LA LEY DE MURPHY
Hace seis décadas, el ingeniero aeroespacial Edward Murphy emitió una sentencia que después la voz popular en Estados Unidos la convirtió en ley pues resultó muy efectiva. “Si hay varias maneras de hacer una tarea y uno de estos caminos conduce al desastre, entonces alguien decidirá tomar ese camino”, señaló inicialmente y después agregó otras definiciones más resumidas pero igual de certeras: “si esa persona tiene una forma de cometer errores, lo hará” y “si algo puede salir mal, saldrá”. La Ley de Murphy ha sido llamada por sus detractores como la Ley del Pesimismo aunque no por eso deja de ser certera.
Murphy la acuñó tras analizar el comportamiento humano y obviamente, lo paradójico en algunas personas que no desaprovecha la oportunidad de cometer pifias pese a que tienen la opción de seguir determinados consejos para hacer bien las cosas. Es decir, optan por complicarse la vida, complicársela a los demás y de paso echar a perder los proyectos que pudieron ser exitosos. En México, ese postulado está resumido en las preguntas irónicas del filosofo de Ciudad Juárez: ¿Pero qué necesidad?, ¿para qué tanto problema?
Así, la Ley de Murphy se cumplió ayer en Veracruz con el inicio de la 63 Legislatura mismo que pudo haber salido bien pero salió mal. Durante mucho tiempo atrás se resaltó tanto en el templete mediático como en los corrillos políticos que era una mala decisión sostener al líder charro Juan Nicolás Callejas Arroyo como líder de la bancada priista debido al repudio que provoca en la clase magisterial y que se extendió a otros sectores. Las evidencias del descrédito de Callejas Arroyo estaban a la vista y aún así lo catapultaron, dándole motivos a sus detractores para arremeter contra el Poder Legislativo.
Pero qué necesidad pudiendo evitarse las protestas magisteriales que ayer terminaron en un zafarrancho en las puertas del edificio parlamentario. Al arropar a Callejas Arroyo, el gobernante en turno le echó gasolina al fuego y adicionó otro motivo para que los maestros regresen a protestar el próximo 15 de noviembre cuando rinda su tercer informe de gobierno. ¿Por qué no lo dejaron solo como diputado plurinominal que “nadara de a muertito” sin hacer aspavientos?. Es el extraño comportamiento de aquellos que optan por el camino del error, dijera Murphy.
Y todavía peor, lo hicieron presidente de la Junta de Coordinación Política que es la instancia de cabildeo y acuerdos al interior del recinto legislativo y también la que tiene el manejo de los dineros parlamentarios. Por esa razón, el presidente de esta junta tiene más poder político y económico que el presidente de la Mesa Directiva y ese es un premio a Callejas Arroyo que ningún conocedor de la lógica política entiende pues es como si el régimen duartista tuviera la intención de auto-boicotearse al sostener como interlocutor y coordinador parlamentario a un personaje sin autoridad política y colmado de desprestigio.
La Ley de Murphy también se cumplió con la designación de la diputada priista y ex animadora de televisión, Ana Guadalupe Ingram, como presidenta de la Mesa Directiva.- es la versión remix de la oaxaqueña Carolina Gudiño impuesta hace algunas legislaturas en el mismo cargo por capricho del que no debe ser nombrado- pues la ex conductora de Telever no tiene experiencia en el quehacer parlamentario, tampoco tiene estudios de leyes y su trayectoria se reduce a haber leído comentarios jocosos en programas insulsos destinados a las amas de casa.
¿Lo hará bien o lo hará mal la señora Ingram? Es una moneda que está girando en el aire pero las apuestas son diez contra una de que será un remedo de lo que pasó en el reinado legislativo de Gudiño cuando las pifias y atropellos a la legislación interna eran lo cotidiano y cada vez que hablaba al pleno, lo único que provocaba era risas, incluso entre los integrantes de su propia bancada, porque a nadie le merecía respeto un personaje tan escaso de preparación. Si algo puede salir mal, saldrá mal, se repite.
Y al recuento de los efectos de la Ley de Murphy en la aldea se suma el vaticinio de que el ex alcalde panista de Veracruz y hoy diputado priista por la vía plurinominal, Ramón Gutiérrez de Velasco será colocado al frente de la Comisión de Hacienda Municipal, que es la encargada de velar para que no sean desviados los presupuestos de los ayuntamientos. O sea, se encargará al roedor que cuide el queso –los jarochos boquiflojos dirían que “pondrán a una rata a cuidar a los ratones”- pues Gutiérrez de Velasco dejó a su paso por el ayuntamiento porteño una enorme cola de corrupción al grado que los mismos jarochos lo bautizaron como “JoséRatón”.
Las vueltas que da la vida, hace casi una década la entonces diputada orizabeña del PRI, Guillermina Esquivel Kuri, presidenta de la Comisión de Hacienda Municipal en la 59 Legislatura documentó e hizo públicas las tropelías financieras de Gutiérrez de Velasco, al grado de promover denuncias penales en su contra, por los desvíos de recursos y abuso de autoridad a los veracruzanos, y hoy el acusado ocupa la misma comisión. Las reses de ayer serán los carniceros de mañana o mejor dicho, los jumentos de ayer, serán los arrieros de mañana. La ex diputada Esquivel Kuri debe estar a punto del infarto.
