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El Minutero: Armonizando la dentellada

Superiberia

 

 ARMONIZANDO LA DENTELLADA 

 

Aunque la distancia es grande -en tiempos, en formas, en contextos y obviamente en tamaños políticos-, ayer muchos observadores de la política local recordaban aquella anécdota cuando el extinto pistolero Cirilo Vázquez Lagunes, conocido en su momento con el sobrenombre de El Cacique del Sur, organizó una revuelta en el reclusorio Ignacio Allende del puerto de Veracruz – hoy ya cerrado- donde se encontraba preso y puso como condición que no cedería en el motín hasta no hablar directamente con el gobernante estatal, en ese entonces Fernando Gutiérrez Barrios. El mandatario no lo dudó y abordó un helicóptero que aterrizó en el patio central de la penitenciaría y le hizo frente al pistolero. Dialogó con él y finalizó la levantisca al interior de la cárcel.

 ¿Acordó o amenazó?, sólo ellos lo supieron pero solucionó personalmente el asunto que ya era un escándalo nacional. Lejanos son aquellos tiempos cuando las riendas de la entidad estaban en las manos de un hombre de Estado, un animal político que lo mismo negociaba que castigaba. Hay quienes las añoran pese a que Gutiérrez Barrios formó parte de esa página negra del país de la represión en los años sesenta y setenta. Empero, a su paso de tan sólo dos años como gobernante en Veracruz pacificó el estado que estaba envuelto en una espiral de violencia heredada por su antecesor Agustín Acosta Lagunes, quien ofreció impunidad a los maleantes. 

En el contexto local dicha anécdota contrasta con el quehacer de las actuales autoridades que en lugar de hacer frente a los maestros -en reclamo de ser escuchados para expresar su repudio a la reforma educativa- huyen de ellos. En las instalaciones del centro de convenciones WTC-Veracruz se instaló el miércoles pasado, de noche, en silencio y a hurtadillas la llamada “Mesa de Trabajo de la Armonización de la legislación local con la reforma educativa”.  Así, el gobernante en turno prefirió poner varios cientos de kilómetros de distancia de los maestros insurgentes y reunirse -vaya necedad- con 18 dirigentes de sindicatos magisteriales que en estos momentos no son garantía de credibilidad, ni de respeto, ni mucho menos de solución. 

Los que están en las calles protestando ya los desconocieron y hasta se refieren a ellos como “seudolíderes”. Los pocos seguidores de esos  dirigentes charros no están en rebeldía y por ende, cualquier llamado hacia los que están en protesta será tiempo perdido. Los líderes charros le podrán firmar con sangre y sobre lingotes de oro cualquier compromiso al gobernante pero nada se solucionará pues están rebasados por la situación y sus agremiados. Y claro, le reunión en el WTC, tampoco deja de tener una lectura de lo increíble.  ¿Cuánto costará al erario el trasladar a los l8 líderes sindicales, sus esposas y sus achichincles, hospedarlos en lujosos hoteles y pagarles caros restaurantes? Todo para participar en esos supuestos diálogos de armonización y firma de acuerdos de paja. ¿Por qué no instalar la mesa de diálogo en la Plaza Lerdo de Xalapa con los verdaderos protagonistas de la inconformidad magisterial?

 Es lo inentendible, pues. Y en cuanto al término “Armonización” con el que se calificó a esa reunión es otra estrategia de poco cerebro. Mucho nombre para esconder una mentira. ¿Por qué las mesas no se llamaron de “solución”? Simplemente porque no la hay. El término “armonización” significa en cuestiones jurídicas que se adecuarán las leyes locales a las federales, es decir, todo lo que se aprobaron en el Congreso de la Unión  en materia de educación se incluirán en las leyes estatales. Los 18 líderes estatales del magisterio se sentaron con los funcionarios estatales para acordar eso, adecuar las leyes estatales a las federales para fregar a los maestros y a la educación pública, laica y gratuita.

 No es mentira aquello de que las escuelas públicas tendrán que sobrevivir por cuenta propia, los padres de familia tendrán que absorber gastos de luz, agua, predial, insumos y mantenimiento. Las cuotas escolares devendrán en una especie de colegiaturas y de no pagarlas, entonces los alumnos no tendrán derecho a estudiar.  Ese y el convertir a los maestros en empleados a destajo sin derecho a nada cuando se les ocurra echarlos a la calle, es el trasfondo. Así, al forzar a las escuelas a funcionar como colegios privados, entonces decaerá aún más la calidad y finalmente todo se dirigirá a la prevalencia de las instituciones particulares. 

El negocio de la educación. Todo puesto en la balanza de la oferta y la demanda: el que pueda pagar una escuela entonces podrá estudiar. Contra eso están en pie de lucha los maestros y eso es lo que no dicen las autoridades cuando hablan de “armonización”, una palabra rimbombante para ocultar la dentellada a toda la sociedad, y en especial a las futuras generaciones a las que les será mucho más difícil labrarse un futuro en base a la educación.

