Apartir de hoy quedan ocho días de campaña para los que buscan convertirse en diputados federales y once días para que todos acudan a votar. Es tiempo, pues, de que los ciudadanos ya definan el destino de su sufragio, no hay que dejarlo a última hora porque aunque este proceso electoral es intermedio, en el contexto actual es el más importante de los últimos años. Incluso tiene más relevancia que los comicios por la gubernatura o las alcaldías.
¿Por qué? Por la posibilidad de enviar a la Cámara de Diputados a verdaderos representantes populares que logren integrar una mayoría que logre revertir las reformas legales aprobadas en la última legislatura federal en los rubros laboral, fiscal, de comunicaciones, educativo y energético, que son muy dañinas pues llevarán al país a una situación de desastre – todavía más- al elevar a rango constitucional el despojo, la miseria, los ecocidios y la acumulación de riqueza en pocas manos mientras la mayoría carecerá de todo. De un plumazo o más bien de un “dedazo”, enviaron a 122 millones de mexicanos a la época del Porfiriato.
Para los candidatos también es momento de encender las alertas pues como ya se dijo, salvo que haya una escándalo de proporciones mayores que sacuda a alguno de los contendientes, las tendencias respecto al voto ya no se moverán mucho en estas dos semanas.
La alerta es porque ahora vendrán la traiciones al interior de los propios equipos de campaña ya que será el momento de sacar la cartera para comprar no sólo votos sino también operadores infiltrados que hagan el trabajo sucio en contra de su mismo partido.
De acuerdo a las mediciones demoscópicas, el distrito de Córdoba sería ganado por el candidato de Acción Nacional, Juan Gerardo Perdomo Abella pero aun con esas prospectivas no se puede asegurar la curul de San Lázaro porque el abanderado está rodeado de traidores.
Desde el PRI y palacio de gobierno en Xalapa habrá carretadas de dinero para forzar un triunfo priista en el distrito comprando a los operadores de Perdomo Abella ¿Quién es el sospechoso? Acertaron, el diputado federal Víctor Serralde Martínez –o cómo se llame en realidad ese señor-, tan proclive al juego sucio y a los negocios sucios de la política.
El inefable Serralde tiene antecedentes de pactar con los priistas para operar en contra de sus mismos correligionarios de partido. Así, en el año 2010 vendió a la fidelidad la elección municipal para facilitar el triunfo fraudulento del terrablanquense, Francisco Portilla Bonilla.
En ese año, Serralde era uno de los operadores del panismos y junto con la dirigencia estatal manejada por Alejandro Vázquez Cuevas y Enrique Cambranis Torres, negociaron con el gobierno estatal la operación en contra del abanderado José Abella.
En ese año como ahora, las encuestas daban preferencia al aspirante panista pero Serralde maniobró para dejar sin representantes del partido al 42 por ciento de las casillas de votación con el fin de que los priistas pudieran rellenar las urnas de votos a favor de Portilla Bonilla. La estrategia de la pandilla encabezada por Serralde y Vázquez Cuevas fue desmantelar la vigilancia de las casillas para que no se levantaran actas de irregularidades ni se tuvieran elementos legales para sustentar una impugnación jurídica de los resultados amañados además, claro, de dejar que los mapaches priistas hicieran de las suyas a sus anchas.
Así, Serralde y sus operadores citaron un día antes, desde las 09.00 horas, a todos los representantes de casilla para, supuestamente, capacitarlos sobre las transas de los priistas pero nunca llegaron a darle esa charla. Los tuvieron sentados esperando hasta que el cansancio los abrumó y al final a muchos se retiraron sin haber recibido sus actas de nombramientos por lo que al día siguiente cuando se presentaron a la casilla que les correspondía no les permitieron el acceso por carecer del documento oficial.
A otros simplemente los cambiaron de casilla a última hora. Por ejemplo, a los que tenían asignada una casilla a vigilar en alguna colonia de Córdoba porque vivían cerca de la misma, los mandaron a una congregación rural con el propósito de que lleguen tarde, salga a comer o se regresen temprano, dando tiempo así a los chanchullos del tricolor, y a otros militantes de plano no les notificaron que les tocaba cuidar casilla y obviamente no llegaron al lugar donde deberían vigilar el voto panista.
El modo en que Serralde y compañía vendió la elección en el 2010 fue tan burdo que ni siquiera se preocuparon de eliminar las evidencias ya que después de la elección se localizaron los paquetes de nombramientos de representantes de partido sin entregar.
Vaya, la cosa llegó a tal grado que el mismo candidato Abella le reclamó en público a Serralde su proceder durante un encuentro en el restaurante “Ole Ole” del fraccionamiento San José donde, incluso, le escupió el rostro. Serralde enmudeció, no tuvo respuesta que dar.
