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El minutero: La insulsez

Superiberia

LA INSULSEZ

 

No se puede decir que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Veracruz esté en decadencia porque su maquinaria funciona por inercia y en las pasadas elecciones dio muy buenos frutos. Claro, no refiriéndose a los triunfos electorales sino a la vendimia de candidaturas que saturó con dinero los bolsillos de sus dirigentes. No, más bien el tricolor veracruzano está sumido en la insulsez. No hay liderazgo solo administración del partido como si fuera una oficina más de Palacio de Gobierno.

 Algunos podrían decir que así siempre ha sido, una oficialía de partes para respaldar lo que el gobernante en turno decide en materia partidista, sin embargo, en los últimos años el tricolor ha perdido tanto resplandor que ha albergado en su dirigencia a personajes terriblemente incapaces y grises como Ricardo Landa Cano, Jorge Carvallo –lo único que hizo fueron excelentes negocios en el partido-, Héctor Yunes Landa y la actual líder interina, Erika Ayala. Sus periodos recuerdan aquellos tiempos de Adolfo Mota Hernández, hoy secretario de Educación, o del ex diputado federal, Fortunato Guzmán Rivera, todos insípidos, sin liderazgo político, impuestos desde Palacio de Gobierno.

 Nunca lidiaron con las bases, los problemas los solucionaban en las oficinas gubernamentales y eran una especie de robots que repetían lo que les ordenaba. Todo lo obtenido por el priismo en esos periodos fue en base a la maquinaria que rueda por inercia, como ya se dijo, y a la billetiza invertida desde las estructuras gobernantes. De los últimos líderes estatales que el tricolor ha tenido, dos pudieran escapar de esa mancha de grisura. Uno, el actual senador José Yunes Zorrilla quien maniobró contracorriente pues el innombrable nunca lo quiso y a diario le ponía piedras en el camino, y el segundo, Ranulfo Márquez Hernández, el mapache por excelencia de la fidelidad, pillo de siete suelas. 

Empero, las pezuñas de Márquez Hernández quedaron atrapadas en un video difundido en la pasada contienda electoral que le valió ser destituido de la delegación estatal de la Secretaría de Desarrollo Social. Nadie le puede arrebatar al famoso “Tonicho” su habilidad para desviar recursos públicos e invertirlos en las campañas priistas ni tampoco para comprar a líderes y candidatos de los partidos de oposición pero el destino lo alcanzó y luego de los videos donde se le menciona como utilizador de los recursos federales para el proselitismo priista permanece en la congeladora.

 El recuento anterior viene al caso porque el pasado fin de semana el Comité Directivo Estatal (CDE), emitió la convocatoria para elegir al nuevo dirigente estatal y como siempre sucede, todo es mero trámite pues el elegido ya está cantado y en este caso sería la ex alcaldesa de Xalapa, Elizabeth Morales, una de los peores ediles en la historia de la capital del estado, misma que dejó en completa calamidad: las calles inseguras, más de cien pandillas operando en las colonias, las calles y parques sucios, la infraestructura urbana abandonada, el tráfico vehicular caótico, con más cantinas que escuelas y la tesorería saqueada.

 Todo lo anterior sin sumar sus escándalos en torno a su vida sentimental que ocuparon más espacios en la prensa que las obras públicas hechas en la ciudad. Aún así y gracias a la intervención de sus dos padrinos en el templete nacional, el empresario periodístico Mario Vázquez Raña y la ex gobernadora de Tlaxcala, ex dirigente nacional de la Confederación Nacional Campesina (CNC) y actual embajadora en Brasil, Beatriz Paredes Rangel, se convertirá en la nueva dirigente del PRI hasta el año 2018, de acuerdo a la convocatoria emitida.

 Morales García no es brillante ni puede presumir de elocuencia o liderazgo político sino que siempre ha sabido aprovechar los padrinazgos. Se autodenomina como “comunicadora” porque durante muchos años lucró con un programa televisivo y radiofónico –versión local del “Usted no está solo” de Televisión Azteca- pero en su vida ha escrito una nota periodística. Así, saltó a la candidatura por la diputación federal en Xalapa –cuyo desempeño fue también gris e incluso fue clasificada como la parlamentaria más faltista de todo el país en esa legislatura-.

 Después amenazó al ex gobernante estatal, aquel que no debe ser nombrado, con renunciar al PRI y buscar la candidatura por un partido de oposición cuando le impedía contender por la alcaldía de Xalapa, en el 2010, y finalmente la nominación la obtuvo con el respaldo de sus dos padrinos, Vázquez Raña y Paredes Rangel, haciendo a un lado al candidato de la fidelidad, Américo Zúñiga, a quien lo mandaron a la diputación local –los pillos se turnan el botín pues ahora Zúñiga es su sucesor en el ayuntamiento de Xalapa-. En la campaña del 2010, Morales García le prometió 100 mil votos al entonces candidato a la gubernatura, Javier Duarte de Ochoa pero no cumplió, es más, ni siquiera quiso mencionarlo en sus recorridos de campaña.

 No quería que la ligaran al cordobés porque tampoco le auguraba un triunfo. Los bien enterados contaron que Elizabeth Morales ordenó no mezclar su publicidad con la de Duarte de Ochoa y mandó a bodegas todo promocional del candidato a la gubernatura. El resultado fue que ganó la alcaldía xalapeña y Duarte de Ochoa perdió estrepitosamente la votación en la capital veracruzana. De paso, ayudó a que en el 2012 se perdiera la diputación federal pues siempre De ahí que durante todo el trienio se habló de una mala relación con palacio de gobierno pero ni con la supuesta traición a su partido y al gobernante en turno la castigaron.

