sofocar las protestas y que este lunes, según sus funcionarios, todos estarán en las aulas pasando lista y arrepentidos de salir a las calles. Es el enésimo anuncio que se hace sobre el retorno a las escuelas y ya se verá si se cumple o resulta otro igual que los anteriores.
Lo cierto es que contrario a lo que se afirma en el discurso oficial hasta el momento las movilizaciones no se han detenido. La semana pasada hubo una concentración masiva en el puerto de Veracruz, a la vez que en la mayoría de las ciudades continúa la resistencia y el magisterio promete que ni los amagos ni los plazos fatales los detendrán. Y aún más, se acercan dos fechas cruciales que demostrarán hasta donde los hilos están tensados y los protagonistas mantienen las posiciones. Esos días “D” –recurriendo al argot fatalista- son el 5 y 15 de noviembre. En el primero se realizará la sesión solemne en la sede del congreso local con los nuevos integrantes de la legislatura.
Ese será uno de los escenarios para que la muchedumbre magisterial se movilice y patentice que ni está sometida ni está temerosa. El miedo cala y de acuerdo a las versiones de empleados de la sede parlamentaria ya están las disposiciones para evitar que las protestas de los mentores pongan en riesgo el inicio de la 63 legislatura. El edificio sede y diez cuadras a la redonda serán cercados por miles de policías para impedir que las marchas de los maestros lleguen y lo bloqueen. Habrá policías uniformados y encubiertos cada diez metros para resguardar a diputados, funcionarios e invitados.
La segunda fecha y quizás la que dará la nota nacional e internacional será el 15 de noviembre cuando el gobernante Javier Duarte de Ochoa acuda a la misma sede legislativa para entregar el legajo del tercer informe de su administración y posteriormente realice un evento-comilona con invitados especiales –entre ellos el representante que mande el copetón Enrique Peña Nieto – para detallar lo que escribió en el documento. Claro, los maestros también están listos para hacerse presentes aunque seguramente no los dejarán llegar a ambos sitios –el congreso local y el sitio de la encerrona- pero eso no los detendrán, se harán oír.
Hasta donde se sabe, los profesores están listos para colapsar la capital del estado, las principales autopistas y carreteras, y los accesos a la mayoría de las ciudades y saturar plazas públicas Será un informe de gobierno en medio de un estado bajo sitio y paralizado, y cualquier acción que disponga el gobernante – las cuales ya se preparan y estas incluyen detenciones masivas de autobuses, procesos judiciales, amenazas directas contra los maestros y hasta secuestros exprés para impedir que lleguen a los lugares de manifestación- será insuficiente. ¿Cuántos policías se necesitan para callar a un pueblo? Habrá, por supuesto, miles en Xalapa resguardando al gobernante y a sus corifeos.
También habrán otros miles en los puntos susceptibles a ser bloqueados o de concentraciones multitudinarias pero no serán suficientes para detener a los maestros que están dispuestos a enseñarle una lección al funcionario: que debe escuchar al pueblo en lugar de reprimirlo. Por supuesto, un desalojo con violencia y la represión a mansalva también retumbarán en el templete mediático de todo el país porque entonces el tercer informe duartista será en medio de la brutalidad y el caos, y no alcanzará el argumento que válido, lo justifique, pues no puede alegar que será para salvaguardar los derechos de la ciudadanía o proteger una fiesta patria, ya que lo hará para cuidar un evento oficial.
No hay que olvidar que otro gobernante del mismo talante, Roberto Borge de Quintana Roo, tuvo que suspender su informe gubernamental ante el riesgo de que los maestros paralizaran la entidad. El día 15 del mes venidero se medirán fuerzas en Veracruz y se conocerán las consecuencias de lo que decida hacer el gobierno estatal.
LA SEMANA DEL POTEMKIN
En 1789, el mariscal Grigori Potemkin construyó villas inexistentes a lo largo del territorio de Crimea, en la antigua Rusia Imperial. Eran pueblos falsos que únicamente tenían fachadas con bastidores móviles que representaban casas bien construidas y se contrataron actores para hacerse pasar como aldeanos bien aseados que, reunidos en las calles, debían vitorear a la emperatriz Catalina La Grande que recorrería esos lugares. El teatro fue para dar la impresión de que el imperio ruso era “prospero” y sus pobladores felices. La emperatriz navegó a bordo de una embarcación y a lo lejos se veían los pueblos de ficción que la hacían creer que todo marchaba a la perfección.
