La penúltima semana de enero termina con un desasosiego más respecto a la pandemia de Coronavirus: no hay un plan serio ni confiable -calendario y sectores demográficos- para vacunar a la población. El próximo domingo se cumplirá el mes de que arribó e inició la aplicación de dicha vacuna y hasta el momento solo se ha inoculado a 501 mil personas, según el reporte de la Secretaría de Salud al miércoles pasado.
De ellas, 489 mil 628 corresponden a la primera dosis y poco más de 11 mil son del ciclo completo, es decir que ya recibieron las dos inyecciones. No olviden que la particularidad de la vacuna elaborada por el conglomerado Pfiezer-BionTech además de requerir una ultra refrigeración de al menos -70 grados Celsius es de dos inyecciones con una diferencia de 21 días para que sea efectiva la generación de anticuerpos contra el Coronavirus.
Y ahí está una de las zozobras inmediatas pues en esta misma semana el gobierno federal aseguró que decidió donar a la ONU parte de sus pedidos de vacunas “para los países pobres”, lo que a todas luces es un mero pretexto porque no existe tal acuerdo y porque el mismo laboratorio ha informado que retrasó su producción debido a cuestiones técnicas. Así, los argumentos del gobierno mexicano para ese retraso suenan a una trampa para engañar la opinión pública.
Durante un mes estará detenido el proceso de vacunación cuando ya debería estar aplicándose de la segunda dosis a las personas que recibieron la primera. ¿Qué va a pasar con extender más allá de 21 días el periodo de espera para la segunda inyección?, ¿se afectará la generación de anticuerpos?, ¿o cómo suele suceder en la biología respecto a ciertos patógenos, éstos generan resistencia a los químicos que los combaten?
Nadie lo sabe con certeza y por eso mismo hay desasosiego. El gobierno federal comenzó la vacunación a lo loco, como se dice popularmente, en el afán sacarle provecho mediático y sin reparar en la cuestión logística. De los 500 mil vacunados, debió inmunizar solo la mitad para asegurarles el ciclo completo de inmunización, pero eso no servía para la proyección mediática. Además, esa cifra de vacunados apenas es el 0.4 por ciento de los 125 millones de mexicanos. O sea, una nimiedad ante la magnitud.
En Veracruz se quedaron ‘colgados de la brocha’ -esperando la segunda dosis- menos de 20 mil personas pues apenas si se ha inmunizado al 0.25 por ciento de los 8 millones de habitantes. En esta entidad la precariedad es peor.
Por otro lado y sin considerar los casos de corrupción -porque así se le puede llamar el apropiarse de un bien público que es la vacuna a través del tráfico de influencias- como aquellos funcionarios que se han inmunizado o vacunaron a sus familiares sin que les correspondiera –‘saltándose la fila’, pues-, hay otras situaciones que confirman el desastre de no tener un plan serio de vacunación.
La primera es que irresponsablemente se excluyó al personal sanitario -médicos, enfermeras, para médicos camilleros- de hospitales privados como si ellos no estuvieran también en la primera línea de combate frente a la pandemia con el argumento de priorizar a los que trabajan en sanatorios públicos. La segunda es que se excluyó a miles de sanitarios en general -tanto de nosocomios públicos como privados- para darle prioridad a los llamados Servidores de la Nación alegando que ellos serán los encargados de realizar la vacunación en adelante.
Esos Siervos de la Nación no son otra cosa que el ejército de operadores electorales que necesita Morena, el partido en el poder, para promoverse en estos comicios intermedios y los necesita ya en el campo, es decir en calles, barrios, colonias, congregaciones, municipios y distritos moviéndose libremente sin temor a la Covid-19 para explotar la vacunación como generadora de votos para los candidatos a cargos de elección popular. Por eso más de 20 mil operadores electorales se ‘saltarán la fila’ de la vacuna.
El tercer asunto que demuestra que en el proceso de vacunación tiene un rumbo electoral es el anuncio hecho por el presidente Andrés Manuel López Obrador de que se inmunizará a 20 mil maestros de Campeche para reactivar el ciclo escolar de forma presencial a finales de febrero. Obviamente tal determinación no obedece a criterios científicos, médicos, demográficos y ni siquiera logísticos sino de propaganda.
Inyectar a los profesores y demás personal escolar de un estado pequeño le servirá al gobierno federal para reabrir las escuelas a pesar de que la pandemia está descontrolada en todo el territorio nacional y dar la apariencia de que ya se están regularizado las cosas. La vacunación en Campeche es otra estrategia de publicidad electoral y no de eficiencia sanitaria.
