Andrés Timoteo
Columnista
NOTICIAS DEL IMPERIO
Hoy si es un “Día D”, de despido, desechar, derrumbe, despojo, detrito, desembarazo y hasta de desestrés ya que por fin se va el anaranjado Donald Trump. Se terminan cuatro años de pesadilla para el mundo, para México y para los mismos estadounidenses. El bólido que llegó en el 2016 dejó un sendero desastroso en la nación más poderosa del orbe cuya población está dividida por el odio sembrado desde la presidencia.
Claro, pese a ello la democracia funcionó y eso es también un ejemplo para el resto del mundo. Las mismas instituciones democráticas que permitieron el arribo de Trump hace un cuatrienio, ahora gestionaron su retiro desde la clave primigenia que es el voto ciudadano. A Trump lo votaron en el 2016 y lo botaron en el 2020. El autócrata incendiario, el mentiroso contumaz e irrespetuoso de la ley y de las formas fue echado por el mismo imperio que lo recibió. Así, se confirma el clásico: se podrá abollar al sistema, pero éste siempre termina por autorregularse y corregir sus anomalías.
También hoy es día de luto para los conservadores, extremistas, negacionistas, xenófobos, reaccionarios y retardatarios porque se va quien los inspiraba. En el continente se quedan solos el brasileño Jair Bolsonaro y el mexicano Andrés Manuel López Obrador, sus émulos que ahora son una suerte de “viudas” del gritón anaranjado. Su expulsión – no se le puede llamar de otra forma- de la Casa Blanca es, obvio, un respiro para los migrantes de todo el mundo y en especial los latinoamericanos.
Y este resuello trae un bálsamo adjunto: el compromiso del nuevo presidente, el demócrata Joe Biden, para impulsar una reforma migratoria que incluirá el reconocimiento de una residencia legal para quienes tenga al menos 8 años viviendo en territorio norteamericano y demuestren que son individuos útiles para la sociedad. Buenas noticias del imperio, pues, usando el título del extraordinario Fernando del Paso, aunque este imperio es el gringo, no el francés ni el efímero mexicano del siglo XIX.
Lo que ocurra arriba de la frontera norte interesa y mucho a los mexicanos porque allá se toman las principales decisiones que repercuten en el sur. Esas noticias deben ser leídas, contextualizadas y entendidas acá. Lo mismo sus repercusiones, la inmediata es que el gobierno mexicano abre la hoja de ruta con el nuevo régimen estadounidense con una confrontación por el tema del narcotráfico y el combate a la corrupción.
La defensa y exoneración del general Salvador Cienfuegos, ex secretario de la Defensa Nacional, además de las acusaciones y descalificaciones del presidente López Obrador hacia la DEA y otras instituciones del vecino país, es la primera puntilla de la discordia que no tiene oportunidad de éxito para México. No solo por el poderío de Estados Unidos sino porque en el tema del narcotráfico el gobierno mexicano está afanado defendiendo a los capos y sus protectores en los cargos gubernamentales.
En fin, habrá que esperar la controversia internacional y la reacción del imperio, pero el anticipo es que no hay por dónde los funcionarios mexicanos aleguen a favor de personajes como Cienfuegos, tienen la partida perdida tanto la legal como la mediática. ¿Qué pasará si Estados Unidos tramita una orden de captura internacional contra el general retirado?
¿Y si el gobierno mexicano no lo entrega y entonces se extiende la petición de captura contra algún funcionario del lopezobradorismo por brindarle protección? No será la primera vez que se hace, recuerden que varios del gabinete del venezolano Nicolás Maduro son buscados por la Interpol también por acusaciones ligadas al narcotráfico. La refriega judicial se pondrá interesante, aunque la suerte del régimen lopezobradorista con su localismo empobrecedor es lo de menos.
La renovación del imperio es buena nueva en general. La composición del gobierno, con una vicepresidenta, Kamala Harris, que representa la diversidad étnica, el ingreso de latinos al gabinete, el nombramiento de una mujer transgénero como ministra de salud, el cambio las acciones sanitarias para enfrentar la pandemia de Coronavirus y hasta la designación de la ex embajadora en México Roberta Jacobson, como encargada de los asuntos fronterizos renuevan las formas y reaniman a la esperanza en su contexto geopolítico.
LA CABAÑUELA DE SANGRE
En temas nacionales, tenemos que si se considera una cabañuela entonces al estado le irá muy mal en este 2021 en materia de seguridad pública. En el sur se perpetró la primera masacre del año, fue en el municipio de Las Choapas donde arrojaron en un camino rural los cadáveres de doce personas y aunque el gobierno estatal pretende reducir el suceso a una venganza entre ganaderos, el mismo tiene el sello del crimen organizado.
Las víctimas estaban atadas, presentaban signos de tortura y el famoso ‘tiro de gracia’ por lo que la tesis oficial de un pleito entre productores pecuarios suena más a justificación que a investigación. El otro ingrediente son las versiones de que en ese homicidio múltiple participaron o son víctimas integrantes de los grupos de autodefensa o presuntos secuestradores. Nada hay claro, solamente que en Las Choapas se cayeron las tesis del gobierno estatal sobre el contexto de violencia.
