- Por Andrés Timoteo / Columnista
VUELVEN LOS ABRAZOS
Europa comenzó su reapertura luego de tres olas pandémicas y sus respectivos tres encierros de la población a lo largo de catorce meses de terror vírico. Todo parece indicar que se evitó una cuarta oleada de infecciones gracias a las restricciones draconianas que volvieron a implementarse en febrero, y también por el avance de la vacunación. En agosto se podría cantar victoria sobre la peste, ya que las autoridades estiman que para entonces ya el 70 por ciento de los europeos estará inmunizado.
Con tal porcentaje se alcanzaría la tan anhelada inmunización gregaria o ‘de rebaño’. El optimismo rebosa por doquier, ya se habla de que se aproxima la “liberté chérie’ o ‘libertad querida’ y otros canturrean entusiasmados: “Monde, ¡on va retourné!” (Mundo, ¡vamos de vuelta!). Por lo pronto, desde el 3 de mayo, Francia inició con el levantamiento del tercer confinamiento con la reapertura de negocios y normalización de otras actividades cotidianas.
El verano es esperado con ansiedad, porque significa también el retorno del turismo tanto doméstico como internacional. Acá hay una propuesta ingeniosa : la creación de las “ZUT” o “Zone d’Urgence Temporaire de la Fête” (Zona de Urgencia Temporal para la Fiesta), que son espacios abiertos donde realizar conciertos musicales, bailes, exposiciones, proyección de películas y otras actividades artísticas que revivan todo eso lúdico que se prohibió durante más de un año, sin que los asistentes tengan que estar en sitios cerrados o mal ventilados.
Las ZUT serán en explanadas y parques, a cielo abierto. En París se instalará en el parque La Villete, al norte de la ciudad a partir del 18 de junio, pero en otras urbes francesas también ya anunciaron dicha propuesta ingeniosa que vino de los empresarios de ramo artístico-musical. En Gran Bretaña, el primer ministro, Boris Johnson, autorizó a la población “volver a abrazarse” a partir del 17 de mayo, fecha en que reabrirán todos los espacios de convivencia social: cines, restaurantes, teatros, hoteles y bares.
Claro, el permiso para retomar nuevamente el contacto físico entre las personas es un tanto simbólico, lo necesario para calmar la ansiedad popular, pues las mismas autoridades acotan que “de preferencia que se abracen los que ya estén vacunados”, porque dada la naturaleza imprevisible del SARS-CoV-2 y sus variantes mutantes, no está descartado completamente algún eventual nuevo zarpazo cronavírico. España está en la misma ruta al igual que Alemania e Italia: el verano será el comienzo de la liberación, y para el otoño llegaría la “verdadera nueva normalidad”.
Lo que son las cosas, con apenas una segunda ola pandémica -que en realidad sigue siendo la primera-, un confinamiento que nunca fue, que tampoco hubo medidas sanitarias eficaces y con una vacunación que va a ‘paso de tortuga’, México se adelantó en Europa y desde hace semanas se habla de la derrota de la Covid-19, aunque sigan los muertos por todos lados. Casi la totalidad del país está en semáforo verde y la plaga casi ya desapareció del lenguaje oficial. Solo la “prensa carroñera” -como la llama el tabasqueño, Andrés Manuel López Obrador- sigue contando a las víctimas de la pandemia.
En las redes sociales los mordaces resumieron perfectamente lo que sucede en el país: cuando el gobierno te dice que estás en amarillo, bien puedes sospechar que estás en naranja, pero en realidad estás en rojo, aunque por ser temporada electoral te lo dejan en verde.
¿AZOTÓN PREMONITORIO?
El karma llegó con la tempestad, pues el candidato de Morena a la alcaldía de Xalapa, Ricardo Ahued, bebió agua churretosa al caerse dentro de una vivienda inundada que fue a visitar en una de las treinta colonias anegadas por el aguacero del pasado miércoles. Vaya, se le revirtió lo que se utilizaría de escenario para salir al paso de las críticas, porque todos los candidatos morenistas huyeron de la lluvia para no dar explicaciones por el
desastre acontecido.
Todos saben que los ‘chairos’ tienen la fama de no bañarse, de tenerle pavor al agua, aunque lo que sucedió en Xalapa ya fue la hidrofobia política. Todos los morenistas huyeron de los reflectores para no hablar de la inundación. Se escondieron los cuatro candidatos a las diputaciones federales y locales, Rafael Hernández Villalpando, Rosalinda Galindo, Claudia Tello y Ana Miriam Ferráez, al igual que lo hizo el alcalde en funciones, Hipólito Rodríguez, pues ninguno hizo ni gestionó obras de infraestructura hídrica que evitara el anegamiento.
Inicialmente, Ahued Bardahuil también se había escabullido de la prensa, pero en un intento de atenuar la escandalosa actitud de sus colegas, acudió con su equipo de campaña a una casa, en una de las treinta colonias que se inundaron, para dar la impresión de que estaba acompañando a los damnificados y ¡zaz!, que azota la res. La difusión de su caía en las redes sociales fue una merienda de ‘memes’ y pitorreo. Y tuvo, obviamente, doble efecto kármico. Por un lado, por quererse colgar de la calamidad y meterse a chapotear el agua como se acostumbraba en los tiempos del priismo.