Después de que pasaba la reina frente a alguno de los pueblos, inmediatamente se desmontaba el escenario y se trasladaba al siguiente que sería visitado para dar la impresión de prosperidad. Y así, Catalina La Grande se hinchaba el pecho diciendo que era una buena monarca y su pueblo vivía feliz. Obviamente nada era real porque el pueblo estaba en la miseria y sumergido en la violencia. Guardando las distancias y los tamaños de los protagonistas, hoy a 226 años en Veracruz también se implementa esa misma estrategia. El levantar pueblos Potemkin en Veracruz ya se había dicho en textos anteriores pero el más reciente es la llamada Semana de la Seguridad que se realizó en Xalapa y para la cual se montaron escenarios donde fueron acarreados supuestos jefes de manzana y líderes comunitarios para saludar al gobernante en turno y agradecerle la seguridad que les brinda.
Se hicieron desfiles exhibiendo policías y sus armas, efectuaron malabares y hasta se pasearon botargas con el respectivo público que aplaudió pero que fue acarreado de colonias Xalapeñas y de municipios aledaños con el pago de la torta y el refresco. El actual general Potemkin es el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez, experto en crear escenarios de ficción. La realidad en Veracruz es muy diferente a la que cuenta este individuo y todos los veracruzanos la padecen a diario, especialmente los de la zona Centro: robos, secuestros, extorsiones, asesinatos, desaparición de decenas de jovencitos, y una inseguridad tremenda en la vía pública.
Vaya, el azote del crimen es de tal grado que en algunos municipios se ha declarado de facto un “toque de queda” para que la gente no salga de sus casas durante la noche como sucede en Isla, al sur del estado y de donde es originario el secretario de Gobierno, Erick Lagos –quien por cierto tiene familiares que han sido reportados como “desaparecidos”. Y por si fuera poco, a lo largo y ancho de Veracruz denuncian que la llamada Nueva Policía (des) Acreditada de Bermúdez ha secuestrado a ciudadanos, los detiene indebidamente o les “siembra” estupefacientes – como lo acaba de declarar una agente de la misma corporación que fue víctima de sus mismos compañeros-
Además hay denuncias abiertas por agredir físicamente a reporteros, fotógrafos y camarógrafos tanto por cubrir eventos como por llegar a rebasar una patrulla en las calles. En lugar de atender todo lo anterior y dedicarse a combatir a los delincuentes, Bermúdez opta por hacer eventos majestuosos y desfiles con acrobacias. En resumen, montar su Pueblo Potemkin para tratar de engañar a la opinión pública. Es la farsa, pues, pero solo se la creen el secretario y el gobernante.
CUIDADO CON RASPAR
En las últimas semanas ha circulado con insistencia a través de las redes sociales una advertencia médica sobre el uso de tarjetas de recarga de teléfonos celulares supuestamente realizada por especialistas de Estados Unidos y se refiere al recubrimiento que tiene el área donde se encuentra oculto el código y que el cliente tiene que raspar para descubrirlo. Dicha cobertura está hecha de Nitroxido de plata, posible causante de cáncer de piel. De acuerdo a la información, este compuesto químico produce quemaduras en la piel y mucosas así como irritación de las vías respiratorias y decoloración de la cornea si su uso es constante y directo.
De esta forma, al raspar con las uñas las tarjetas de prepago, los residuos del químico se introducen debajo de las mismas y son absorbidos por la piel, elevando el riesgo de desarrollar el mal epidérmico. La opción es usar siempre una moneda para raspar con el fin de descubrir el código e inmediatamente lavarse las manos para eliminar cualquier residuo que pueda quedar. En fin, el dato se ha convertido en viral en las redes sociales y aunque muchos opinan que son leyendas urbanas por si las dudas es mejor no meter las uñas donde no se debe o de plano hacer las recargas de los teléfonos directamente en las cajas de las tiendas de autoservicio. ¿No creen?
El mensaje va acompañado con las siguientes recomendaciones en relación a otros riesgos por el uso de la tecnología y los hábitos personales: No contestar las llamadas de teléfono celular con el oído izquierdo. No tomar medicamentos con agua fría. No ingerir comidas “pesadas” después de las 5 de la tarde. Beber más agua por la mañana y menos por la noche. La mejor hora para dormir es entre las 10 de la noche y las 4 de la mañana, y no acostarse después de tomar medicamentos.
Cuando la batería del teléfono celular está baja, en la última barra de la señal, no contestar ni realizar llamadas pues la radiación que emite el aparato es mil veces más intensa. Además, hay una advertencia puntual con el uso de la tecnología 4G en los teléfonos de última generación pues el acceder a este tipo de banda aumenta la exposición a las ondas radiactivas. En ciudades europeas como París, Madrid, Berlín e Inglaterra actualmente hay un auge por la red 4G que facilita una alta velocidad en la conducción de datos para el servicio de internet y por ende, un intenso debate sobre si es dañina o no para la salud de los usuarios.