Esa masacre es otro golpe de realidad que demuestra que la violencia no ha bajado como presume el gobernante en turno, Cuitláhuac García, y que las guardias de autodefensa sí existen en el territorio estatal lo que, a su vez, desmiente los dichos de los titulares de las secretarías de Gobierno y Seguridad Púbica, Patrocinio Cisneros y Hugo Gutiérrez Maldonado sobre que estos grupos no operaban en Veracruz.
Ante el tiradero de cadáveres en el sur de la entidad, ¿qué dijo el gobernante García Jiménez? ¡Lo mismo de siempre! Que no se permitirán las venganzas, que se hará justicia, que se investigará a fondo, que no se puede ejercer justicia por mano propia y que tampoco en Veracruz caben los grupos fuera de la ley.
Es el mismo discurso, desgastado a base de falta de resultados e impericia, que García Jiménez ha ocupado para otras masacres, entre ellas las más terribles que se han registrado -también en el sur veracruzano-en el 2019, la primera en una palapa de Minatitlán y la segunda en el bar “Caballo Blanco” de Coatzacoalcos que no han sido esclarecidas ni castigados sus responsables. Traducción: pura saliva y no habrá mayor pesquisa para esclarecer este acto sangriento y por ende tampoco justicia.
LA CABAÑUELA ELECTORAL
El pasado lunes también se pudo apreciar otro pronóstico para Veracruz y concretamente para la capital del estado, aunque el mismo sirve para retratar a toda la entidad: las aspirantes cuitlahuistas para el ayuntamiento jalapeño literalmente depusieron sus intenciones y le pidieron al ex alcalde -priista en su momento- y actual senador por Morena, Ricardo Ahued de que acepte la nominación. Los peticionarios son más que representativos de eso que en política se llaman la ‘caballería flaca’.
Se trata de la diputada federal, Dorheny García Cayetano, quien era la carta fuerte de palacio de gobierno -y presunta pariente del mandatario en funciones-, y de las legisladoras locales, Rosalinda Galindo y Ana Miriam Ferráez, que declinaron sus aspiraciones a favor de Ahued a sabiendas que ninguna tiene posibilidad de victoria.
Y en esa capitulación electoral también hubo algo tan hilarante como calamitoso pues las acompañó el diputado tuxtleco, Javier Gómez Cazarín, el mismo que ha tenido un papel desastroso en el congreso local y ahora se asume como el operador electoral estrella de Morena -y pese a que algunos afirman que ni siquiera es militante formal-. Así, el cuarteto es un signo de que en Jalapa las cosas están perdidas para el morenismo.
La historia se repite: igual que en su momento Javier Duarte y el innombrable recurrieron al hidalguense Ricardo Ahued para evitar la derrota en Jalapa, ahora otros tunantes pintados de marrón hacen lo mismo. No obstante, aun si Ahued acepta la candidatura tampoco es garantía de triunfo por el voto de castigo que se espera para Morena por el mal desempeño del propio gobernante Cuitláhuac García y del edil actual, Hipólito Rodríguez.
Pero la cabañuela electoral está dada y no solo Jalapa está en riesgo para Morena en los comicios venideros, sino que perderían las ciudades más importantes que conquistó en el 2017. La capital acapara los reflectores por ser el centro neurológico de la política tradicional, es una presea simbólica. Además, perdería Coatzacoalcos, Minatitlán y Poza Rica de acuerdo con algunas mediciones que han levantado internamente los propios operadores de ese partido.
Sin embargo, lo anterior no es un secreto ya que los yerros, la desidia y la corrupción de los ediles morenistas en esas tres ciudades hizo que desde hace tiempo se cantara el declive para este 2021. Vaya, la cosa está tan aciaga que algunos morenistas claman por la vieja ortodoxia priista, aunque se recurra a lo ilegal: que el gobernador Cuitláhuac García haga a un lado la investidura institucional y se asuma como “jefe de partido” – ¡lo que tanto denunciaron los morenistas de las anteriores administraciones tanto del tricolor como del panismo! –
Es decir, piden volver al pasado. En ellos aplica eso de que “chango viejo no aprende maroma nueva”. Hoy lloriquean por lo que tanto pidieron que se acabara. Y lo calamitoso es que con Cuitláhuac García al frente de la operación electoral les irá peor. Risas. Para completar el drama, ya se esparce la especie entre los actuales ediles que no son morenistas, pero que están convertidos en aliados de ocasión del gobierno estatal, bajo amenaza de ser perseguidos judicialmente, de que si logran que el cuitlahuismo pierda la mayoría del congreso local se revertirán los amagos y los perseguidos serán los funcionarios marrones.
Los alcaldes están frente a la disyuntiva de lo que más les redituará: ayudar a Morena para que conserve los cotos de control o que los pierda para cobrarse el hostigamiento recibido desde palacio de gobierno. Sin el Legislativo será el final de la “cuarta transformación” aldeana.