Andrés Timoteo
Columnista
COVIDCCIONARIO
Hasta hace unos meses muchos no existían y los que sí casi nadie los conocía pues eran manejados en ambientes especializados, principalmente el científico. No obstante, como todo fenómeno social y más éste que involucra al orbe, la pandemia de Coronavirus también impactó al vocabulario y la humanidad tuvo que aprender o comenzar a utilizar estos términos para explicar la situación y mantenerse al tanto de ella.
La gripe Covid-19 generó un catálogo de palabras y expresiones que muchos llaman jocosamente “Covidccionario” mismo que, sin duda, las academias lingüísticas de cada país deberán incorporar a la brevedad a los repertorios oficiales. Algunos de esos conceptos prevalecerán para siempre porque además de ser una realidad vírica dejarán una huella histórica en la
humanidad.
Dos de esos términos – quizás los más generales- ya se conocían, pero que hubo que aprender a manejarlos conforme a su definición correcta: “epidemia” y “pandemia”. El primero es la concurrencia de una enfermedad en una comunidad o región y el segundo es cuando esta enfermedad cruza las fronteras y se extiende a varios países. Pandemia lleva el prefijo griego “pan” que significa “todo” y da referencia a la “Pangea” que era el nombre de la tierra cuando los continentes estaba unidos. Por eso es incorrecto decir “pandemia mundial” porque es repetitivo.
El término nuevo por excelencia en este contexto es Covid-19, el nombre oficial de la gripe y el virus, un compuesto de las palabras “Coronavirus” -que es una familia de patógenos-, “Disease” o enfermedad en inglés y el año de aparición 2019. Claro, Covid-19 es el nombre mediático – por decirlo de alguna forma- pues el estrictamente científico es SARS-CoV-2.
Se debate si Covid-19 es masculino o femenino. Si se refiere a la gripa se debería manejar como “la Covid-19”, pero si se alude concretamente al virus entonces se escribe “el Covid-19”. No hay, al momento, reglas definidas y tanto su incorporación al diccionario oficial como la determinación de su género deberá ser resuelto por los miembros de la Real Academia de la Lengua Española.
Al ‘Covidccionario’ se suman palabras como cuarentena, confinamiento, distancia social, distancia física, teletrabajo o home office, desescalada o desconfinamiento, sanitizar o higienizar, aerosoles -las microgotas expulsadas al hablar-, careta, mascarilla, cubrebocas, barbijo, y algunas más rebuscadas como las siglas dadas a las pruebas para detectar el virus como los serológicos o los PCR que detectan el RNA viral.
Igualmente, los conceptos de hotel medicalizado, UCI o Unidad de Cuidados Intensivos, Hospitales Covid, respirador mecánico, intubación, nueva realidad -tan usada retóricamente por los políticos-, curva, cresta o pico estadísticos, EPIs o Equipos de Protección Individual, rebrote o segunda ola, inmunidad gregaria o de rebaño, paciente asintomático y así
sucesivamente.
Por supuesto que en este enriquecimiento lingüístico no faltan los términos o expresiones acuñados para definir posiciones y teorías sobre la pandemia, sobre todo las conspirativas: Covidiotas, Plandemia, Negacionismo, Infectadura, Anti-ciencia, Terrorismo Sanitario, Fiestas Covid, Bulitis, Fachopandemia, Infodemia y otros más que suben y bajan sobre todo en las redes sociales.
En resumen, sobre la marcha todos hemos tenido que aprender a conocer, entender, memorizar y manejar estas nuevas palabras y expresiones porque en los últimos ocho meses la pandemia ha sido el principal tema de conversación y debate político, cultural y hasta religioso en todos los países del globo. Así, el ‘Covidiccionario’ es el aporte de la pandemia al reino de las palabras.
Obviamente, el periodismo uno de los sectores más involucrados en estas incorporaciones al lenguaje pues los reporteros, redactores, analistas, articulistas, presentadores y diseñadores debe saber al dedillo el ‘Covidccionario’ ya que los intermediarios para que la sociedad conozca, comprenda y adopte este nuevo
vocabulario de la peste.
AYOTZINAPA, LAS VERDADES
Mañana se cumplen seis años de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Isidro Burgos” de Ayotzinapa, en Guerrero, la tragedia más mediática -porque México está llena de ellas desde hace al menos 14 años- ligada a la violencia generada por el crimen organizado. El caso fue una trampa para el gobierno del priista Enrique Peña Nieto y lo sigue siendo para el del morenista, Andrés Manuel López Obrador.
Lo anterior, porque se trató de un crimen de Estado, no cometido directamente por el gobierno, pero en el que sí estuvieron involucradas autoridades de los tres niveles tanto por su participación directa como por omisión y manipulación de pesquisas. ¿Dónde están esos 43 normalistas? Nadie sabe, la única certeza que se tiene es que no están vivos. El reto es, pues, localizar sus restos o al menos conocer su destino y los responsables del mismo. Sin responder a esas preguntas no será posible la justicia ni la memoria
histórica.