 No la tocaron, al contrario toleraron todos sus devaneos pasionales, el saqueo del erario para satisfacer su frivolidad y elevar su fortuna personal. Ahora, la ex alcaldesa acumula una fortuna personal de muchos ceros y en sus haberes se cuentan residencias de lujo, bares, casas de masajes, edificios de renta, ranchos, departamentos y obvio, abultadas cuentas bancarias. Pese a todo el desastre que dejó en Xalapa, pese a su historia de desavenencias con los gobernantes, pese a no conocer siquiera a las bases militantes ni tener un currículo a favor de ese partido, el próximo 15 de febrero la nombrarán presidenta del Comité Directivo Estatal, según las versiones que corren en los comederos del priismo.

 Y la señora aplicó otra vez la misma táctica que en el 2010, acudió a sus padrinos e hizo a un lado a Salvador Manzur, ex alcalde de Boca del Río y compadre del gobernador Duarte, a quien apuntalaban para dirigir al tricolor y así sacarlo de la banca donde fue sentado luego de su destitución en la Secretaría de Finanzas y Planeción (Sefiplan) –también por los videoescadalos de los comicios pasados-. Por eso se insiste que es falso decir que el PRI esté decadente o se aproxime a un abismo, lo cierto es que la asunción de Morales solo ratifica que está cada vez es más insípido, lleno de borra y pintado de una grisura esplendorosa.

 Por cierto y solo para el recuento histórico, Elizabeth Morales se convertiría en la primera mujer dirigente formal del tricolor en la entidad solo antecedida por dos lideresas interinas, Zaida Lladó de Bacre, hoy metida a articulista, y la actual, Erika Ayala, quien a la vez es secretaría general del Sindicato de Trabajadores del Colegio de Bachilleres de Veracruz.

 

LOS “ COLA LARGA”

 

 Los diputados locales Raúl Zarrabal y Domingo Bahena, uno del tricolor y otro del blanquiazul, están en la palestra mediática no por su desempeño legislativo sino por la cola que arrastran que ya envolvió el quehacer parlamentario. Ambos aparecen en los reportes del Órgano de Fiscalización Superior (Orfis) con sendos desfalcos a su paso por la Secretaría de Comunicaciones de Veracruz (Secomver) – hoy Secretaría de Infraestructura y Obra Pública (SIOP)- y el ayuntamiento de Jáltipan, respectivamente.

 El caso más escandaloso es de Zarrabal por el monto de las irregularidades, más de 44 millones de pesos, mismas que apuntan hacia un daño patrimonial –traducción: robo de dinero público-. Este caso golpea al mismo Partido Revolucionario Institucional pese a las versiones de que los “ataques” vienen de los mismos priistas y en especial de palacio de gobierno, para exhibir al boqueño como un tipo deshonesto. Los especuladores señalan que el duartimso le quiere cobrar una supuesta traición al candidato del tricolor por el municipio de Boca del Río, Sergio Pazos de la Torre.

 Incluso hay quienes le endilgan haber sido parte en las videograbaciones que truncaron el proyecto sucesorio de otro exquisito, el ex alcalde boqueño y fugaz secretario de Finanzas, Salvador Manzur. En tanto, el asunto del panista Bahena Corbalá, señalado de irregularidades por un millón de pesos en la cuenta pública del 2012 del ayuntamiento de Jáltipan aunque no es muy impactante si es muy indignante porque ladrón es el que se roba un peso como el que se embolsa un millón.

 El escándalo de Bahena es por su militancia azul y golpea a los aliados del gobierno próspero pues el ex alcalde de Jáltipan es cercanísimo al dirigente estatal del Partido Acción Nacional (PAN), Enrique Cambranis y por ende a la famosa Muralla Azul, de la cual el coordinador de la bancada panista, Julen Rementería, es uno de sus líderes. Sin embargo, sea una cosa o sea otra, el escándalo en el congreso local por estos dos casos es sintomático de las descomposición de la llamada clase política y el desprestigio de su quehacer.

 Los integrantes del cuerpo legislativo que debe revisar y exigir sanciones a quienes comenta irregularidades en las cuentas públicas son los mismos que le metieron la mano al cajón. Así, los saqueadores ahora son juzgadores y desde allí, todo sale torcido. Esto ha metido en apuros al resto del organigrama parlamentario que para salir del entuerto clama porque Zarrabal y Bahena sean excluidos de las votaciones sobre esos temas. Lo cierto es que nunca debieron estar como diputados.

 Tales son las consecuencias de abanderar a cargos de elección popular a personas de esa ralea. El tema no es menor y demuestra que los pillos en lugar de ser sometidos a que rindan cuentas los premian con candidaturas y cuando se llega a destapar las cloacas que dejaron atrás quedan atrapados en sus nuevas encomiendas. La clase política no se renueva ni se depura sino que recicla sus ramas infectadas aun con el riesgo de quedar expuestas en el escaparate mediático cuando den sus frutos podridos como es el caso de Zarrabal y Bahena. El filosofo de Ciudad Juárez diría “pero qué necesidad”.

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