INVICTO, EL INEFICAZ
Los cambios cosméticos que la semana pasada se realizaron en el gabinete estatal no son suficientes para reconstruir la mala imagen que arrastra el gobernante en turno, Javier Duarte de Ochoa, y en especial lleva como estigma el tema de la impunidad que su administración otorgó a los agresores de periodistas. Por eso, la semana pasada organizaciones de comunicadores lo declararon “persona non grata” en Oaxaca, a donde acudió a un evento público, mientras que ayer en el Distrito Federal, los integrantes de diversas organizaciones civiles volvieron a denunciar el infierno que viven los comunicadores bajo su gestión.
Reunidos en el monumento al Ángel de la Independencia, los colegas al grito de “¡Prensa, no disparen!”, reclamaron justicia para el periodista Gregorio Jiménez de la Cruz, el caso más reciente, pero también para los otros nueve compañeros abatidos en los tres años de la gestión de Duarte de Ochoa, así como para los otros tres reporteros que siguen desaparecidos. En Xalapa hubo una manifestación pública similar. En resumen, el cambiar funcionarios de un lugar a otro –a ninguno corrió como se merecía- no le servirán para aliviar la presión nacional e internacional, ni para que llegue el olvido sobre lo que no ha hecho.
Duarte de Ochoa sigue protegiendo al peor de todos, al más ineficiente colaborador que lo ha hecho centro del repudio internacional. Es el defeño Arturo Bermúdez Zurita, quien está agarrado hasta con las uñas de los pies de la Secretaría de Seguridad Pública, desde la cual ha hecho un daño enorme a la población y también a quien lo puso ahí, a Duarte de Ochoa. Aún con sus errores garrafales, que obviamente conducen a la sospecha de si los hizo por ineficacia o adrede para fines oscuros, Bermúdez sigue ahí. Se ríe, se mofa, se ufana de estar en el mejor ánimo de Duarte de Ochoa, de que es inamovible por pactos del pasado y afirma envalentonado, entre los suyos, que los “pinches medios” no lo tumbarán, como ocurrió con el ahora ex procurador Amadeo Flores y la ex vocera estatal.
Es más, se da el lujo de quejarse y mostrarse como realizador de un esfuerzo extraordinario para estar en la SSP. Dice que ser Secretario de Seguridad Pública no es fácil, con el fin de convencer a los veracruzanos de que deberían agradecerle que les hace el favor de ocupar el cargo. Vaya, si no es fácil, que se vaya y deje de jorobar. Así, el ineficaz sigue invicto para infortunio de todos. Y así también, hace un mes –el 19 de enero- que localizaron sin vida al cantante amateur Gibrán Martíz junto con otro joven, que fueron secuestrados por elementos de la SSP, al mando de Bermúdez -de esos que presume como “policías acreditables”- y el funcionario sigue en su cargo.
También se cumplieron 12 días de que se encontró el cuerpo del periodista Gregorio Jiménez en una fosa clandestina, y que se supo que la Secretaría de Seguridad Pública no aplicó el protocolo para rescatarlo con vida, y Bermúdez se mantiene en su lugar. ¿Qué tanto le debe Duarte para sostenerlo pese al desastre que provoca? ¿Qué contendrá ese pacto que hizo con el cordobés para sostenerlo contra viento y marea, a costa de su propio prestigio? ¿Cuáles son los compromisos inconfesables que lo tienen amarrado a tan ineficaz personaje? Y si así es, ¿por qué los veracruzanos son los que tienen que pagar esos acuerdos indebidos e indecentes?
CASTIGO A LOS CORDOBESES
Por cierto, entre la clase política se maneja una teoría que en el caso de ser cierta, no sólo muestra una actitud perversa, sino extremadamente irresponsable de parte del despachante de Palacio de gobierno. La especie señala que Duarte de Ochoa decidió castigar al Ayuntamiento local –y por ende a los cordobeses- al obstaculizar todo apoyo presupuestal y de obra pública porque los candidatos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdieron las elecciones para renovar el Ayuntamiento y la diputación distrital.
Desde Xalapa se habría ordenado no solo marginar al alcalde panista Tomás Ríos Bernal en materia de progreso social, sino también en el rubro de seguridad pública y ahí es donde entra Arturo Bermúdez Zurita, que tiene bajo su encargo el llamado Mando Único Policial. ¿Nadie se pregunta la razón por la cual sigue imparable la violencia en Córdoba pese a los policías acreditados de Bermúdez? La versión es que hay permisibilidad para que no se alivie la inseguridad con el fin de debilitar la gestión de Ríos Bernal. Por eso no han fructificado los operativos de vigilancia por parte de los policías estatales.
