LA FASE TERRORISTA
Lo sucedido el pasado fin de semana en Reynosa, Tamaulipas, es sumamente grave porque inaugura en México una forma de los grupos criminales para dispersar el terror: atentando a diestra y siniestra contra ciudadanos aunque éstos no tengan nada que ver con los asuntos de la mafia. No, en esa ciudad fronteriza mataron a 14 personas porque simplemente las encontraron en su camino. Las víctimas fueron variadas -padres de familia, un anciano, un comerciante, un taxista, etcétera, de todas las edades- , transeúntes que por azar estaban en el camino de los comandos armados que disparaban.
¿A qué suena esto? Cierto, a terrorismo. Fue una analogía de los atentados que en Europa y Medio Oriente tienen décadas perpetrando las organizaciones extremistas, sean políticas o religiosas. Fue un atentado terrorista plano y llano: matar a civiles con el simple objetivo de doblegar a la población a través del miedo. En Tamaulipas los sicarios salieron a matar a cualquiera para sembrar el terror. Así, los cárteles del narcotráfico arriban a una fase inédita y dan la razón a los servicios de inteligencia de Estados Unidos que desde hace años alertaban sobre la ‘jihadización’ del crimen organizado en el país.
También desde hace años el gobierno norteamericano ha querido declarar a los cárteles mexicanos como terroristas similares a grupos como el Estado Islámico, los Talibanes o el Boko Haram. Y hacerlo implica que usará toda su artillería para combatirlos en su propio territorio porque amenazan su seguridad interna -la de los estadounidenses- y lo harán con o sin permiso del gobierno mexicano porque las leyes norteamericanas en estos asuntos son extraterritoriales.
De ahí que el peligro es por ambos lados: la población a merced ya no la ‘clásica’ inseguridad y violencia sino de atentados terroristas y el riesgo de una intervención sangrienta de Estados Unidos para frenarlos. Vaya y eso que el presidente Andrés Manuel López Obrador se desvivió recientemente en halagos hacía los capos del crimen organizado asegurando que “se portan muy bien”.
A petición de López Obrador la Fiscalía General de la República (FGR) atrajo las investigaciones de los crímenes a mansalva en Reynosa, pero se duda mucho que éstas tengan un buen fin. ¿Qué hará el fiscal Alejandro Gertz Manero cuando sepa la identidad de los atacantes -si es que la llega a saber-?, ¿Acusarlos con sus mamás? Y no es burla sino es la receta que el mismo tabasqueño dio frente a las embestidas del crimen organizado desde inicio de su sexenio.
BANCADAS Y ALCALDÍAS
Del mismo tema, pero en la aldea, el gobernante en turno, Cuitláhuac García aseguró el pasado 14 de junio que ya no tenía caso seguir con las indagatorias judiciales sobre candidatos ligados al crimen organizado porque éstos no habían ganado. La ciudadanía, dijo, los desechó en las urnas. Retórica que cojea pues hay varios que sí serán alcaldes o legisladores y la mayoría por Morena. Cinco municipios -por citar solo algunos- tendrán esa sombra de sospecha a partir del primero de enero: Alvarado, Hueyapan de Ocampo, Tierra Blanca, Pánuco y Playa Vicente. Y un distrito local, Cosamaloapan.
En esos lugares los candidatos ganaron gracias a la intervención de las células delictivas tanto en la campaña electoral como el día de las votaciones. El asunto llega a tal grado que los bien enterados aseguran que el crimen tendrá bancadas parlamentarias y ediles en Veracruz o sea que llevará tajada en el nuevo mapa político. Por eso, al gobernante García Jiménez lo aqueja lo que dice el refrán: “dime lo que presumes y te diré de lo que careces”.
La intervención de la delincuencia organizada para hacer ganar a los candidatos de Morena no es exclusiva de Veracruz sino en todo el país sucedió, especialmente en el corredor Pacífico. Ya los analistas hablan de una alianza entre las cúpulas del régimen marrón, su partido y la mafia como en los tiempos más truculentos del priismo y el panismo. Los que se dedican a la investigación política tarde o temprano plasmarán en documentos lo que sucedió en las elecciones del 6 de junio.
BACHILANDIA
En la última gira que realizó el presidente López Obrador a Veracruz, la semana pasada, afirmó que las carreteras del estado están llenas de baches. Fue un reproche al gobernante local, García Jiménez, más que al delegado de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), Ramón Álvarez Fontán, como se divulgó con cierta intención por algunos medios informativos locales. Esta administración estatal al igual que las últimas tres prometió reparar y dar mantenimiento a la red carretera, pero igual que sus antecesoras no ha cumplido y las vías públicas siguen destrozadas.