El segundo efecto kármico es porque, cuando fue presidente municipal, Ahued se negó a destinar presupuesto para prevenir inundaciones en las colonias populares. Ahora tragó líquido puerco, sin contar con el azotón que se llevó y el riesgo de que pesque una infección gastrointestinal o por lo menos un resfriado -risas-. Su caída también podría ser premonitoria, de un porrazo electoral para el 6 de junio. No pocos lo prevén y sí muchos lo esperan, incluyendo algunos morenistas que están ansiosos por verlo revolcado en el lodo del fracaso.
El “ahuedazo” se suma a la lista de azotones de políticos veracruzanos que han sido la delicia de todos. El histórico: el del exgobernador Patricio Chirinos Calero, en aquel 21 de abril de 1998 tras finalizar la guardia de honor junto al entonces presidente Ernesto Zedillo en el obelisco, en honor a los defensores de la ciudad durante la invasión estadounidense de 1914 y que lo bautizaron como el “chirinazo”. El más disfrutado por el público: el de Javier Duarte cuando en una escuela de Córdoba, se cayó sobre los alumnos el 24 de marzo del 2015 donde fue a inaugurar un gimnasio.
El más doloroso: el del dirigente estatal del PRI en tiempos de la fidelidad, Ricardo Landa Cano, quien se cayó del caballo cuando quiso lucirse en una cabalgata realizada en Acayucan, en noviembre del 2007, para impresionar a su novia del momento, la alcaldesa del lugar Regina Vázquez Saut. El tipo estuvo grave por la lesión y se tuvo que retirar de la actividad política. ¡Se cayó el ‘gato modorro’!, decía entre carcajadas el innombrable quien disfrutaba poniendo apodos a sus lacayos. El destino es caprichoso, ahora él está semi-parapléjico y usando pañal como hace catorce años estuvo Landa.
Y el penúltimo azotón fue el del actual munícipe de Alvarado, Bogar Ruiz, quien el 15 de junio del 2019 se cayó de una lancha y rebotó en la playa durante la celebración del Día del Pescador. ¡Fue un cocazo!, vociferaron los claridosos maledicentes, aludiendo a las curiosas aficiones del edil. Ahora, para el deleite del respetable está el ‘ahuedazo’ kármico y posiblemente premonitorio.
ORIZABA, PAYASOS DE RODEO
Las piedras rodando se juntan. Ese adagio se cumple en Orizaba, donde tras catorce años vuelven a ser candidatos a la presidencia municipal Juan Manuel Diez Francos y Víctor Castelán Crivelli. En el 2007 ambos estaban en el mismo partido, el Revolucionario Institucional, y obedecían al mismo patrón, la fidelidad. Castelán era el candidato oficial del tricolor a la alcaldía, pero una semana antes de las elecciones del 2 de septiembre, el entonces Tribunal Federal Electoral (Trife), anuló su registro y tuvo que ser sustituido.
Fue Díez Francos quien lo suplió y al que prácticamente le regalaron la silla municipal, porque solo hizo campaña cuatro días -ya todo el trabajo promocional lo había realizado Castelán y la operatividad mapachil el día de las votaciones corrió a cuenta del gobierno estatal- y se quedó a perpetuidad. Ahora Diez Francos ya va por su tercera gestión, compite para ser nuevamente alcalde y seguramente lo logrará, porque ahora opera el aparato municipal para recaudar votos.
Este individuo le hizo honor al apodo que le pusieron durante su primera administración: el ‘emperador’, no solo porque es insufrible y se cree de la realeza aldeana; sino porque confundió al ayuntamiento con un feudo donde quita y pone segundones, y cada vez que necesita reafirmar su poder regresa a sentarse en su trono imaginario, pero efectivo -y costeado por los ciudadanos -.
A Castelán Crivelli nunca le cumplieron el trato de que Diez Francos sería su “Juanito”, que renunciaría apenas rindiendo la protesta formal y que el congreso del estado lo nombraría a él alcalde sustituto. Jamás sucedió porque Díez llegó para quedarse, se metió y nadie lo pudo sacar, igual que la humedad. A la distancia, ambos se reencuentran aunque en bandos diferentes, son rivales por el mismo cargo.
Uno es candidato de la alianza PAN-PRI-PRD y el otro por la coalición Morena-PT-PVEM y todo parece indicar que el primero le repetirá la dosis al segundo porque nuevamente se quedaría apoltronado en la comuna orizabeña por otro trienio para así sumar quince años de cacicazgo político.
Lo metafórico del caso es que aquel 25 de agosto del 2007, la noticia sobre la anulación de la candidatura de Víctor Castelán se dio durante un espectáculo de rodeo en la plaza “La Concordia”, donde acudió el innombrable a presentar a Juan Manuel Diez ante los priístas y el resto de la opinión pública. El caprichoso destino los retorna a un lugar parecido, a una suerte de show. Sin duda, Castelán y Díez son dos
payasos de rodeo.