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EL MINUTERO

Superiberia

LA FIESTA ALDEANA

Al supuestamente consentido del caudillo, definido como ‘una bendición’ para el pueblo veracruzano y ejemplo de honradez, lo dejaron solo en su fiesta de mitad de gobierno. Al evento de Tlacotalpan por el tercer informe del gobernante en turno, Cuitláhuac García, no vino la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum pese a que desde hace días se difundió esa posibilidad bajo la premisa de que el jalapeño es una suerte de ‘jefe de precampaña’ regional de la mandataria capitalina en su búsqueda de la candidatura presidencial para el 2024.

Lo que se sabe es que sí la invitó pero lo despreció. Tampoco asistió ningún personaje relevante del gabinete lopezobradorista. Obviamente no estuvo el diputado minanteco, Sergio Gutiérrez, inflado mediáticamente en las últimas semanas. No vino porque no fue invitado, claro. Y no lo fue porque el presidente de San Lázaro le provoca retortijones al informante y a sus séquito, y también a la zacatecana Rocío Nahle quien se abroga el ‘derecho de piso’ en Veracruz para ser la única aspirante a la gubernatura en el 2024.

¡Y eso que ni veracruzana es! El caso de Nahle es como aquella fábula del sapo y la liebre. En una noche de tormenta, la liebre le permitió al sapo refugiarse en su madriguera dando una muestra de tolerancia entre especies porque el anfitrión era un mamífero y el huésped un batracio, pero el sapo se sintió tan cómodo en la casa de la liebre que comenzó a inflarse hasta abarcar todo el espacio y terminó sacando a la dueña de su madriguera. Así la señora Nahle, una advenediza que se siente dueña política de la entidad.

Pues ella fue la única enviada del altiplano como representante de Andrés Manuel López Obrador al informe de García Jiménez. Vaya que la representación presidencial se ha devaluado. Al primer informe del 2019 vino la entonces titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), Olga Sánchez Cordero al Teatro del Estado en Jalapa. En el 2020 ya mandaron a Nahle y ayer también. Precario que ni siquiera el actual titular de Segob, Adán Augusto López se dignó a venir y eso que es vecino de Veracruz y contemporáneo en el periodo gubernamental con García Jiménez.

Así, el informe en Tlacotalpan fue una fiesta en solitario y aldeana, demasiado aldeana. El folclor fue tal que García Jiménez y Nahle ¡¡se pasearon en una guagua llamada “El Torito” por todo el poblado saludando como si fueran los reyes del carnaval!! -risas- tras concluir el informe en el Teatro Nezahualcóyotl. La corte fueron los diputados y funcionarios que asistieron al soliloquio. ¿No es un poema al clásico ‘localismo empobrecedor’? Solo faltó que se treparan al “Cuenqueño”, el catamarán que navega sobre el río Papaloapan ideado por Patrocinio Cisneros, el secretario de Gobierno, y operado por un compadre de la zacatecana para que se
sublimara el folclor.

El ambiente y el contexto es la noticia porque el contenido del informe es muy exiguo, tanto que el tema más destacado fue la defensa y justicia para las mujeres. Sí, así como se lee, García Jiménez focalizó su diatriba en tal aseveración a pesar de que Veracruz lidera la estadística nacional de feminicidios. ¿En qué se basó para decir que su gobierno ha reivindicado, protegido y empoderado a las féminas? En dos cosas. Una que los del pasado -léase el exgobernador Miguel Ángel Yunes- protegió a su secretario de Gobierno, Rogelio Franco quien “golpeaba su mujer” y él lo metió a la cárcel.

La segunda, que en su administración las titularidades de los poderes Legislativo y Judicial las ocupan mujeres al igual que la Fiscalía General. Y paren de contar. Además, el gobernante disparó una frase que seguramente sonó a bofetada para todas las víctimas de feminicidios y violencia de género: “en Veracruz, las mujeres ya son reconocidas, visibilizadas y pueden soñar y realizarse libre (sic) -¿no sería “libres” o “libremente”? Otra vez la disfasia presente en el discurso -.

Habré que preguntarle a las de su propio partido como a la abogada Marcela Barroso quien fue acosada, amenazada y la despojaron de su diputación plurinominal para dársela a un varón, el tuxtleco Javier Gómez Cazarín, conocido con el apodo de “El Carón”. O a la expresidenta del Tribunal Superior de Justicia, Sofía Martínez amenazada por el secretario Cisneros Burgos -ella y a su familia- y destituida de manera desaseada del cargo.

Esos dos son ejemplos específicos de lo político-electoral-administrativo, pero ya no se diga de la maniobra de esconder el 60 por ciento de los feminicidios al reclasificarlos como “homicidios dolosos”. ¿De verdad las mujeres en Veracruz pueden soñar y realizarse libremente? Bueno, a las 310 que fueron asesinadas por motivos de odio por ser mujeres desde el 2019 ya no se les puede preguntar. Tampoco a las 3 mil que están
desaparecidas.