No solo es el norte sino el sur, la zona centro, el Sotavento y los Tuxtlas. Por donde quiera que se transite son caminos tortuosos. Vaya, hasta las autopistas concesionadas a empresas privadas están llenas de hoyancos. Veracruz entero es ‘bachilandia’ y lo peor es que hay recursos financieros para atender la infraestructura carretera, pero no se ejercen.
En los dos últimos ejercicios presupuestales -2019 y 2020- se regresó más de 60 por ciento del dinero a la federación por el subejercicio aplicado de forma adrede. El propio secretario estatal de Infraestructura y Obra Pública, Elio Hernández, reconoció que en el 2019 fueron mas de mil millones de pesos que no se ejercieron y aunque sobre el 2020 ha guardado silencio, pero todos saben que hicieron lo mismo, retornar los fondos a la Tesorería de la Federación.
De esta forma, los dineros que debieron ocuparse para sanear carreteras, reparar puentes, ampliar caminos y pavimentarlos fueron a parar a Tabasco en la refinería Dos Bocas, a Chiapas donde se construye el Tren Maya o al Estado de México para el aeropuerto de Santa Lucía. Es decir, de cada 10 pesos que tenían para ese rubro, 6 se fueron a esos estados y solo 4 se quedaron en Veracruz. Y lo más grave es que de esos cuatro pesos que se quedan en la entidad se los roban los funcionarios estatales. Así de plano no se puede, dirían en el pueblo.
Por cierto, López Obrador en su visita a Martínez de la Torre para destrabar el conflicto con los comuneros que se oponían a la construcción del último tramo, llamado “Paso Largo”, de la autopista Cardel-Tampico nuevamente puso el ejemplo de Oaxaca sobre Veracruz donde se construyen carreteras “no robándose el presupuesto” y con el tequio de los lugareños o sea el trabajo comunitario.
Es la segunda ocasión en que frente al gobernante local, García Jiménez, el tabasqueño le echa porras al priista Alejandro Murat. No hay que olvidar que en enero del año pasado incluso mandó a García Jiménez a ir a Oaxaca para que aprendiera lo que es el tequio para que con ese sistema construyera y reparara las carreteras veracruzanas. Obviamente no le hizo caso y no aprendió nada el xalapeño. En esta ocasión, López Obrador le añadió -al consejo- eso de que si no se roban el dinero público hay fondos para las carreteras. ¿Le sabe algo o le habló al tanteo?
LAS REDES NO VOTAN
¿Lo notaron? En estos comicios quedó demostrado que las redes sociales no votan. Los llamados ‘influencers’ de todas las tendencias probaron la derrota. Cuatro ejemplos bastan. En Zapopan, Jalisco, la youtubera pro-AMLO, Juncal Solano que conduce el programa “El Charro Político”, perdió estrepitosamente frente a candidata de Movimiento Ciudadano, Laura Gabriela Cárdenas -dos a uno- por la diputación local por el distrito 6. Ella es una de los que presumen haber llegado con la “cuarta transformación” para renovar el quehacer informativo y que la gente la amaba. No era verdad.
En Campeche, otro youtubero lopezobradorista, Edwin Granados, apoyó al candidato a la gubernatura del MC, Eliseo Fernández y éste no pudo ganarle a la morenista Layda Sansores. Decantarse por un candidato ajeno al régimen le valió que sus propios colegas propagandistas de la 4T lo acusaran de traidor. A pesar de que Granados tiene en su canal en YouTube llamado “Campechaneando” más de 2 millones de abonados no logró que éstos votaran por el anaranjado.
En Veracruz, el candidato marrón a la alcaldía porteña, Ricardo Exsome tampoco recibió los miles y miles de votos que le prometieron los “incluencers” con los que comió en el Hotel Diligencias el primero de junio. “Trabajaremos de la mano con ellos para ganar”, dijo entusiasmado el duartista Exsome y cinco días después fue descalabrado en las ánforas de votación mientras que a esos “incluencers” les pasó como al novio de La Martina: ni por la silla volvieron.
El cuarto ejemplo es el del alcalde de Medellín de Bravo, el panista Hipólito Deschamps quien se presume una celebridad en el TikTok y perdió la diputación. Moraleja: hacer payasadas en las redes sociales y tener muchos seguidores no significa que te vean como un político confiable y digno de darle el voto. Y como siempre hay excepciones una es el candidato de MC a la gubernatura de Nuevo León, Samuel García pues buena parte de su triunfo se lo debe a su esposa, Mariana Rodríguez, conocida bloguera quien fue uno de los puntales más fuertes de su campaña.
Claro, el tipo es un descerebrado pero su victoria hay que leerla en el contexto neoleonés: si hace seis años ganó Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” pues cualquiera puede hacerlo. No olviden que en esa entidad los que mandan en realidad son los hombres más ricos del país y los gobernadores son meros administradores que no necesitan mucho cerebro ni destreza política para cortar listones.