- Por Andrés Timoteo / columnista
LA TERCERA ‘OLA’
Estamos aprendiendo sobre la marcha. Tras una primavera en confinamiento severo, en Europa se logró bajar la incidencia de contagios y muertes por la Covid-19 y se dijo entonces que la “curva estaba domada”. Entonces vino la desescalada para aprovechar el verano y la gente inundó playas, salones de fiestas, plazas públicas, centros comerciales, restaurantes, bares y demás sitios de ocio. Error tremendo, la consecuencia fue una segunda ola pandémica.
En Estados Unidos luego del ‘Día de Acción de Gracias’, a finales de noviembre, que reunió a las familias en la convivencia y fue el pretexto para fiestas masivas vino un repunte de infecciones y se alcanzaron cifras espantosas de muertes. En México, donde no se puede hablar de segunda ola porque no ha pasado siquiera la primera y el ritmo de contagios sigue creciendo -nunca se “aplanó la curva”-, hubo un incremento acelerado de casos tras las fiestas patrias de septiembre y la de Todos los Santos en noviembre. Hoy, la epidemia está fuera de control.
Más aún, el gobierno mexicano le echó gasolina al fuego al decretar -por razones partidistas y no sanitarias- la mayor parte del territorio en semáforos verdes y amarillos. ¿El resultado? La gente que ya estaba en la calle sin observar las medidas sanitarias se volcó abiertamente a los sitios atestados exhibiendo ese ‘valemadrismo’ -como dicen en el barrio- auspiciado por los gobernantes, y entonces llegó el caos. México llegará a la Navidad con 120 mil muertos, una cifra muy superior a la cobrada por la violencia.
Lo que no se vio en primavera hoy está sucediendo en la Ciudad de México: hospitales saturados, rechazo de nuevos pacientes, una escasez de tanques de oxígeno y el peregrinar de enfermos y familiares para tratar de obtener una oportunidad de sobrevivencia. Tal parece que el karma alcanzará al presidente, Andrés Manuel López Obrador quien hace apenas unas semanas presumía que en el país no sucedieron escenas catastróficas como en otras naciones pues todo indica que el negacionismo y la irresponsabilidad sanitaria cobrará una factura mucho más elevada.
El discurso presidencial se basa en la vacuna anti-Covid que está en vías de ser liberada al mercado, pero ese no es el final del problema pandémico porque llevará meses su distribución y aplicación, más aún cuando el gobierno federal pretende acapararla -con la sospecha de un sesgo electoral en el 2021- dejando fuera a los gobiernos estatales y a la iniciativa privada. La decisión sería muy buena si el gobierno fuese eficiente, no corrupto ni ocupado en la cosa electoral.
¿Cuánto creen que tardará la Federación en vacunar a los 125 millones de mexicanos con su deficiente aparato burocrático, falta de infraestructura y manoseo partidista de la medicina? Los expertos sostienen que el proceso podría alargarse hasta el 2022 y entonces todo el 2021 sería pandémico: de zozobra, muerte y luto, cortesía de quienes están a cargo de la administración pública.
Pero regresando a Europa y como ya se había dicho antes, todas las previsiones científicas coinciden que en enero podría arribar la tercera ola de la gripe tras los festejos navideños y de fin de año. Si no se logra mantener a la gente en sus casas evitando los focos de infección habrá un tercer golpazo vírico en lo inmediato que no podrá ser frenado ni porque se haya iniciado la
vacunación.
De acuerdo con los modelos, la gente que reciba la vacuna -sanitarios y adultos mayores en primer lugar- deberá esperar al menos dos o tres semanas para desarrollar los anticuerpos necesarios que protejan al organismo y algunos expertos estiman que será necesaria una segunda dosis a los cuatro meses para reforzar el desarrollo de esos antipatógenos. Por lo tanto, el proceso de inmunización es lento en comparación con el peligro que ya se tiene encima y se tardará meses o quizás años para que se alcance una inmunidad que neutralice global y eficazmente al SARS-CoV-2.
NAVIDAD CALAMITOSA
Así que nadie eche las campanas al vuelo porque esta Navidad será de calamidad, lo mismo que el fin de año y de lo que suceda en estas fechas dependerá la fuerza con la que llegue la tercera ola pandémica. En Europa, casi todos los países están volviendo al confinamiento, suave en algunos y estricto en determinadas regiones, pero hay tres sucesos que marcaron la semana pasada y que retratan lo que sucede en la pre-Navidad.
El primero es el contagio del presidente francés Emmanuel Macron con la Covid-19, como se citó en un texto anterior, que puso en emergencia epidemiológica al Palacio del Elíseo porque el mandatario celebró reuniones con asesores, funcionarios y líderes partidistas en horas previas a que resultara positivo al Coronavirus. El caso también obligó a que los presidentes de España, Portugal y Luxemburgo iniciarán cuarentena pues se reunieron con el gobernante galo en la víspera de que se conociera su contagio.