Por cierto, los bien enterados afirman que el ex edil se frota las manos pues convertirse en presidente de dicha comisión será como sacarse la Lotería por segunda ocasión -la primera fue con el ayuntamiento de Veracruz en el periodo 2000-2004- ya que es dueño de un despacho contable que se encarga de auditar municipios y ahora le lloverán contratos para enderezar chanchullos y hacerlos pasar como si fueran administraciones pulcrísimas. Con Gutiérrez de Velasco como titular, la Comisión de Hacienda Municipal será una mera despachadora de “certificados de impunidad”, sostienen los conocedores.
Tampoco hay que perder de vista que el rojiazul tiene como socio y cómplice desde hace muchos años a Mauricio Audirac Murillo, extitular del Órgano de Fiscalización Superior (Orfis) y actual contralor general del estado, quien es todo un experto en maquillar cifras, acomodar números, disimular bancarrotas, adornar informes y hasta resucitar difuntos si es necesario. Ambos son dinamita: uno tima y el otro estafa. ¿Por qué no poner a una persona menos cuestionada en esa comisión? Porque entonces no se cumpliría la Ley de Murphy que en Veracruz sólo falta elevarla a rango constitucional. Tan tan.
LAS MALAS ARTES
Ser inculto está de moda entre la clase política del país y lo es más ser analfabeta porque así se puede presumir un parecido con el copetón Enrique Peña Nieto que no ha leído un libro y no puede acreditar sus estudios académicos. En Veracruz no hay forma de disimularlo y basta observar en un hecho que no se sabe si es digno de llorar o reír: el Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC) lleva acéfalo veinte días. Opera con el “piloto automático” desde la renuncia de Alejandro Mariano Pérez a la dirección el pasado 18 de octubre pero aún así nada ha pasado.
¿Por qué no hay ninguna consecuencia? Porque simplemente el IVEC en este sexenio devino en un elefante blanco, no camina, no produce, no generar arte ni lo fomenta, sólo le cuesta al erario. El brillo que algún día tuvo la institución ya no existe. Han pasado tres semanas sin titular y nada ha ocurrido como tampoco nada fue con el primer director que tuvo, el vetusto burócrata, Félix Báez Jorge, quien se fue por la puerta de atrás. En las últimas horas se ha anticipado que el tercer director del IVEC en este sexenio será el escritor jalapeño Rodolfo Mendoza Rosendo, del que había dicho que tomaría posesión ayer martes pero al parecer no lo hizo.
Mendoza llega, aparentemente, con buenas credenciales pues no sólo tiene experiencia en la producción cultural sino una cercanía con el poeta y novelista Sergio Pitol, una de las glorias vivientes de las letras mexicanas. De ser verídica la especie, entonces Mendoza Rosendo sabe de lo que se necesita para fomentar las artes y estimular a los creadores, lo que es una necesidad urgente en un Veracruz tan abandonado en el aspecto cultural. Además dependerá de uno de los funcionarios más ignorantes que hay en el gabinete estatal, Harry Grappa, pues no hay que olvidar que el IVEC está subordinado a la Secretaría de Turismo -herencia, para variar, del innombrable que retiró al instituto de la Secretaría de Educación y lo sujetó a la segunda pues para él todo era espectáculo barato-.
Así, por muy intelectual que sea el nuevo director lidiará con un iletrado que no sabe hacer otra cosa que negocios con empresas dedicadas a vender botanas y alquilar edecanes así como sostener comilonas con los empresarios hoteleros de la conurbación Veracruz-Boca del Río que siguen la corriente a conveniencia. Por ello también tendrá escaso nivel de maniobra y ridículo presupuesto. Otro dato que alumbra lo que sucede en estos tiempos en el ámbito cultura se dio el pasado 30 de octubre con el 113 aniversario del natalicio del músico Agustín Lara porque en Veracruz no se hizo absolutamente nada.
Es más, ni siquiera había titular del IVEC y de paso, ya no existe – porque se abandonó -el Festival Internacional Agustín Lara que tenía sedes en el puerto de Veracruz y Tlacotlapan, ciudad que el llamado Flaco de Oro adoptó como suya y que cada año resonaba a nivel nacional e internacional. A este festejo lo desmantelaron desde la fidelidad y en el duartismo encontró su tumba. Es la gran incongruencia pues Agustín Lara es de los genios musicales que están anclados a la historia veracruzana. Vaya, hasta el servidor Google le dedicó su página principal y en Estados Unidos le rindieron un homenaje pero en la aldea ni se acordaron.
Respecto al quehacer de las llamadas “Casas de Cultura” en los municipios que en gran parte dependen de la conducción del IVEC simplemente es nulo. En resumen, el nuevo titular del organismo arribará con escasas posibilidades de rescatarlo por falta de presupuesto y sobre todo de políticas gubernamentales. Es público y notorio que el sello de estos tiempos es la incultura y las malas artes.