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El minutero

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ALTURA DE MIRAS

 ¿Nueve meses es tiempo suficiente para recoger el tiradero?, ¿alcanzará ese lapso para hacer algo a favor de los cordobeses?, ¿podrá ser un buen gobernante aún cuando permanecerá rodeado de todos incondicionales de su antecesor –léase: de la misma pandilla-?, ¿tendrá las manos atadas y la boca clausurada?, y ¿tendrá la capacidad de ejercer un gobierno o simplemente será el encargado de cuidar el changarro y para cubrir las espaldas? Son las preguntas obligadas al nuevo alcalde de Córdoba, Guillermo Rivas Díaz que el lunes pasado rindió protesta en sustitución del inefable Francisco Portilla Bonilla.

El empresario Rivas Díaz tiene nueves meses para hacer brillar su nombre o embarrarlo en el lodo que le dejan en Palacio municipal. Aunque mucho se especuló que no quería aceptar la alcaldía por el desaseo que le heredaría el terrablanquense al final pudo más la seducción del título edilicio que la prudencia a cuidar su nombre. Sin embargo, no todo está perdido y Rivas también tiene ese mismo tiempo, nueve meses, para tratar de corregir el rumbo. Obviamente en  270 días en los que estará sentado en la silla edilicia no hará obras magnas ni solucionará problemas añejos de la ciudad.

Tampoco concretará la remodelación del mercado Revolución, la cual se promete cada trienio y cada sexenio sin cumplirse pero que ya fue reciclada, ni construirá el centro de convenciones ni los parques industriales que se anunciaron pomposamente. Entonces, ¿qué es lo mejor que puede hacer el nuevo munícipe para ayudar a la sociedad cordobesa? La respuesta es sencilla: limpiar la casa. Uno. Depurar al Ayuntamiento de aviadores, desocupados, recomendados, ineficientes, perezosos, corruptos y demás alimañas que le dejó Portilla Bonilla. Dos. Transparentar las cuentas y los reportes para que la ciudadanía crea que tiene un Alcalde honesto.

Sólo por citar algunos casos, hasta el momento se desconoce cuáles son los sueldos reales de los colaboradores más cercanos a la Presidencia municipal y de los que se asegura que cobraban como si fueran secretarios del gabinete estatal, tampoco se sabe los nombres de los beneficiados con los contratos millonarios de obra pública o de proveeduría. Y tres. Administrar honradamente el presupuesto en lo que resta del trienio. Ninguna de esas tres cosas son imposibles. Es más, la ley que juró obedecer se lo exige, y con eso que haga el nuevo edil pasará a la historia como un buen Alcalde y dejará un buen sabor de boca a los cordobeses.

En cambio, si se presta a ocultar lo que hizo Portilla, si mantiene a los haraganes que pululan en todas las oficinas de palacio municipal, si accede a desviar los recursos públicos a las campañas electorales y si se corrompe al manejar los dineros del pueblo, terminará en el basurero de la política. Hoy, Guillermo Rivas tiene la oportunidad de hacerle honor a sus dichos de que, en su calidad de empresario aprenderá a hacer política de la buena, sirviendo a los cordobeses. Para comprender lo anterior se necesita lo que algunos llaman “altura de miras”. ¿La tendrá? Lo haga o no lo haga, rendirá cuentas ante la opinión pública aunque no lo haga ante la justicia. Así de simple. ¿Cómo querrá que los cordobeses lo recuerden?

 

MAL AGÜERO

 

Vaya que al priismo cordobés lo persigue la mala suerte y lo merodean las “aves de mal agüero” porque no sólo le impondrán a desprestigiado Portilla Bonilla como candidato a la diputación local sino que también les mandaron como delegado del PRI a Guillermo Díaz Gea, dos veces alcalde de Pánuco y dos veces diputado local y federal. Con tal currícula de cargos ostentados, muchos podrían decir que el panúquense es un estratega electoral de antología. No es así, pues Díaz Gea sólo ha ganado elecciones para sí mismo mientras que como operador electoral ha sido un fiasco.

En los procesos electorales de los últimos años -2000, 2003, 2004, 2006 y 2007- impuso como candidatos del PRI tanto en contiendas municipales como distritales a sus chóferes, secretarias, amigos, compadres y cómplices, perdiendo estrepitosamente. Aún más, en los comicios del 2010 el mismo fue candidato a la diputación local y fue derrotado por el entonces abanderado del Partido Acción Nacional (PAN), Ricardo García Escalante, hijo del ex alcalde y ex contralor estatal en el sexenio de Miguel Alemán Velasco, Ricardo García Guzmán.