Ese es el rejuego de Serralde, inyectar dinero a las campañas –claro, los recursos no son de su peculio sino de lo robado con los negocios hechos con programas federales- y cuando el o los candidatos de Acción Nacional están posicionados, va y negocia con el priismo para venderle la derrota. De esa manera lo hizo en el 2010 cuando el ex gobernante estatal, el impresentable, le dio varios millones de pesos por facilitar el fraude en Córdoba, de acuerdo a los bien enterados, y esa misma receta le puede aplicar a Juan Gerardo Perdomo si éste se deja.
Perdomo Abella está rodeado de la gente de Serralde que también son de uña larga, entre ellos se distingue el regidor y dirigente municipal del partido, Iván Espinosa Hermida, uno de los operadores de ese trabajo sucio. Vaya, este señor no sabrá leer de corrido ni escribir su nombre completo pero para los chanchullos es como si tuviera un doctorado. Ojo, el candidato azul y los panistas cordobeses no deben desatender ese dicho que reza: “Gallina que come huevo, aunque le quemen el pico” o “perro que come huevo, aunque la partan el hocico” porque a Serralde y sus secuaces les fascina comérselos enteros.
OTROS CÍNICOS
Hablando de personajes del mismo pelo, Veracruz parece ser la capital de los cara-duras. Nada más fíjense: El hijo de Nerón quejándose de los piromaníacos, el vástago de Drácula llorando porque hay chupasangres deambulando por las calles, el heredero del Ecoloco plañéndose de los contaminadores. Esas imágenes chuscas –y claro, otras peores- vienen a la mente cuando se leen las declaraciones del candidato plurinominal, Fidel Herrera Borunda, el hijo del impresentable, quejándose que le están haciendo “guerra sucia” pues denunció que le hackearon sus cuentas de internet.
Es para soltar la carcajada por el grado de cinismo. Herrera Borunda dice que le da tristeza que se recurra a la descalificación y prácticas negativas, y sostiene que no merecen la confianza de los veracruzanos aquellos que atacan, calumnian y ofenden. ¿No es todo un perlario? El hijo del rey de la calumnia llora porque se dice calumniado, el heredero del señor de los lodazales gime porque le avientan lodo, el heredero del patrón de las perversidades acusa a los otros de perversos, aunque esos otros al lado de su progenitor son palomas de la pureza.
Y como lo ha documentado por algunos columnistas, ¿cómo se atreve este junior Herrera Borunda a hablar de rectitud, servicio y buenas intenciones cuando niega un hijo que tuvo con una muchacha sin casarse y lo tiene abandonado porque padece autismo? No quiso hacerse responsable del bebé porque nació enfermo. Y no solo no lo mantiene sino que se ha encargado de atacar y desprestigiar a la madre solo porque le exigió reconocerlo. Tiene abierta una denuncia en contra de su ex novia y el abogado defensor es nada más y nada menos que el litigante de la fidelidad, Jorge Reyes Peralta, especialista en teatros y farsas legaloides.
¿No es pecar de cara-dura lanzar promesas para gestionar ayudas a los ciudadanos pero rehúsa a mantener a su propia prole y todavía más, lanza su propia “guerra sucia” contra la madre de su bebé? Vaya que el diablo se viste de verde –adaptando el clásico al contexto y la frase es válida para el padre y el hijo-.
Pero el cinismo no es privativo de los rojos pintados de verde ya que también abundan ejemplos entre los azules. Uno de los más descarados se paseó por la entidad el fin de semana pasado, el mandatario poblano Rafael Moreno Valle, apodado el “Gober Bala” por ser uno de los más represores que hay actualmente en la geografía política del país. Este individuo que navega entre el PAN y el PRI vino a placearse a Veracruz como parte de su precampaña por la candidatura presidencial en el 2018.
Moreno Valle es uno de los impresentables del país pero aún así fue paseado por el grupo de panistas Xalapeños como si fuera un ejemplo a seguir cuando los vecinos poblanos padecen a diario su mal gobierno. Ese que hoy claman como una especie de caudillo azul ha metido a la cárcel a cientos de activistas defensores de la tierra, del medio ambiente y del patrimonio cultural. Si no pregunten a los habitantes de Cholula donde se ubica una de las zona arqueológicas más importantes del país y que han sido atacados a balazos por la policía estatal o han ido a parar a la prisión por oponerse a la construcción de una mega plaza comercial, cuyos accionistas son prestanombres de Moreno Valle.
Traer y exhibir a ese personaje tan dañino en Veracruz es una falta de decoro. Es la incongruencia -y el cinismo- en su esplendor porque panistas locales se quejan del mal gobierno veracruzano pero le organizan una caravana a Moreno Valle como si fuera un santo milagroso. No cabe duda que el diablo también se viste de azul. Ah, y entre malvados se pican pues el recorrido que Moreno Valle hizo por la entidad puso con los pelos de punta al impresentable y al priismo veracruzano.
Les alborotó el gallinero y hasta le mandaron un grupo de militantes para realizarle una protesta en la sede estatal del panismo. La molestia de la fidelidad trasnochada -o sea el duartismo- con la visita de Moreno Valle es algo así como cuando un ratero se va a meter a territorio controlado por otros ladrones, un pleito de los maleantes por las plazas que controlan, pues.
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