El segundo es una especie de ‘Mea Culpa’ pronunciada por el rey de Suecia, Carlos Gustavo XVI que el jueves pasado dijo a la televisión pública sobre la pandemia: “Hemos fracasado. Hemos tenido una gran cantidad de personas que han muerto y eso es terrible. Es algo con lo que todos sufrimos”. Este mensaje navideño del Palacio Real de Estocolmo es la aceptación del malogro de los negacionistas.
Suecia se mantuvo escéptica sobre la pandemia y el gobierno se negaba a ordenar medidas severas a su población. Desde la semana pasada, tras admitir su fracaso y con cifras elevadas de contagiados y fallecidos se decretó obligatorio el uso del cubrebocas en el exterior. Y el tercer suceso es la detección de una nueva cepa del Coronavirus en Gran Bretaña, 70 por ciento más agresiva en el contagio. Es más, los demás países están cancelando sus conexiones aéreas y cerrando fronteras con Reino Unido.
Lo anterior significa, según los científicos, la segunda mutación del SARS-CoV-2, después de la registrada al final de la primavera y eso podría colocar en aprietos la eficacia de las vacunas desarrolladas, además de que haría que la tercera ola de la pandemia sea mucho más desastrosa que las dos primeras. En resumen, la Navidad será tan calamitosa como queramos y nos comportemos, es decir si no nos guardamos y cuidamos -sobre todo a los adultos mayores- habrá mucho llanto en los albores del 2021 que también será un año
larguísimo.
TRABAJADOR ESENCIAL
En temas reconfortantes, no habrá descanso este año en los talleres mágicos el Polo Norte y Santa Claus emprenderá puntualmente su viaje anual para entregar los regalos a los niños bien portados. La Covid-19 no lo frenará y el robusto personaje dará batalla palmo a palmo al ‘CoronaGrinch’ que se está por robarse la Navidad. Para facilitarle dicha tarea titánica, Papa Noël acaba de ser decretado como “trabajador esencial” y tendrá salvoconducto oficial en el espacio aéreo y
terrestre.
Así lo informó, a principios de diciembre, el ministro de Relaciones Exteriores de Irlanda, Simon Coveney, quien les aclaró a niños y niñas irlandeses y de todo el planeta que no se inquieten porque Papa Noël no suspenderá ni restringirá sus movimientos. Él, los elfos que son sus ayudantes y los renos que conducen el trineo con Rodolfo al frente no serán afectados por el confinamiento. Tampoco harán
teletrabajo.
El espacio aéreo irlandés está libre para que Santa Claus acceda pues sus viajes son vitales para la humanidad. Entonces, podrá entrar y salir de cielos y hogares. Y, por lo tanto, las chimeneas deberán estar libres de obstrucción, los calcetines colgados y el árbol navideño listo, explicó el funcionario en una alocución pública. Eso sí, hay medidas sanitarias que implican tanto a niños como a padres de familia.
Los pequeños, dijo el ministro, tienen que dormirse temprano y este año más que nunca no deben intentar ver a Papa Noël porque es necesaria la ‘sana distancia’, lo mismo los padres y hay una cláusula especial de cuidado para los abuelos que deben ser las personas más procuradas. ¿Abrazos? Los menos que se pueda, les recomendó.
En fin, para esta Navidad Santa Claus está autorizado a hacer lo suyo y ahora falta el aviso protocolario para Gaspar, Melchor y Baltasar, los Reyes Magos que tienen su cita anual la noche del 5 de enero del 2021. El salvoconducto pandémico para los sabios de oriente también debe incluir al camello, el elefante y el caballo. Faltaba más.
AQUELLA LUZ CELESTE
“Y tú, Belén Efrata, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel: sus orígenes se remontan al pasado, a un tiempo inmemorial”, anunció el profeta Miqueas hace casi tres mil años. El día marcado para ese prodigio el cielo acomodaría sus piezas para darlo a conocer al mundo. Y así fue, una estrella lo hizo y guió a los magos de oriente para que adoraran al pequeño.
Ahora, hay otro pregón más astronómico que profético: se anuncia que esa estrella vuelve a brillar en este mes y se hará visible en todo el planeta en la noche del lunes 21 pues en esa fecha estará en su máximo esplendor la conjunción de Júpiter y Saturno que da la impresión, por la luz emitida, de ser un enorme astro. El fenómeno marca también el Solsticio de Invierno.
Algunos difunden que será la misma estrella que se posó sobre el portal de Belén, pero es una versión romántica, acorde a la temporada navideña, aunque científicamente falsa. La última vez que se dio esa conjunción entre Júpiter y Saturno fue hace 96 años, aunque solo fue visible en algunas regiones del orbe. El esplendor de este 2020 tiene como precedente la Edad Media, concretamente en el año 1226.
Haciendo el cálculo aritmético, también sucedió el año 432 y la vez anterior fue en el año 362 antes de la era cristiana. O sea, hay una distancia cronológica hacía arriba y hacia abajo del nacimiento bíblico de más de tres siglos. Entonces, lo que se verá en el cielo en este diciembre no es lo que alumbró al Niño Jesús, aunque es bello creerlo en estos tiempos en que más se necesita una luz que disperse la oscuridad epidémica.