Por si fuera poco, Díaz Gea llegará a Córdoba sólo a turistear o a complicar las cosas pues no conoce el municipio, mucho menos el distrito y no tiene los hilos para convencer o presionar a los líderes partidistas. Si como estratega electoral le fue mal en su terruño del norte de la entidad donde se presume “cacique político” entonces habrá que imaginarse el resultado que dará en Córdoba donde es un completo desconocido. ¡No me ayudes compadre!, ha de estar diciendo el priista Salvador Abella ante semejante nombramiento que no le trae buenos augurios.

 

CARRERA CON OBSTÁCULOS

 

Este miércoles el presidente Enrique Peña Nieto estará en el municipio de Boca del Río para clausurar el foro consultivo denominado “México con educación de calidad para todos”, que es uno de los ejes para integrar el Plan Nacional de Desarrollo y será la segunda visita que haga a Veracruz en su calidad de titular del Poder Ejecutivo. La gira del copetón a tierras jarochas estaba programada para el 19 de marzo pero se postergó debido a su viaje al Vaticano donde asistió a la misa en la que entronizaron al argentino Mario Jorge Bergoglio como nuevo pontífice de la Iglesia católica.

Habrá que ver si la visita del mexiquense a tierras veracruzanas se da sin contratiempos a diferencia de lo que sucedió el pasado 6 de enero cuando se conmemoró el 198 aniversario de la promulgación de la Ley Agraria y el copetón tuvo que suspender el primer evento que consistía en realizar una guardia de honor en el monumento del ex presidente Venustiano Carranza ya que grupos de campesinos lo esperaban con protestas en la explanada ubicada frente al malecón costero. No es un secreto que el mexiquense le tiene miedo a las manifestaciones desde que salió raspado en la campaña electoral y por eso en la pasada visita a Veracruz se limitó a acudir al mismo WTC al acto político-priista del sector agrario y desistió de presidir el evento oficial como jefe de Gobierno.

El tema que ronda esta visita presidencial es, sin duda, la reforma educativa, la ola de protestas y bloqueos por parte de los maestros disidentes y el encarcelamiento de la ex presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo que aún cuando es noticia pasada no ha perdido vigencia pues se intenta dar un reacomodo de fuerzas en el magisterio que no ha terminado de cuajar. A la vez, en Guerrero y Oaxaca, los maestros disidentes han obligado a los gobernadores Ángel Aguirre y Gabino Cue a sentarse a negociar y reconsiderar propuestas para leyes estatales en materia educativa que se contraponen a los cambios hechos a la Ley General de Educación.

Dado el morbo por el jaloneo electoral que cada día sube más de nivel en la aldea, la llamada clase política espera que se cumpla con la vieja ortodoxia priista para dar señales en los gestos, posturas, saludos, no saludos, acercamientos y alejamientos del Presidente de la República frente a los aspirantes y suspirantes a las candidaturas del tricolor, muchos de los cuales serán acercados adrede al mandatario y otros más, por cuenta propia, harán lo imposible por alcanzarlo.

Los más audaces tratarán de colarse para salir en alguna fotografía con el copete más famoso del país y así dar la apariencia que están en el ánimo del mandamás de Los Pinos y del tricolor. Será una “carrera con obstáculos” pues que corra más rápido y evada los guaruras, acomedidos y lambiscones que revolotearán en torno al mexiquense, tendrá la foto a su lado, y ésta la colocarán en un altar con veladoras encendidas y le rezarán novenarios para que se les haga el prodigio de un “dedazo”.

La que ya prometió que se sentará lo más lejos posible Peña Nieto es la alcaldesa de Veracruz, Carolina Gudiño, ligada al ex gobernante estatal, el innombrable, para evitar que el copetón le repita la dosis del 6 de enero cuando le negó el saludo y la dejó con la mano extendida frente a todos. No hay que olvidar que el mexiquense no puede ver ni en pintura al innombrable y sabe que la alcaldesa porteña es su fiel sacerdotisa. El negarle el saludo no fue una grosería, más bien fue un mensaje claro de su repudio a la fidelidad. La forma es fondo, dijeran los ideólogos del viejo priismo.

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