Tan intrincado es el caso por las muchas manos metidas, desde los criminales hasta la milicia y los políticos, que ya van dos años del gobierno de López Obrador -quien prometió en campaña que su resolución sería prioridad- y poco se ha avanzado. Lo más destacable es que oficialmente se desmontó la llamada “verdad histórica” enarbolada por el peñismo y ahora se habla, hasta con cierta sorna, de que van por la “verdad verdadera”.
Todo apunta a que la desaparición forzada de los normalistas de Ayotzinapa terminará como aquella promesa hecha por Vicente Fox de que resolvería el conflicto de Chiapas y el EZLN “en 15 minutos” y ya van 26 años sin que tenga solución, solo rezago, impunidad y olvido. Al ritmo que van las cosas, seguramente en el próximo sexenio se estará hablando de la “postverdad de Ayotzinapa”.
Por cierto, en plena conmemoración de los seis años de esa desaparición forzada, el presidente Andrés Manuel López Obrador estará de gira por Veracruz. El sábado visitará Jalapa, Veracruz y Córdoba. De la agenda presidencial, llama la atención que por vez primera pisará el puerto jarocho que no lo hacía desde que asumió la presidencia porque está gobernado por el panismo y en especial por la corriente yunista.
En Jalapa no hay problema porque la gobierna un morenista, Hipólito Rodríguez, y en Córdoba tampoco se tiene complicación porque en el ayuntamiento despacha Leticia López Landero, todavía pintada de azul, pero pactistas con el morenismo y operadora de la “cuarta transformación”. Es más, López Landero, quien el año pasado se declaró “soldado” del morenismo precisamente en una gira presidencial, seguramente hasta le organizará una
batucada al tabasqueño.
OTROS COLMOS
En esas situaciones que colman el dislate, en Veracruz hay dos muy puntuales. Una la protagonizó -precisamente- el alcalde de Veracruz, el panista Fernando Yunes Márquez quien la semana pasada quedó atrapado en un bulo -algunos dicen que dispersado por él mismo- y le tendió un tapete de promoción al enemigo del grupo yunista al interior del partido blanquiazul, el senador Julen Rementería, pues se difundió una fotografía en la que éste estaba presuntamente en Casa Veracruz reunido con el gobernante estatal, Cuitláhuac García.
Por medio de las redes sociales, el edil porteño acusó al senador de traidor dando a entender que esa imagen confirmaba que hay negociaciones o pactos con el mandatario morenista, pero todo resultó una mentira pues el lugar de la fotografía es un restaurante jalapeño que así se llama, “Casa Veracruz”. El sainete de Yunes Márquez sirvió para dos cosas, una para evidenciar que no ha aprendido nada -del papá- sobre el uso de la información privilegiada y del quehacer
político.
Y la otra es que mostró abiertamente el temor grupal y personal que provoca la corriente liderada por Rementería. Los politólogos
dirían que “le dio tamaño” al rival, algo que nunca le hubiera ocurrido al patriarca. No hay que olvidar que Rementería del Puerto buscará la candidatura panista a la gubernatura en el 2024 y desde ahora hay un jaloneo con el grupo yunista por tal
nominación.
El colmo del asunto es que Yunes Márquez con sus respuestas cantinflescas intentó sobajar -así se entendió- al legislador jactándose de que él es “orgullosamente Alcalde (sic) del Puerto de Veracruz” -con mayúsculas, según se remarcó a pesar de que es una falta ortográfica, risas-. ¡¡Y se lo presumió a alguien que ya ocupó ese mismo cargo!! ¿Se imaginan a este señor llevando la estrategia electoral del
panismo en el 2021?
El segundo colmo trata de cuentos chinos. El año pasado aseguró que la actividad turística se había incrementado un 331 por ciento y meses después, en marzo cuando promocionaba la fallida Cumbre Tajín 2020, invitó a todos a visitar las “playas de Poza Rica”. Ahora asegura que el turismo está repuntando y ¡¡que ya los visitantes canadienses y chinos atiborran Catemaco y Los
Tuxtlas!!
La secretaria de Turismo, Xóchitl Arbersú miente sin ruborizarse, como acostumbra, a pesar de que tanto China como Canadá tienen restricciones de vuelos y viajeros a México donde todavía está en fase exponencial la pandemia de Coronavirus. Claro, la imaginaria llegada de turistas orientales a Veracruz es para justificar el reciente viaje que hizo a China junto con otros funcionarios del sector de diversas entidades y el titular de la Secretaría de Turismo federal, Miguel
Torruco.
Tan eficiente fue Arbersú en la promoción de la entidad por el continente asiático que al llegar del periplo ya los turistas chinos hacían fila en los hoteles veracruzanos. Y el colmo del caso es que la única forma en convencieron a la secretaría para dejar el confinamiento fue la invitación para irse a pasear a China, lo que le dio la oportunidad de contar cuentos chinos a su regreso. La dama de las golosinas no tiene remedio.