LA CHANDELEUR
Es una fiesta católica-pagana vigente en todas las naciones de influencia latina y que en México la llamamos La Candelaria en alusión a la Virgen que porta las velas (candelas) en su mano para iluminar al mundo. En Francia como en otros países europeos se le conoce de igual forma, La Chandeleur y el festejo es la Fête des chandelles (fiesta de las candelas) que alude a la presentación de Jesús niño en el templo de Jerusalén, según los testimonios bíblicos.
La tradición francesa establece que el 2 de febrero, además de ir a las celebraciones religiosas a las que se acude portando una vela que se enciende durante la eucaristía, también hay celebraciones familiares donde se preparan y degustan la crepas –des crêpes-, especialmente las dulces. Si las crepas se preparan en casa, cada integrante de la familia debe cocer una de ellas al tiempo que en la mano desocupada aprieta una moneda como un ritual para atraer la buena suerte durante el año.
Por supuesto, los que más disfrutan la tradición de las crepas son los niños que están más que listos para degustar este postre que se adereza con cajeta, chocolate, rodajas de plátano, dulce de almendra o miel. Sin embargo, la costumbre culinaria europea no logra sustituir -para los migrantes mexicanos, claro- a los tamales que son los reyes de la fiesta y quien los debe ofrecer son los que el día 6 de enero sacaron el muñeco al partir la Rosca de Reyes. Con La Candelaria concluye también un largo periodo de fiestas que, por lo menos, en México inician con el 12 de diciembre en la celebración a la Guadalupana y siguen con las Posadas, la Navidad, el Año Viejo y el Nuevo Año.
La referencia obligada en México para el 2 de febrero -el próximo sábado- es Tlacotalpan, donde se festeja a la Virgen de la Candelaria, culto traído por los españoles pero que, al igual que sucedió con otros más, se hibridó con las creencias prehispánicas y así la Señora de las Candelas en la llamada Perla del Papaloapan fue para los nativos la diosa Chalchihuitlicue que habita en las aguas del río de las Mariposas o Papaloapan. La imagen católica al igual que la deidad precolombina ampara a los pescadores, con su vela encendida guía las embarcaciones a buen puerto y protege al pueblo de los embates del río, es decir, de las crecidas, los desbordamientos e inundaciones, además de augurar buenas cosechas en el campo.
FIESTAS DE BESTIAS
Este viernes primero de febrero en Tlacotalpan se realizará el embalse de toros conocido como La Tlacotalpada, una práctica que pese a ser referencia de los encierros taurinos en las calles de Pamplona, España con motivo de las fiesta en honor a San Fermín -que mundialmente se conoce como La Pamplonada- en Veracruz no tiene nada de artístico ni deportivo ni cultural y ni siquiera sirve para probar la valentía de los que participan en ella.
Mientras en Pamplona se sueltan toros de lidia en las calles y los animales persiguen y embisten a quienes se aventuran a lanzarse en medio de su estampida, en Tlacotalpan es al revés: los animales son los hombres y mujeres que alcoholizados -y muchos de ellos bajo influjos de otras sustancias- persiguen a los pobres toros.
Los toros de Tlacotalpan son animales de pastoreo, no de lidia y entonces, no es valiente el sujeto que se suma a la horda de alcoholizados para atacar con picos, palos, piedras, botellas y latas a los pobres semovientes, a los que también lazan con cuerdas y someten hasta hacerlos caer al suelo. Una vez en el piso la turbamulta los patea, escupe, hiere y hasta mutila porque les jalan la cola hasta arrancársela. Cada primero de febrero Tlacotalpan se viste de rojo por la sangre de estos inocentes animales expuestos a merced de las peores intenciones de las bestias de dos patas, es decir, los hombres.
Ah, y por si fuera poco, antes de soltarlos a las calles del poblado, los toros son atravesados a nado en el río Papaloapan y como se sabe, los semovientes sufren de una discapacidad para controlar totalmente sus esfínteres anales y al estar en el agua y estresados, el líquido se les introduce por el recto y se les inflama el vientre. Ya en tierra, con los intestinos abultados por el agua son presa fácil porque no pueden huir con agilidad de los intoxicados y sedientes de sangre. En el contexto de violencia extrema que ha enlutado al país, es fácil deducir que si alguien es capaz de ensañarse con un animal indefenso hasta mutilarlo o matarlo, no le costará mucho hacerlo con un semejante.