El ocupante de Palacio de gobierno tiene un resquemor muy fuerte contra los panistas que lo derrotaron el año pasado, y pretende asfixiar a la municipalidad bajo control azul. Es algo terriblemente irresponsable porque entre las patas se está llevando a todos los habitantes del terruño que presume como suyo, y entonces, de ser cierta esa especie, los cordobeses tienen la suerte echada los próximos tres años que le restan al sexenio duartista porque seguirán desamparados y a merced de la delincuencia. En lugar de sentirse afortunados con tener un gobernador paisano, en realidad les cayó una plaga encima.
Un indicio de que podría ser verdad dicha versión se dio el pasado 18 de febrero, cuando Bermúdez realizó una reunión con empresarios de la zona y con el alcalde de Fortín de las Flores, Armel Cid de León, y de la que excluyeron al cordobés Ríos Bernal. En política la forma es fondo, dirían los ideólogos del priísmo, y por ende, se interpreta que la municipalidad de Córdoba está excluida de las medidas para mejorar las condiciones de seguridad por estar bajo una administración blanquiazul.
DESDE EL ANTRO
Por cierto, el dato asombroso de ese encuentro entre los pomadosos Bermúdez y Armel Cid de León es que se realizó en un antro, El Breve Espacio, propiedad del empresario fidelista Otón Porres Bueno. De ese lugar se cuentan historias poco decentes debido a los excesos de los concurrentes, que son importantes hombres de negocios y de la clase alta provinciana de la ciudad. Pero la noticia no está en los desmanes de ese cuestionado sitio, sino que ahora las cuestiones de seguridad y combate a la violencia se deciden desde un antro. Una tras otra. Sin duda que esa reunión en El Breve Espacio es un mensaje nacional para demostrar la frivolidad de las autoridades locales sobre tan delicado tema, discutido desde las mesas y la barra de un bar.
Y en el mismo tema, otro dato que confirma la inseguridad imparable que lacera a los habitantes de la zona centro es el secuestro de un familiar del sacerdote Antolín Bernardi Castelán, ecónomo de la Diócesis de Orizaba. El plagio lo han mantenido en sigilo, pero ocurrió hace más de veinte días y se trata de un anciano de 80 años, tío del influyente religioso –es integrante de una de las familias, descendientes de italianos-. Hasta donde se sabe, los familiares del senecto ya pidieron ayuda a las instancias federales, a través de contactos con los jerarcas católicos, ante la incapacidad de las autoridades veracruzanas para localizar a la víctima.
TROFEO MEDIÁTICO
La captura del capo del Cartel de Sinaloa, Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, conocido con el mote de “El Chapo Guzmán”, realizada este fin de semana, trae una bocanada de aire fresco al cuestionado gobierno del copetón Enrique Peña Nieto, ahogado por el desastre de Michoacán y de otros puntos dominados por el crimen. Claro, es un hecho que las labores de inteligencia y captura del poderoso delincuente las encabezaron agentes de los Estados Unidos y no funcionarios ni policías mexicanos, de los que estuvo prófugo durante más de una década pese a que era del dominio público sus estancias por varios puntos del mapa nacional.
El golpe es mediáticamente espectacular para satisfacer la exigencia de la comunidad internacional sobre el tema del combate al narcotráfico, pero no garantiza que sea efectivo para menguar la ola de criminalidad en el país. Ya ha sucedido con la aprehensión o abatimiento de otros capos, pues se “mochan” las cabezas, pero crecen los tentáculos. En el gobierno del panista Felipe Calderón, se presumió la captura de 400 cabecillas de las organizaciones criminales y la ola de violencia no disminuyó. La captura de Miguel Ángel Treviño Morales, el líder de otro cartel en julio del año pasado, tampoco atenuó la belicosidad de esa organización.
Empero, Peña Nieto tiene un trofeo para presumir, exhibiendo en una jaula al criminal más buscado del mundo. A ver si ahora no se vuelve a escapar de la prisión de máxima seguridad como sucedió en el 2001, con el supuesto aval -según las especulaciones- del panista Vicente Fox, ese que ahora es promotor de la legalización del consumo de mariguana y pretende convertirse en uno de los primeros empresarios formales en la industria de la mota. Vaya que el tiempo acomoda las cosas y clarifica las aguas.