 

LAS CALLES  COMO  TRIBUNA

 

“¡No somos uno, no somos cien…somos un chin·$%&…prensa vendida, cuéntanos bien!”, gritaron los maestros en las movilizaciones del miércoles pasado en todo el país, incluido Veracruz cuyas principales ciudades estuvieron copadas por los educadores. En la capital del estado  agregaban al grito: ¡Se vende barata, la prensa de Xalapa! Impresionantes fueron los contingentes, aunque en la mayoría de los medios de comunicación, especialmente los electrónicos -televisoras y radiodifusoras-  se les minimizó. Es la contribución de la famosa “prensa vendida” al proyecto gobiernista para desmantelar la educación pública. 

Aunque muchos se desgarren las vestiduras y se echen ceniza sobre la cabeza, como lo hacían los sumos sacerdotes judíos, la “prensa vendida” ha existido desde siempre. Siguen vigentes aquellos que de ser informadores públicos se convierten en aparatos de difusión y linchamiento al servicio de los políticos y empresarios. Los maestros no hablan al garete porque lo han sufrido en carne propia. Desde  hace rato que las principales televisoras del país y sus filiales en los estados, así como estaciones de radio y muchos periódicos claman porque se les aplique la macana y el tolete.

 Desde la “prensa vendida” se les tilda con todo tipo de epítetos desde holgazanes y agresivos hasta delincuentes y terroristas sólo porque salen a defender sus derechos, y contraviniendo toda norma del quehacer periodístico, no les dan réplica, sólo los difaman. En los espacios de opinión tanto en la radio como en la televisión así como en columnas periodísticas, la virulencia se incrementa y adquiere tonos fascistas. Pistoleros de la pluma ajustan cuentas contra los insubordinados maestros, llegando al insulto y a la petición de exterminio.  ¿No es eso ser vendido? Claro que sí. En Veracruz, en México y en China eso se llama prensa vendida. 

El término no debe asustar a nadie aunque ponga en evidencia negativa al gremio, es una realidad que acontece, lamentablemente, en este noble quehacer al que algunos lo convierten en deleznable. Por supuesto que es reprobable la agresión física que algunos maestros han hecho a los reporteros de a pie, pues los responsables de la tergiversación informativa son los empresarios periodísticos convenencieros, tan empecinados a golpear a los manifestantes que no deparan en el riesgo que colocan a sus periodistas, que tienen que presentarse a cronicar lo que hace la turbamulta. Es algo similar a lo que dijo el escritor Paco Ignacio Taibo: los responsables de que los niños no tengan clases están en Los Pinos. Así de simple. Los responsables del desaseo informativo no son los reporteros de a pie sino los dueños de las televisoras, radiodifusoras y periódicos que se venden al poderoso. 

Sin embargo, aún con tener a la prensa vendida en contra y al gobierno encima, los docentes  tienen a su favor a  miles de los alumnos y padres de familia que se han sumado a la protesta pública -y afortunadamente hay medios informativos responsables  que hicieron suyo el clamor de los maestros como esta casa editorial, El Buen Tono-. Y los insurgentes han demostrado hasta el momento que ni la prensa a sueldo, ni los líderes charros del sindicalismo, ni los partidos políticos, ni los funcionarios públicos son suficientes para contener a esa turbamulta que ya ha mostrado su  capacidad de repudio en toda la nación. Esa misma turba anticipa una larga resistencia que se duda pueda ser frenada en lo inmediato. Los maestros siguen enseñando que las aulas y las calles son de todos, las convirtieron en tribunas luego de que fueron traicionados por quienes, se supone, deberían representarlos.

 

SÓLO LES FALTA REBUZNAR

 

De todos los veracruzanos que están en la Cámara de Diputados federal, sólo los perredistas Uriel Flores Aguayo de Xalapa y la ex alcaldesa de Santiago Tuxtla, Yazmín Copete Zapot, no avalaron la reforma educativa. El resto traicionó a los maestros veracruzanos, incluidos los que son originarios de la zona Centro del estado como el pomadoso y eterno vividor de la nómina pública, Juan Bueno Torio, Leticia López Landero por Córdoba, Juan del Bosque por Orizaba, Tomás López Landero por Zongolica, Víctor Serralde -o como se llame este señor- por Huatusco. Todos esos fueron sometidos a juicio popular en la Plaza Lerdo de Xalapa, el miércoles anterior, y condenados por traición. Les pasaron lista y hasta exhibieron su voto en carteles como se utiliza para difundir la imagen de los delincuentes para que nadie los olvide.

 Por cierto, muchos fueron desnudados académicamente desde hace días pues al hacer la revisión de su currícula se comprobó que son unos reverendos burros -y se ofrece una disculpa a los asnos que no se merecen que se les compare con estos individuos- pues apenas si saben leer y escribir. Tal es el caso de los hermanos Leticia y Tomás López Landero que no tienen estudios de valía al igual que el jalapeño Alejandro Montano, ex guarura del ex gobernador Miguel Alemán. Aún así, sin autoridad moral porque no saben de cuestiones educativas, votaron a favor de las leyes en la materia. A estos señores nada más les falta rebuznar y no es una ofensa sino una descripción, porque tienen dinero suficiente para pagar escuelas que les tumben las orejas de burro pero ni así hacen el esfuerzo para alfabetizarse. Mucha cara dura.

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