LÍMITE REBASADO

El segundo tema fue la seguridad. Aseguró que la violencia y el crimen bajaron un 27 por ciento. El año pasado dijo que era un 20 por ciento, entonces la sumatoria es que hay 47 por ciento -casi la mitad- de actos delictivos menos que cuando inició su gobierno en el 2018. ¿Alguien le cree? Pues a los incrédulos les espetó que “no son datos maquillados, son hechos corroborables (sic)” ¿Y qué ofreció para corroborarlos? Que en tres años ha celebrado 705 mesas para la Construcción de la Paz y contrató a 3 mil 300 nuevos policías -para una población de 8 millones-.

Ah, y agregó una perla: que en su gobierno ya no hay corrupción ni nexos con la delincuencia y prueba de ello es que “todos cuentan con los exámenes de confianza y confiabilidad”. Esto es falso, por supuesto, porque los tres encargados del área de seguridad, gobernabilidad e impartición de justicia hasta el momento no han mostrado que acreditaron los exámenes de control y confianza aplicados por el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP). Ni los secretarios de Seguridad y Gobierno, Hugo Gutiérrez y Patrocinio Cisneros, ni la fiscala Verónica Hernández Giadáns tiene el documento expedido por el SNSP.

Por cierto, García Jiménez ofreció el 8 de julio del 2018, una semana después de ganar los comicios -ojo su compromiso ya no fue como candidato sino como virtual gobernador electo– de que en dos años estaría pacificado Veracruz por medio de la depuración de la policía, la contratación y capacitación de nuevos agentes, la colaboración con la administración federal y el combate a la corrupción.

Durante los meses siguientes, previos a su toma de posesión, repitió tal promesa. Ya no habrá pactos con el crimen organizado, dijo. Se hará juicio político y se echará al fiscal yunista, Jorge Winckler, afirmó -es lo único que cumplió aunque sin enjuiciamiento político- y Veracruz será otro. ¿Qué es lo que hizo? ¡Traer al oscuro neoleonés Hugo Gutiérrez Maldonado para hacerse cargo de la seguridad pública”, Y ahí están los
resultados.

Ya se cumplieron los dos años que puso como plazo y se adicionaron otros doce meses, pero Veracruz sigue ardiendo. Peor aún, en las vísperas de su tercer informe hubo una balacera en Jalapa con varios muertos, la mafia ‘ejecutó’ al hermano del exsecretario de Seguridad en el alemanismo, se cometieron tres feminicidios, los secuestros siguen imparables al igual que las extorsiones y los homicidios dolosos. García Jiménez ya rebasó su propio límite.

DOÑA PIFIAS

A la senadora panista, Indira Rosales San Román no le cuaja ni la gelatina. Ya cometió la segunda pifia política en apenas dos meses y con alcances nacionales. La primera fue en septiembre cuando se adhirió al recibimiento caluroso que en el Senado le dieron al dirigente del partido ultraderechista español, Vox, con respaldo incluido a la ideología neonazi. Todavía no se secaba la tinta que ocupó aquel escándalo ideológico y generó otro de tipo estratégico.

Pidió licencia a la curul para ocuparse de la grilla local interna pues quiere ser secretaria general del comité estatal de su partido y con esto le engrosó la bancada al Movimiento Regeneración Nacional (Morena). La suplente, Fabiola Vázquez Saut, apenas rindiendo protesta abandonó el blanquiazul para sumarse al partido marrón. Fue, quizás, el acto chapulinesco más rápido de la historia.

Con este sumaron tres bajas en la cámara alta para Acción Nacional -los otros fueron los de Martha Márquez, quien renunció a su militancia el viernes pasado y Gustavo Madero, quien solo se salió de la fracción parlamentaria el 27 de septiembre-. Así, la salida de Rosales de la cámara alta provocó nuevamente un brete para el partido azul y varios de sus camaradas legislativos la acusaron de priorizar sus intereses en la aldea sin importarle que regalara un asiento al morenismo en plena temporada de enfrentamiento parlamentario por los temas en la agenda, entre ellos la reforma al sector eléctrico.

Ante el entripado que provocó en panismo del altiplano, Rosales intentó justificar que su licencia solo es por un mes y en diciembre regresará a sentarse a la cámara alta. Por supuesto que esa justificación es tan insulsa como la que hizo luego de firmar la “Carta de Madrid” con la que abrazó la ideología y postulados pro-nazis de Vox. ¿Se acuerdan que se dijo engañada por Julen Rementería? Ahora, ¿quién la habrá obligado a salirse del senado? Obvio, los Yunes, aunque a sus titiriteros no los pude culpar directamente. En lugar de eso, recurrió al manual de Cantinflas alegando que “se fue pero no se ha ido”.

Cero y van dos pifias al hilo, y ambas con repercusiones nacionales para su partido. La señora Rosales es un caso de estudio pues logra impactar en el altiplano pese a que es demasiado gris como legisladora -no ha presentado una sola iniciativa trascendental, sus intervenciones en tribuna nadie las escucha, su participación en las comisiones y en los entretejidos políticos son nulos –. Y esa será la secretaria general del panismo veracruzano. Ven cómo el panismo estatal -al igual que el nacional- está en crisis y no tiene oferta política, ideológica a los ciudadanos y ni siquiera de líderes de valía para guiar a su militancia.

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