La Tlacotalpada, pues, nada tiene de religioso, lo festivo o lo cultural. Es una orgía de sangre pues la mayoría de los toros terminan siendo sacrificados ya que terminan el encierro tan maltratados que cuidarlos para que sanen sale muy caro para sus propietarios. El “encierro taurino” en Tlacotalpan es una vergüenza nacional y pese a las voces de organizaciones civiles para detener la masacre de semovientes, las autoridades se vuelven sordas y prefieren defender la barbarie disfrazada de fiesta religiosa.
“Todos los toritos son de Dios, los animales de la creación”, reza un canto muy popular en el catecismo católico que se imparte a los pequeños. ¿En realidad Dios o la Virgen de la Candelaria estarán halagados por lo que se les hace a los pobres toros de corral en Tlacotalpan? A los que se dicen valientes por perseguir a estos animales en las callejuelas tlacotalpeñas, ¿serán igual de osados si se les suelta unos toros de lidia para que sepan lo que es amar a Dios en tierra ajena?, como dirían los viejos del pueblo. Las verdaderas bestias son ellos.
EL CABALLERANGO
Y hablando de esta fiesta, el alcalde de Tlacotalpan, Hilario Villegas Sosa, se autopromociona como aspirante a la diputación local por el distrito 23 con cabecera en Cosamaloapan, aún cuando tiene todo en su contra. En materia administrativa, ha saqueado el municipio. Vaya, sólo le falta robarse el nominativo de la ciudad, es decir, la palabra “perla” pues el señor es un pillo de siete suelas. Y eso lleva a la materia política porque los tlacotalpeños están hartos de este personaje y su partido, al grado que en las elecciones del año pasado votaron masivamente por el PAN desplazando por vez primera al tricolor.
Hilario Villegas o “Hilario Billetes” como le conocen, entregó malas cuentas a su partido y aún así, ahora organiza a los alcaldes de la Cuenca del Papaloapan para apuntalarlo como precandidato electoral, además de utilizar el festejo de La Candelaria para su promoción personal como lo ha hecho en las conferencias de prensa que convoca para anunciar el evento. Pero el edil no está solo en su cruzada, atrás de él se encuentra el innombrable, es una de sus piezas y que sigue siendo su patrón.
No hay que olvidar los dichos de los propios tlacotalpeños: desde hace tiempo el señor “Billetes” es el caballerango del ex gobernante pues le cuida un rancho de su propiedad y una cuadrilla de caballos pura sangre, a los cuales regentea en carreras de apuestas, muchas de ellas clandestinas pero donde hay carretadas de dinero en juego. Si la justicia funcionara en México, Villegas, al igual que su patrón, debería estar bajo arraigo judicial o declarando ante un ministerio público en lugar de promocionarse para una curul -o para una embajada como se ha dicho del innombrable-. ¿No creen?
Hilario “Billetes” ha sido tres veces presidente municipal de Tlacotalpan y es un ferviente defensor de la masacre de toros porque así conviene a los negocios con la venta de alcohol que han abultado sus cuentas personales. Por cierto, el festejo en La Perla del Papaloapan en este año tiene dos contextos, uno, el tradicional, que sirve para la promoción de los aspirantes priistas a cargos de elección popular. Cada año electoral, las hordas de precandidatos acuden a la misa de las candelas y a pasearse junto al gobernante en turno para salir en las fotografías de prensa. Este año no será la excepción.
El otro contexto es algo curioso y trata de las especulaciones azuzadas desde Palacio de Gobierno para dar la apariencia de que los funcionarios estatales no son despreciados por el presidente Enrique Peña Nieto. Desde hace días se divulgó la versión -en comentarios periodísticos, obviamente hechos por encargo- de que Peña Nieto estaría en el templo de la Virgen de la Candelaria para bautizar al tercer hijo del gobernante estatal. Empero, desde el altiplano se asegura que nada es cierto y entonces, habrá que esperar si el padrinazgo-compadrazgo se cumple o todo termina como chisme que se difundió para tratar de aparentar no es gélido el trato de Los Pinos hacia Veracruz.