En resumen, no hay plan y no habrá vacunas hasta el próximo mes a pesar de que cada día se engrosan los saldos de la Covid-19 y el país ha registrado cifras récord por día decesos: ayer fueron mil 803 y el miércoles mil 539. La sumatoria necrológica es de 146 mil 174 fallecidos. La situación bien puede describirse como un desamparo inmunológico agravado por la irresponsabilidad oficial.
NIGHTMARE’S END
La pesadilla terminó. Finalmente se fue Donald Trump de la Casa Blanca y se cerró uno de los episodios más infaustos para los norteamericanos y el orbe. Aunque las secuelas de la ‘Era Trump’ permanecerán por largo tiempo que ya no esté en el poder es ganancia. Al megalómano ex presidente lo sufrieron todos y especialmente los mexicanos a los mexicanos a quienes despreciaba, ofendía y perseguía. Por eso fue indignante que hubo en México quienes lo defendieron y respaldaron su teoría del fraude electoral para agradar al mandatario local, Andrés Manuel López Obrador.
Los apologistas de la “cuarta transformación” se infectaron -a propósito- del Síndrome de Estocolmo y emprendieron campañas a favor del anaranjado sin reparar en mentiras para hacerlo pasar como víctima de un fraude electoral y de la censura de las redes sociales. Claro, este vergonzoso episodio sirvió para que todos confirmaran que el régimen actual retuerce con demasiada facilidad sus ideales y traiciona sus promesas.
La ‘chairada’, desde funcionarios hasta sus voceros, defendieron más a Donald Trump que a los connacionales que fueron hostigados, cazados, deportados y encerrados en jaulas. Esa lección debe pesar en México: la “cuarta transformación” los abandonó y López Obrador hasta viajó a Washington a halagar al persecutor pretendiendo que los perseguidos lo sufragaran. Por supuesto, los connacionales no cayeron en la trampa.
El miércoles 20 fue el fin de la pesadilla trumpista e inició una nueva era para la cual el nuevo mandatario norteamericano comprometió la medicina que tanto necesita su país: reconciliación y reconstrucción. Destejer toda la maraña de odio del trumpismo y unir nuevamente a la sociedad estadounidense. Además, sacar al país del aislacionismo y del negacionismo epidemiológico. Y todo lo que se haga allá repercutirá en el resto del planeta.
Entre los asuntos que involucran directamente a México -como ya se dijo- está el compromiso para una reforma migratoria que legalice la residencia a millones de migrantes y el restablecimiento del programa para reconocer la ciudadanía y derechos de los “Dreamers”, los que llegaron de niños a la Unión Americana y el freno al muro fronterizo. Tan solo con esos tres proyectos, Biden estará haciendo mucho más que López Obrador por nuestros migrantes. Una ironía, ¿no?
A esto va anexado a la promesa de una “justicia racial” la cual también implica a los migrantes extranjeros, no solo a los residentes. Igualmente es destacable el anuncio de que Estados Unidos no abandonará la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la pila de acciones para enfrentar la pandemia de la Covid-19 terminando con el negacionismo tan mortífero que caracterizó a su predecesor.
Biden hará que sea obligatorio el uso de la mascarilla, que hoy por hoy es la principal arma protectora contra la peste, además abrirá una oficina adherida directamente a la Casa Blanca para atender la emergencia sanitaria. Esas dos decisiones llevan un mensaje global en el tema más delicado de la actualidad: se debe corregir lo que se ha hecho mal en la pandemia del Coronavirus. Y ambas, por supuesto, pegan directo al vecino del sur que se quedó solo en su negacionismo.
También Estados Unidos regresará al Acuerdo de París que busca hacer frente al cambio climático y abrirá la renegociación del tratado nuclear con Irán. Las energías limpias son proyectos medulares del nuevo gobierno norteamericano y ahí chocará -otra vez- con el vecino del sur que le apuesta a los combustibles fósiles como en los años sesenta y ataca todo lo que represente formas ecológicas para obtener energéticos.
En fin, ¿quién iba a decir que un nuevo gobierno en el norte despertaría más entusiasmo y expectativas en México que el desempeño de la administración doméstica? La experiencia es una maestra que a veces educa a palos, dicen, y tras dos años del régimen lopezobradorista lo que campea en los mexicanos es la decepción, de ahí que hasta provoca envidia -de la buena- lo que vivirán los gringos en la “Era Biden”. Ah y la lección histórica: ya no dejarse engañar por los populistas de labia embaucadora que terminan convirtiéndose en los señores del caos y el odio sumergiendo a todos en una pesadilla.